Parte 2. Capítulo 12

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Desperté al día siguiente con una resaca moral. De nuevo. Los lamentos de mis acciones de la noche anterior aún eran muy fuertes. Me descolocaba bastante mi cambio de personalidad con Elliot cada vez que lo tenía frente a mí. Me senté en el balcón donde estuve con él horas antes y dejé que los rayos del sol me castigaran, merecía ser rostizada viva por mi manera de actuar tan estúpida. Parecía que no había aprendido la lección. Pensé detenidamente sobre los motivos que me llevaban a siempre dejarme ser arrastrada por su presencia y llegué a la conclusión de que actuaba como una desesperada.

Elliot era todo lo que conocí sobre el amor y la protección de un hombre. Fue el que me enseñó lo que era confiar en una pareja y lo bonito que podía ser estar con alguien que te atesoraba tanto como tú lo hacías con él. Nuestra historia juntos, independientemente de los secretos que escondía, fue bonita y me dejó como aprendizaje el mensaje de que no tenía que conformarme con menos. Yo merecía lo mejor del mundo, como todos. Me dejé embriagar una vez más por Elliot, porque era alguien familiar. Entendía su manera de querer perfectamente y no me asustaba por esa misma razón intentar cosas atrevidas con él, no tenía que conocerlo desde cero, ya que yo sabía que era un hombre íntegro, y que no buscaría hacerme daño, debido a que no era esa clase de persona. Pero esos pensamientos míos fueron el problema de todo esto. Todavía creía que trataba con el Elliot Thomson, pero no era así. Aquel chico con el que me reunía se llamaba Elliot Eloy y era alguien completamente distinto. Comprendía que para llegar a ese grado de transformación, tuvo que pasar por muchas situaciones difíciles de las que yo no sabría nunca. Debió ser forzado a hacer cosas, las cuales probablemente jamás hubiera hecho en el pasado, pero por más que quisiéramos, no podría borrarlo. Aquel pasado ahora era parte de él y debía hacerme a la idea cuanto antes por mi propia estabilidad mental. Y aun después de nuestros dos lamentables encuentros, no me sentía capaz de culparlo a él por mi debilidad. Lo único que me embargaba era una enorme tristeza, porque por más que intentara apegarme emocionalmente a Elliot por todo lo que vivimos, ya no estábamos en la misma situación. Ya no era el chico que intentaba escapar de ese mundo. Él ya lo había conquistado. Era yo quien seguía aferrándome a nuestro antiguo amor.

Conocer a nuevas personas me asustaba como el infierno. Aprendí por las malas lo dura y cruel que podían ser los demás, sin importar si compartíamos la misma sangre o no. La única persona después de Elliot que acepté en mi vida fue Max, y solamente lo permití porque ojos verdes confiaba plenamente en él y eso me dio la seguridad de abrirle mi corazón. Pero era hora de dejar ir aquel recuerdo. Ya Elliot me había confirmado dos veces que no estaba interesado en mí de la manera en que yo lo anhelaba y debía aceptarlo. Su rechazo de la noche anterior me abrió los ojos y no estaba dispuesta a rogar por más atención. Le agradecería siempre todo el apoyo que me brindaba, y apreciaba que sinceramente parecía preocuparse por mi bienestar. Así que me limitaría a tratarlo únicamente para cuestiones de avances de la investigación de mis tíos y ayudaría a que su relación con Max progresara otra vez. Que nuestra conexión no pudiese ser reparada no significaba que la de ellos también tuviera que sufrir el mismo destino.

Al parecer aún tengo mucho que aprender como la nueva Clare. Me dije a mi misma.

En ese momento deseé demasiado tener una botella de whisky a mi lado. Quería beber mis penas y sacarlas de mí, pero no podía dejar que el alcohol se convirtiera en mi método de escape. Así que simplemente llamé a la mucama para que me trajera un zumo de naranja muy concentrado. Tenía cero ganas de empezar el día, pero la prueba de vestidos era hoy y ya me había comprometido con Carla de ir con ella.

—¿Y bien? ¿Qué piensas? —me preguntó Carla frente al espejo.

Estaba sentada frente a un lindo colchón magenta, el cual tenía completa visión de la pequeña tarima donde las chicas se subían a modelar su vestido y a que las modistas hicieran sus respectivos arreglos. Aunque aún no era el producto final, porque faltaba ajustar los lugares correctos, nadie podía negar lo hermosa que Carla se veía.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora