Parte 2. Capítulo 1

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Miré mi atuendo una vez más y bajé del avión con paso decidido, por fin volví a la ciudad y me sentí más segura que nunca.

Transcurrieron cinco largos años desde que me fui y muchas cosas habían cambiado desde entonces, pero lo único que seguían intactas eran mis ganas de ver a Max, quien estaba aguardando por mi llegada. Seguí avanzando y corroboré la hora una vez más en mi reloj, aún tenía un par de horas libres antes de que empezara el velorio de Antonio Black y pensaba disfrutarlas a fondo. Respiré hondo por lo que se avecinaba, ya que después de mi reencuentro con uno de mis mejores amigos, comenzaría la guerra. Pensaba de demostrarle a esa bola de hipócritas que en algún momento se llamó mi familia, que regresé a reclamar lo que me pertenecía y no tenía miedo de dejarlos sin nada.

No obstante, no siempre tuve aquella confianza. Pasé mucho tiempo debatiéndome sobre cuando sería el mejor momento de regresar a poner orden, y por alguna razón, siempre terminaba aplazando la fecha. Pero después de que el abogado de mi abuelo me notificara de su muerte, no tuve más remedio que hacer a un lado mis dudas. Todo aquello era un juego mental y yo necesitaba ser la más fuerte de los contrincantes, solo así saldría airosa de toda esa turbia situación. Y así, días antes de volver, sentí una extraña paz. Como si mi interior también aceptara la idea de que las cosas saldrían bien debido a que ya no era la misma de antes. Pero ahora que pisaba de nuevo aquella ciudad que me dio tantos buenos como malos recuerdos, todo se sentía diferente. La incertidumbre de no saber qué sucedería se apoderó de mí, y causaba estragos en mi estómago.

Sacudí la cabeza. No era momento de flanquear y tenía que dejar de ponerme nerviosa por cualquier cosa. Aquella chica ilusa estaba en el pasado. Cuando tomé la decisión de irme a estudiar lejos y luchar por lo que me había sido arrebatado, entendí lo ciega que estuve por tantos años. Me engañé una y otra vez diciendo que estaba bien viviendo sin sueños ni metas, con la excusa de que así sería más feliz. Pero eso fue una mentira. Todo lo que en realidad buscaba era esconderme del mundo y cerrar mi corazón para que nadie más fuera capaz de lastimarme.

Y el único que se acercó a mí para intentar sacarme de esa burbuja fue ese chico de ojos verdes.

Pensar en él aún me dolía, no podía negarlo. Y aunque con el paso de los años ya no me acordaba de él con tanta frecuencia, cada vez que conocía a una persona con un perfil parecido al suyo, no podía evitar ser consciente del vacío en mi corazón. Ya no lo amaba con locura como en aquel entonces, pues mucho tiempo pasó desde eso, pero mentiría si dijera que ya lo olvidé completamente. Fue una persona demasiado importante en mi vida como para simplemente superarlo así como así, lo que solo ayudaba a aumentaba mi pesar. Recordé nuestra última conversación y la manera en que terminaron las cosas. Era un alivio saber que no llegamos a odiarnos, pero aun sabiendo eso, siempre quedaba esa duda de lo que podría haber pasado si no me hubiera marchado.

No seas tonta, Clare. Seguirías siendo esa chiquilla que tenía que ser salvada siempre. No serías la persona independiente y confiada que eres ahora. Le di la razón a mi subconsciente. Antes dependí demasiado de él y acabó ocultándome las cosas. Tomé la mejor decisión para ambos y nadie diría lo contrario.

—Clare.

Reconocería aquella voz en cualquier parte. Corrí hasta donde se encontraba y lo abracé con fuerza. Lo había echado muchísimo de menos.

—Qué bueno es verte, Max—dije sinceramente. Estaba demasiado feliz por encontrarme con él.

—Lo mismo digo, querida. Eres como el buen vino, entre más pasan los años más hermosa te vuelves.

Reí ante sus palabras y escondí mi cabeza en su pecho. Max olía a menta y a cariño. Él se convirtió en mi más grande apoyo emocional desde que lo conocí y me aliviaba saber que nunca abandonamos nuestra amistad. Si algo bueno me había dejado mi relación con Elliot, era aquel chico que siempre estuvo para mí desde que lo conocí.

—Solo han sido dos años desde la última vez que nos encontramos—puse la mirada en blanco.

Max me visitó algunas veces mientras estudiaba, así que simplemente exageraba. En esas ocasiones decía que estaba interesado en conocer mi nuevo estilo de vida y por eso viajaba hasta donde me encontraba, pero ambos sabíamos que lo hacía para escapar de los regaños y las humillaciones que su padre le propinaba desde que descubrió que era homosexual. Su vida desde que dejó de ser amigo de Elliot y novio de Noah comenzó a ir cuesta abajo, y perdió todo lo que le había costado tanto trabajo conseguir. Esa verdad me lastimaba también, pues su dolor era el mío.

Le enredé el cabello con cariño y escaneé su complexión física. Estaba más delgado que nunca.

—¿Sigues sin alimentarte adecuadamente?

Me dedicó una sonrisa ladeada sin ánimos de pretender.

—Te prometo que tuve mis dos comidas del día. Solo que no consigo comer más de lo que necesito para no morir.

Comprender que seguía con aquel problema me hizo sentir muy triste. Max perdió el sentido del gusto un tiempo atrás, nada le sabía bien y por consecuencia dejó de ingerir alimento. No se dio cuenta de su terrible estado de salud hasta que se desmayó en su departamento y su casera llamó a la policía cuando él no recogía su paquetería. Lo llevaron inmediatamente al hospital, luego pasó a sesiones con el psiquiatra y así sucesivamente, hasta que le diagnosticaron correctamente y pudieron medicarlo.

—Deja de verme con esos ojos, estoy bien. Y ahora aún mejor porque te veo y sé que podremos estar juntos.

Asentí no muy convencida, pues no tenía ganas de discutir tan pronto. Acabábamos de reencontrarnos y prefería dejar los reproches para más tarde.

—¿Deberíamos irnos de una vez? Muero de hambre—pronuncié.

Max me tomó de la mano y me condujo hasta el taxi que pidió. Subió mis maletas y nos dirigimos hacia el restaurante donde reservó.

—Te encantará el sitio, la comida es deliciosa y tienen una vista estupenda.

Sentí una extraña euforia.

—No me digas que has recuperado tú...

Negó avergonzado. La pequeña esperanza dentro de mí murió y él se rascó la nuca.

—Solía venir con Noah en el pasado. A él le encantaba y tengo la certeza de que su comida es deliciosa. Aunque ahora no pueda degustarla.

Nos invadió un silencio incómodo. Hablar de nuestros ex era casi un tema tabú entre nosotros. Nunca lo hacíamos. Conocíamos a la perfección lo mucho que todavía nos dolían aquellas heridas, así que preferíamos no echarles sal encima.

Coloqué mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Descansaría un rato en él, como hacía mucho no podía hacerlo. Cuando desperté estábamos frente al lugar. Tomé mi bolso y agradecí eternamente que el abogado de mi abuelo se hubiera encargado de todo y que mandara a una persona para llevarse mi equipaje hasta la residencia de los Black.

Max pagó el transporte sin siquiera darme una oportunidad de objetar para dividiéramos la cuenta y lo dejé pasar. Yo pagaría la cena esa noche de todas formas, aunque él no lo quisiera de esa forma. Entramos y noté a primera vista que era un sitio muy refinado. Agradecí que mi ropa, aunque lúgubre, era lo suficientemente elegante y me peiné un poco el cabello con los dedos para ocultar el hecho de que estuve dormida tan solo unos minutos antes. Tomé el brazo de Max para sentir más su calor y nos condujeron hacia nuestra mesa.

Mucho tiempo pensé en qué haría si alguna vez volvía a encontrarme con Elliot. Y solía soñar con todo tipo de locas situaciones en donde podría toparme con él. Como en un bar rodeado de chicas, o saliendo de un lujoso hotel acompañado de sus miles de guardaespaldas o incluso en las noticias, anunciándolo como el nuevo líder de la mafia. Todas mis ideas siempre resultaban demasiado descabelladas, sacadas completamente de un drama de televisión, ya que así imaginaba su persona cinco años después, como alguien lejano, un tipo de celebridad que reconocerías en cualquier parte pero que en realidad no sabías nada de él más que los escándalos que pasan en los medios.

Sin embargo, en la realidad no fue nada como eso. Pues cuando hicimos contacto visual, supe que no pude haber estado más equivocada. Aún nos reconocíamos. 

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora