Capítulo 15

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Mi corazón martilleaba como si fuese a salirse de mi pecho.

Parpadeé varias veces sin poder moverme. No tenía la fuerza suficiente para ir y reclamarle, así que sólo me quedé ahí vislumbrando al conglomerado de chicas que tenía a cada lado. Algo se rompió dentro de mí. Era como si pudiera ver a mi corazón partirse en mi interior. Lo peor de todo era que no sabía cuál sería mi siguiente paso. ¿Debía confrontarlo ahí mismo y armar un escándalo? ¿Tomarle una foto y luego mandársela? ¿Hacer como si nada y solo dejar de enviarle mensajes? Me tomó alrededor de cinco minutos entender que no importaba lo que eligiera, el hecho de que me mintió y me vio la cara de tonta no cambiaría por nada del mundo.

Cuando estaba a punto de incorporarme, crucé la mirada con una de las mujeres de su mesa. Una de melena oscura, larga y sedosa. La morena estaba enfundada en un vestido de marca bastante costoso, con un llamativo collar de diamantes complementándolo. No pude evitar mirar de nuevo mi vestido y jamás había estado tan agradecida de seguir algún consejo de Carla. Pero para mi pesar, aunque ese día luciera de esa manera, nadie mejor que yo sabía que no estaba ni cerca de ser alguien así. Esa época estilo Gossip Girl acabó muchos años atrás para Clare. La chica me inspeccionó una vez más de pies a cabeza y luego me volteó la cara, embarrándose aún más en Elliot.

Me sentí al borde de las lágrimas y acepté la ayuda de uno de los meseros que pasaba por donde estaba. Luego de recomponerme, alcé la vista una vez más, para dedicarle una última mirada al chico que rompió mi corazón. Experimenté una ira tremenda cuando lo vi cruzar la mirada conmigo. Jamás lo había visto tan desconcertado. Escondí lo mejor que pude mis emociones y alcé la cabeza con orgullo. Ahí no era yo la que tenía que sentirse avergonzada, si no él. Levanté la mano para saludarlo y luego le enseñé el dedo de en medio. Me di media vuelta y no esperé a que se acercara a mí y me intentara dar alguna explicación. A esas alturas del partido ni siquiera creía que fuese a molestarse en hacerlo.

Salí como alma que lleva el diablo del establecimiento y no esperé a despedirme de Carla. Esperaba que me disculpara por abandonarla tan de repente, pero sabía que lo entendería. Necesitaba aire fresco y una buena caminata me la brindaría. Al salir, el aire me dio una buena recibida y luego sentí un golpe de asco al rememorar a Elliot, cargándome en su hombro. Bufé. Hasta en estas circunstancias volvía a mi mente. Caminé alrededor de tres cuadras, cuando escuché vibrar mi celular. Era la sexta ocasión en ese lapso de tiempo. Miré el nombre de Elliot en la pantalla y volví a colgar. No quería hablar con él. Estaba demasiado susceptible y confundida, por lo que había una enorme posibilidad de que si lo confrontaba esa noche, me ganara la debilidad y lo perdonara. Después de que mis pies ardieran más de lo que podía soportar, me saqué los tacones y me dirigí hasta el primer taxi que encontré.

***

Elliot no dejaba de llamar desde ayer. Salí de bañarme intentando contestar el interrogatorio de Carla, pero simplemente las llamadas entrantes del señor mentiroso bombardeaban mi celular. Estaba cansada de estarlas rechazando y consideré enormemente tan solo bloquearlo de mis contactos y ya. Así me dejaría por lo menos un tiempo a solas. También tenía el buzón repleto de sus mensajes. El temor de encontrar más cosas por las cuales seguir decepcionándome de él me frenaba de abrirlos. La noche anterior había estado bastante convencida de que arrancaría a Elliot de mi vida para siempre. Pero después de llegar a mí departamento de madrugada, con la lluvia a todo lo que daba y me enfundara en mi pijama, mi armadura se cayó por completo, y dejó solamente a una Clare voluble e indecisa. Me mordí el dedo pulgar impaciente y me levanté por una taza de chocolate caliente para reconfortarme un poco. Paré un momento y me miré en el espejo. Lucía asquerosa. Aún poseía algunos residuos del maquillaje de ayer bajo los ojos, mi cabello estaba sin cepillar y aquella blusa blanca con manchas de cloro me hacía lucir todavía más como una señora en sus treinta.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora