Capítulo 19

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"Creí que ya te había quedado muy claro que Elliot es una amenaza para ti. Estoy comenzando a impacientarme, Clare."

Me temblaban las manos de ira. ¿Quién se creía ese sujeto que era? ¿Por qué pensaba que podía mandarme? Sea cual fuese su motivo para desear que me alejara de Elliot, podía asegurar que lo que menos buscaba era protegerme de él. Simplemente deseaba hacerle daño de cualquier manera que pudiera. Fue entonces cuando el golpe de realidad vino a mí y supe que tenía que contarle a ojos verdes en esa misma tarde. No me perdonaría si algo malo le pasara por culpa de mi tonta desconfianza.

—Elliot, verás hay algo que necesito decirte...—comencé a decirle mientras este seguía discutiendo con Cristóbal al otro lado de la sala.

Noah me había ofrecido un vaso de agua después de ver mi cara pálida. Y no sabía si seguía luciendo igual de abatida cuando llegué hasta él, porque su deslumbrante expresión me demostró todo lo contrario.

—¿Es algo urgente? Es que tengo algo que quería mostrarte.

Miré las miradas inquisidoras de Max y Cristóbal nos daban desde la esquina del mini bar y pensé que tal vez no era el mejor momento ni lugar para hablarle del estúpido acosador.

—Descuida. Puedo decírtelo más tarde. Enséñame mejor lo que tienes preparado. —dije fingiendo que todo estaba perfectamente bien.

Elliot me tomó de la mano y me condujo hasta la escalera. Sin embargo, antes de seguir avanzando se detuvo y miró en dirección a sus amigos.

—Ni se les ocurra seguirnos. Están advertidos.

Alzaron las manos en señal de rendición y no pude evitar reír al verlos poner una expresión de no romper un plato. Pasamos por el segundo piso, el cual tenía más pinta de una casa normal. Aunque extra lujosa. Una bonita sala color negro, contrastando con paredes blancas y una televisión de plasma enorme decorando la pared. De lado derecho, había una pared que dividía lo que Elliot me dijo como la cocina. No pude ver el interior, pero supuse que sería bastante moderna y espaciosa. Justo después, vino el tercer piso. El cual era simplemente su habitación. Era tan enorme que podía pasar por un departamento entero.

—Lo remodelé para que fuera un solo espacio. Esta área es mía y solo mía. Nadie sube ni me interrumpe. —estipuló como si hubiera sabido lo que estaba pensando.

—Creo que es maravilloso.

Pasé mis manos por la bonita estantería repleta de libros que poseía.

—No pensé que en verdad te gustara leer.

—No soy un gran fan de las novelas. —confesó. —La mayoría son libros de finanzas o de otras áreas similares. Ese es el tipo de lecturas que disfruto.

—Todo un hombre de negocios. —me burlé.

—Pienso que es lo mínimo que puedo hacer antes de heredar el puesto de mi padre. —dijo ya no tan alegre. —No quiero terminar siendo estafado o en un problema mayor.

Al comprender lo que acababa de decir, noté su cambio de expresión.

—Lo siento, no quise decirlo de esa manera.

—No es como que no tengas razón. —sonreí a medias. —Créeme que evitar una estafa es la mejor cosa que puedes hacer por tu negocio y por tu familia también.

Decidí no forzar más el tema por ese lado y seguí contemplando la gama de colores de la casa.

—Siento que es un poco gracioso que todo lo que tiene que ver contigo es o blanco o negro. No hay ni un solo color extra por toda la casa. Es como si la persona que viviera aquí tuviera la visión de un perro.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora