Parte 2. Capítulo 4

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Al abrir los ojos lo primero que me recibió fueron los rayos del sol colándose por la ventana. Sentí la suave cama engullir mi cuerpo y decidí dejarme envolver un rato más por las sábanas. Hice que una de las criadas me diera una colcha nueva porque obviamente no tocaría nada que Abigail usara.

Me sorprendió bastante cuando ingresé a mi antigua habitación y la encontré exactamente igual que cuando me expulsaron de la mansión. Solo movieron algunos muebles de posición pero todo continuaba teniendo mi esencia. Eso me hizo sonreír. Abigail me envidiaba tanto, deseando ser yo a tal grado de que dejó mis pertenencias intactas, para así sentirse aún más convencida de que me había ganado.

Me quedé vislumbrando el techo de la habitación por más tiempo del requerido, intentando atrasar mi reunión con la familia. Pronto llegarían todos los miembros del clan, tanto los que vivían dentro y fuera de la mansión y se daría la primera lectura del testamento. Y aunque el abogado me explicó un poco por teléfono sobre como requería mi presencia en esos días, no relevó mucho más de lo que ya Antonio Black me prometió cinco años atrás cuando me fui a estudiar al extranjero. Tampoco es que tuviera muchas esperanzas o que esperara que me diera más ventaja que a sus otros nietos. Todos sabían que yo jamás pude recuperar el antiguo puesto que tuve y que no lo haría nunca. Y terminaron de confirmarlo anoche por la forma tan brusca y violenta con la que Gisella me recibió. Me negaba a volver a llamarle abuela. Me causaba repulsión verlos a todos ellos como mis relativos y constantemente me encontraba fingiendo que yo era huérfana. Prefería mil veces ser nieta del señor Miller o los señores Brown, los únicos adultos que estuvieron ahí para mí cuando los necesité. Hablar de ellos tres me hacía doler el corazón. Aun recordaba sus rostros cuando les dije que me iría lejos y que probablemente pasarían años para que nos volviéramos a ver. Pero a pesar de su preocupación por mi bienestar, ellos me apoyaron diciéndome que podía regresar cuando quisiera. Que siempre me esperarían con los brazos abiertos y que no dudara en llamarlos si necesitaba algo. Sus buenos deseos me derretían completamente. Estaba segura que mis padres estarían muy contentos de saber que no quedé desamparada durmiendo en las calles o teniendo que vender mi cuerpo para salir adelante. Esperaba que si existía un cielo, ellos pudieran verme desde arriba y que descansaran en paz. Que gracias a lo que ellos me enseñaron y lo buenas personas que fueron con los demás, hubo gente dispuesta a brindarme una mano. Y por eso mismo me aseguraría de hacerles justicia.

Me puse de pie y me envolví en la bata de baño. Me sentaría bien un golpe de agua fría antes de enfrentarme a todo aquel nido de víboras. Tenía que estar lo más despierta posible. Y para cuando Penélope entró a buscarme, le pedí que me llevara un café cargado al comedor mientras bajaba.

—Aquí tiene lo que me pidió—dijo entregándome la taza humeante.

Se me abrió el estómago de solo contemplarlo. Miré con anhelo los pequeños bocadillos que yacían a tan solo unos centímetros de mí y cuando estuve a punto de agarrar uno de los bocadillos dispuestos en la mesa para acompañar mi bebida, Brandon tomó asiento a mi lado.

Vaya horrible manera de empezar el día.

Me obligué a esbozar una sonrisa, tratando de no tener que cruzar palabra con él, aun si solo fuese para pelear. En verdad quería disfrutar de mi postre tranquila, pero al parecer Brandon no buscaba lo mismo.

—Parece que dormir te sentó excelente.

Su mirada lasciva me quitó el apetito. Seguía pareciéndome increíble que intentara ligarse a su propia prima. Todo en él era asqueroso y simplemente escucharlo hablar me daba escalofríos. Prefería mil veces tener a Abigail molestándome sobre como ella era mejor que yo, a tener que soportar el acoso del patético de su hermano. No comenté nada y seguí mirando hacia el frente, bebiendo mi café lo más rápido posible para salir huyendo del lugar. Faltaba menos de media hora para que llegara el abogado así que me perdería un rato por el jardín y pensaría en como resolvería todos los embrollos en los que ya estaba metida.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora