Capítulo 5

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Había pasado una semana desde la llegada de Elliot. Yo no dejaba de ir y venir arreglando todo el desastre que este ocasionó, empezando con que me las arreglé para que Joaquín me ayudara a conseguir una persona que pudiera sacar aquellas manchas del carro de Carla. Al principio había sido yo la primera en intentarlo pero resultó en un desastre total, terminando con una Clare empapada y furiosa por ver que casi nada de la sangre seca salía del asiento trasero. La buena noticia fue que sí encontró una persona que dejara el automóvil en buen estado, listo para ir a devolvérselo a mi amiga, pero la mala noticia había sido que todo ese dinero salió de mi bolsillo y tuve que despedirme de todos mis ahorros destinados en conseguir un refrigerador con un congelador que si congelara la comida.

Después de aquella intensa noche en donde Elliot tomó mi brazo impidiéndome irme, no volvimos realmente a conversar. Este pasó alrededor de dos días casi inconsciente, solo despertaba para tomar sus medicamentos y para comer un poco. Recordé como entre sueños le suplicaba a una mujer que se quedara y por alguna razón me dio un mal sabor de boca, y no porque me sintiera celosa o algo similar de un desconocido al que acababa literalmente de conocer, sino que las cosas que íbamos conociendo de él no terminaban de encajar.

—¿Vives solo?

Era el octavo día que se encontraba con nosotros. Estaba en su habitación ordenando unos papeles que necesitaba terminar de los pedidos de la florería y a la vez me encargaba de vigilarlo y ver que no intentara levantarse o hacer algo que lo pusiera en un estado crítico de nuevo.

—¿Por qué la pregunta? —Elliot se veía cada vez más interesado en continuar las conversaciones conmigo, en mi interior suponía que se debía a que era la única persona con la que podía hablar y saber que no se estaba volviendo loco en aquel encierro.

—Bueno, considerando que tienes más de una semana acá y que después de ver que tu celular estaba destruido no volviste a pedirnos que te prestáramos alguno o que enviáramos algún mensaje a nadie para decirles que estabas vivo, así que llegué a esa conclusión.

Conforme pasaba el tiempo se volvía mucho más sencillo hablar con él y no estar tan a la defensiva. Seguíamos sin fiarnos de ojos verdes pero por lo menos ya no creíamos que alguien vendría a asesinarnos por la noche por auxiliarle.

—Mis padres murieron hace mucho tiempo. —respondió después de un largo tiempo.

Volteé a verlo y odié no poder disimular mi expresión de asombro.

—No tienes que tenerme pena, fue algo que sucedió hace mucho tiempo.

Sacudí la cabeza e ignoré la mueca de desagrado que esbozó.

—No me malentiendas, he pasado por lo mismo así que créeme que soy la persona menos indicada para compadecerme de ti.

Regresé mi mirada a los documentos y quise simular que estaba absorta en ellos para que no notara lo mucho que aún me afectaba hablar del tema.

—Vaya, lo lamento. —luego se dio cuenta que estaba siendo muy condescendiente y bufó. Entonces dijo: —¿Fue algo reciente?

Suspiré refrenando mis ganas de decirle que no quería hablar de eso, así que me limité a ser breve.

—No tan reciente como para que siga doliendo, pero tampoco ha pasado tanto como para no pensar en ello. —Me encogí de hombros.

Nos invadió el silencio por un rato hasta que me acordé del verdadero motivo por el que había comenzado aquella plática.

—Elliot verás, desde mañana no podré quedarme acá, necesito volver al trabajo.

Si analizabas su atractivo rostro y apreciabas lo bien que estaba viéndose esos últimos días, podías casi pensar que no estaba herido y solo descansaba en la cama, como cualquier otro chico en un fin de semana.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora