Capítulo 26

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Abrí los ojos y todo me da vueltas. Empecé a sentir mi cabeza martillearme como si un camión me hubiese atropellado y cuando intento llevarme las manos hacia las sienes para aliviar un poco mi pesar, noto la situación en la que me encuentro. Estoy atada a una silla.

Fui secuestrada.

Recuerdo la cara de pánico que Max tenía segundos antes de que me subieran a esa camioneta por la fuerza y no puedo evitar preocuparme por él. Realmente Elliot lo mataría. Me reí ante mis propios pensamientos, sin poder creer que fuese capaz de preocuparme primero por él que por mí misma. Pero en el fondo sabía que solo quería evadir mi situación, ya que estaba realmente jodida. Lo había arruinado todo y ahora puse más peso en los hombros de ojos verdes. Suspiré.

—Cl-Clare, ¿estás despierta?

Susurró una voz conocida al lado mío. Volteé deprisa y era Natalia. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas al mirarla en aquel estado.

—Cuánto lo siento—confesé—. Lo lamento de verdad.

Varias emociones me golpearon al mismo tiempo. Alegría, tristeza y sobretodo culpa.

—No digas eso, me encuentro perfectamente bien—dijo mientras intentaba formular una sonrisa para mí. Ella era un verdadero ángel—. ¿Pero por qué dices que es tu culpa?

Intenté responderle pero las palabras no salían de mi boca. ¿Qué le iba a decir? ¿Cómo comenzar diciéndole que todo esto pasó debido a que estaba involucrada con Elliot? Y que ni siquiera terminaba de entender por mí misma quien podía odiarlo tanto como para meterse conmigo, quien apenas tenía unos meses a su lado. Me mordí el labio inferior y escaneé el lugar. Estábamos en un tipo de bodega. El sitio me recordaba un poco al lugar a donde Elliot me llevó, pero este sin duda no era habitado y solo fue usado para mantenernos cautivas. Miré en todas direcciones en busca de posibles salidas, pero los grandes ventanales—aunque la mayoría estaban rotos—estaban demasiado altos como para escapar por ahí. Y la única puerta que veía parecía ser la que estaba frente a nosotras a unos diez metros de distancia.

No había ni un solo mueble o estructura que nos ocultara, simplemente eran las dos sillas a las que estábamos confinadas, una pequeña mesa con algunas cosas arriba de ella y otra silla. Que de tan solo pensar a quién pertenecía me hacía estremecer. Recordé las imágenes y videos que me enviaron y miré de nuevo a mi amiga, por fin volviendo a pensar con claridad.

—Natalia, ¿viste la cara de esa persona? —ella asintió—. ¿Sí? ¿Cómo luce? ¿Es un hombre o una mujer?

Y justo antes de que ella fuera capaz de responder, la puerta se abrió.

—¿Por qué no mejor te respondo yo?

Maldita sea.

Jayden entró, mirándome fijamente con aire de superioridad.

—Creo que fue demasiado sencillo atraparte. Hasta pensé que me tomé demasiadas molestias de tener a tu amiga como carnada.

No encontraba las palabras para describir ese preciso instante. Ni siquiera parecía entender lo que estaba sucediendo. El chico comenzó a reír después de ver mi estupefacción. ¿Aquel chico de la universidad era quien odiaba a Elliot? Nada tenía sentido. Yo lo había conocido en el campus. Y fue cuando la realidad me atravesó como una daga. Él lo tuvo todo planeado desde el principio.

—Nuestro encuentro no fue una coincidencia—murmuré.

—Por supuesto que no—contestó como si fuese lo más obvio del mundo—. ¿Creerás la poca seguridad que tienen en campus tan grandes como ese? Cualquiera puede ingresar fingiendo que tiene algún negocio y hasta fui capaz de engañarte con que estudiaba ahí.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora