—Hola bonita.
Fue lo primero que escuché cuando abrí la puerta. Estaba Elliot vestido en otro traje carísimo, oliendo mejor que nunca. Su sonrisa era demasiado brillante para cegarme así que intenté dedicarle una de la misma intensidad, pero fallé estrepitosamente. Él se acercó para besarme la mejilla y cerré la puerta.
No podía evitar pensar que era gracioso la distancia que Elliot me guardaba. Se notaba que aun actuaba cauteloso a mi lado, a la expectativa de mi reacción. Ya no estaba tan molesta como antes pero no quería hacérselo saber. No arreglaríamos tan rápido las cosas, tenía que entender que no estaba dispuesta a pasar por alto otro asunto similar. Pero si podía aceptar su invitación a salir. Más si se trataba de visitar su verdadera casa.
—Te ves preciosa. —me dijo al avanzar hacia su coche. Me pareció bastante extraño que ya no viniera en el de siempre. Que de por sí ya lucía bastante costoso.
Me sentí aún más perdida cuando lo vi abrirme la puerta del asiento trasero y al aceptarlo, él se metió a mi lado.
—¿Cómo vas a conducir desde este sitio? —pregunté divertida.
Elliot simplemente señaló hacia enfrente y pegué un brinco cuando noté a un chico sentado en el asiento del piloto.
—Buenas tardes, señorita. —dijo mientras me saludaba por el espejo retrovisor.
Era un chico pelirrojo de no más de treinta años. Se veía bastante bueno así que decidí presentarme, no quería que los empleados o los amigos de Elliot pensaran que era una altanera.
—Soy Clare.
—Noah. Para servirle.
Dicho esto, Noah encendió el automóvil y nos dispusimos a ir hacia la tan misteriosa residencia.
—¿Vives solo? —indagué después de cuarenta minutos.
Al parecer Elliot si tenía que hacer un recorrido bastante largo cada vez que quería visitarme. Me sentí un poco avergonzada de todas las veces que lo hice ir hasta allá sin saber que en realidad vivía demasiado lejos de mi hogar.
—Así es. —dijo despegando su vista del celular. Desde que nos habíamos subido al coche, no dejaban de llamarlo preguntando por cosas o negocios que no terminaba de entender. —Pero digamos que nunca estoy verdaderamente solo ahí.
Enarqué una ceja.
—No es lo que piensas. —Río y colocó una de sus manos en mi pierna. —Tengo dos amigos, los cuales parece que no tienen casa propia.
Engullí.
—¿Los veré hoy? —sería más de lo que pudiera manejar. No sabía que personalidad podrían tener esos dos herederos, ya que la mayoría eran solo patanes prepotentes.
—No te preocupes por eso, Bonita. —pronunció apretando su mano. Sentí un leve choque eléctrico recorrer mi cuerpo. —Les advertí que hoy no quería verlos cerca.
Me sentí aliviada pero a la vez un poco molesta. Entendía a la perfección que eso era bastante contradictorio, sin embargo, aunque no tenía los ánimos de conocer personas que probablemente me mirarían de forma despectiva, no me ponía de mejor ánimo saber que Elliot les había dicho que se fueran porque iba yo a visitarlo. Era como si el mismo no deseara que nos conociéramos.
Volteé hacia el otro lado, para fingir que miraba el paisaje de la ventana.
—¿Estás molesta? —preguntó.
—Por supuesto que no. —mentí.
¿Cómo se atreve a preguntarle eso a una chica? ¿Qué no sabe que eso nos hace enojar aún más?
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Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]
RomanceTodo comenzó aquel día en el que el gran juicio y moral de Clare, no le permitieron abandonar a un chico de su inminente muerte. Esta es la historia de cómo una chica le salva la vida al heredero del clan Eloy, el más famoso clan de mafia de Estado...