Parte 2. Capítulo 25

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Abrí los ojos en medio de un tumulto de paramédicos. Quise moverme, pero el cuerpo me dolía demasiado y sentía que el cuello se me partiría en dos. Así que antes de ponerme de pie, comencé a soltar alaridos.

—¡No te muevas! —me advirtió Bruce colocando su mano en mi pecho.

No había reparado en qué mi primo estaba justo a mi lado, pero eso significaba que la tía Eloísa había llegado justo a tiempo y seguramente habría puesto las cosas en orden. Miré la vestimenta de Bruce, la cual no combinaba con la de las personas que miré antes de desfallecer y descarté la idea de que él fuese uno de los que me rescató.

—Tus guardaespaldas han estado esperando que recuperaras la consciencia—dijo como si leyera mi mente—. Tienes que agradecerles que estuvieran tan atentos, uno de los paramédicos señaló que si hubieran llegado unos minutos más tarde, tal vez no la habrías contado.

Un escalofrío me invadió y se me erizó la piel. El pensar que estuve tan cerca de morir de una manera tan repentina e inesperada me puso peor. Presencié como mi cabeza comenzaba a dar vueltas y pensé que en cualquier momento echaría el estómago por la boca.

—¡Bruce! —sentenció su hermana con severidad. Estaba claramente disgustada por la manera sin tacto con la que me hablaba—. Ahorita no es momento para que le digas esas cosas, deja que terminen de atenderla y la lleven al hospital para que la revisen.

Quise girar mi cuello para mirarla y agradecerle su consideración pero me fue imposible. No tenía la energía ni la fuerza suficiente para hacerlo, estaba muy cansada y presentía que pronto volvería a la inconciencia. Y al despertar, habría muchas cosas que necesitaría resolver con algunas personas cuando volviera en mí, cosas no dichas o no aclaradas a las que tenía que ponerle un fin cuanto antes, porque después de casi morir, entendí que nadie tiene la vida comprada. Era irónico que esperé a que me pasara algo tan drástico como eso para entenderlo, siendo que ya lo había vivido antes con mis padres y ni así fui capaz de darme cuenta de lo que era verdaderamente importante. Miré una última vez a Bruce a los ojos, mientras relajaba el cuerpo y volvía a dormirme.

***

—Por favor, tranquilízate. Ya nos informaron que los tíos de Clare están detenidos, no vayas a hacer algo que estropee las investigaciones, ya tienen las pruebas suficientes para apresarlos.

—Eso no te consta.

Aún con sólo la mitad de mis sentidos alerta, podía reconocer aquellas dos voces. Max y Elliot estaban discutiendo cerca de mí. Noté algunas extrañas cosas envolviendo mi brazo y mis dedos, y cuando escuché el ruido característico de los aparatos médicos, supe que me encontraba internada en el hospital. Aquella escena me resultaba muy familiar y aunque a veces esa época parecía muy lejana y casi ser parte de un extraño sueño, las ligeras cicatrices que quedaron en mi cuerpo después de los tratamientos que tomé para reducirlas, eran un recordatorio que todo aquel abuso y violencia que experimenté por no confiar lo suficiente en Elliot si ocurrió.

—No se trata de que me conste a mí. Ya escuchaste lo que le dijeron a su familia y lo que agregó su abuela, ellos cuentan con todo lo necesario para encarcelarlos.

Elliot guardó silencio ante la insistencia de Max y luego maldijo.

—No me convence ni una mierda. Iré a revisar todo por mí mismo.

Escuché como este salió y dejó a Max suspirando por su terquedad. Me atreví a abrir los ojos ahora que solo estábamos los dos y cuando reparó en que ya estaba despierta, se acercó a mí rápidamente y me tomó la mano con sumo cuidado.

—Hola—murmuró—. ¿Eres experta en tenerme con el alma en un hilo lo sabías?

Miré las ojeras bajo sus ojos y lo demacrado que lucía, lo que reflejaba lo mucho que mi estado deterioró su propia salud.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora