Capítulo 13

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—Ésta definitivamente no es tu casa.

Dije al observar el almacén abandonado donde nos encontrábamos. El lugar lucía bastante tétrico y acabado. Algunas ventanas estaban rotas y no poseía más seguridad que una cadena y un candado amarrados a la puerta principal. Parecía una antigua fábrica que había ido a la quiebra. Miré en todas direcciones y me sentí incómoda.

—Siento que nos asaltarán en cualquier momento.

Elliot bufó y me miró.

—Créeme que si fuera un sitio peligroso no te hubiera traído conmigo.

Apretó con fuerza mi mano. Desde que habíamos abandonado el cementerio me tenía de esa forma, y debido a todas las emociones que me embargaron a la vez, ni siquiera tuve la oportunidad de reparar en el gesto. Así que ahora que comenzaba a volverme consciente de este, sólo carraspeé para aclararme la garganta.

—¿Entonces para qué estamos aquí?

Vislumbré sus bellos ojos verdes, que brillaban con una emoción que no alcancé a descifrar.

—Te presento mi refugio.

Arqueé una ceja. Genial, Elliot estaba demente.

—¿Tu refugio es una bodega abandonada?

Asintió, mostrándose muy divertido con mi escepticismo.

—No es que quiera decir algo malo acerca de éste, pero creo que es un pésimo sitio.

Sin permitirme agregar algo más, me jaló para que dejara de rechistar y fuimos directamente a la parte trasera.

—Entiendo que se vea realmente mal a primera vista, pero todo es parte de mi estrategia.

—¿Estrategia para qué? A veces hablas como si fueras un agente encubierto o un heredero perseguido por personas malvadas.

Pensé que Elliot se reiría de mi broma, pero por alguna extraña razón lo sentí tensarse. Estuve a punto de preguntarle el motivo de su reacción, cuando llegamos a una extraña puerta posicionada en el suelo. No era alguien demasiado temerosa, ni tampoco claustrofóbica, pero cualquiera en su sano juicio sentiría desconfianza de colarse por algo como eso. Notó la desconfianza en mi cara y se llevó mi mano a la boca.

—¿Confías en mí?

Me atraganté con mi propia saliva. Parpadeé varias veces sin la capacidad intelectual suficiente para responder a esa simple pregunta. Tomó mí mudez como una contestación positiva y jaló la perilla. Me adentré después de el por la puertilla y bajé las escaleras con sumo cuidado, pensando en qué tipo de animal o cosa extraña podíamos encontrarnos ahí. Pero para mi sorpresa, no llegamos a un túnel en malas condiciones o repleto de telarañas y polvo, sino que era otra de las entradas del sitio en el cual lo primero que noté fue el ring de box que estaba en medio de la habitación. Tenía algunos otros accesorios de ejercicio, como barras y pesas, un sofá de un tamaño bastante decente y algunos otros juegos, como una mesa de billar. Estaba bastante asombrada por lo bonito que estaba aquel lugar. No parecía nada un sitio en ruinas, es más, podría ser sin ningún problema un establecimiento.

—Subestimé tu refugio.

Elliot dejó ir mi mano. Aproveché ese instante para acomodar mi cabello. Sabía que no tenía el mejor aspecto y menos después de lo mucho que lloré. Miré como él buscaba unas cosas en un cajón y poco después me tendió unos guantes de box. Levanté la vista hacia sus ojos, sin entender que quería.

—Vamos, póntelos.

Fruncí el ceño.

—Nunca antes he practicado box. ¿Vas a pelear conmigo?

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora