Si tenía que utilizar una palabra para describir su apartamento sería: ordinario.
Exactamente, contra cualquier pronóstico su hogar resultó de lo más común y corriente. Vivía en un área bastante decente, ni muy pobre o muy exclusiva, simplemente parecía el lugar ideal para que un joven en sus veinte y con un salario modesto residiera.
—Pareces muy confundida con esto. —dijo mientras subíamos las escaleras del complejo.
Elliot comenzó a reír mientras me guiaba.
—Es solo que el que vivas de una manera tan normal sigue sin parecerme real. Sin ofender.
Al parecer no vivía tan lejos de lo que me imaginé, así que poco tiempo después de mi debate mental ya estábamos estacionándonos. Me sudaban las manos por el nerviosismo, una cosa era que un chico te invitara a cenar y se conocieran, pero otra muy diferente era que te llevara a su casa, casi como si buscara asegurarse de que nunca más dudaría de él.
Es porque eres una paranoica y no le dejaste otra opción.
Tragué en seco y me dediqué a seguirlo. Paramos en el tercer piso y caminamos por un breve pasillo hasta dar con su apartamento.
—Aquí es.
Abrió la puerta y lo primero que noté fue lo vacío que se encontraba. Tenía un sofá y una televisión en la sala. Me adentré un poco más y me percaté de los dos bancos que completaban la barra donde suponía desayunaba.
—No paso mucho tiempo acá. —quiso excusarse.
—No te juzgo.
Y en verdad no lo hacía. ¿Quién era yo para decidir si su casa era buena o no?
Elliot caminó hasta el sofá y dejó caer unos documentos.
—Por favor toma asiento.
Arrastré uno de los bancos y coloqué mis cosas sobre el otro. Lo miré expectante sin saber cómo continuaría ese extraño día.
—¿Y bien? ¿Qué es lo que tienes preparado?
La curiosidad me estaba matando, sobre todo debido a que solamente tenía un refrigerador en su cocina, nada de estufa u horno. Además, no era el tipo de persona que parecía amar cocinar, pero quien sabe, a lo mejor y me daría una grata sorpresa.
—Espero no te moleste que haya mandado a pedir comida de un restaurante chino del vecindario.
Sonreí y negué con la cabeza.
—La comida china me parece excelente.
Elliot se acercó a mí, tomó mis cosas y las colocó en otro sitio.
—Bueno, creo que ahora puedes estar un poco más tranquila.
Me revolví en mi asiento y bufé.
—Esto no quiere decir nada.
Era demasiado testaruda como para darle la razón tan rápidamente, pero ambos sabíamos que ya no estaba para nada cohibida con su presencia, por lo menos no porque pensara que era un delincuente. Toqué uno de mis bolsillos sin querer y recordé la lista de preguntas que tenía para realizarle.
—En realidad tengo varias cosas que deseo me respondas. —Carraspeé y la desdoblé. —Si tú quieres, claro.
Percibí lo roja que me había puesto y odié la forma tan demandante con la que le hablé, como si de alguna manera Elliot me debiera explicaciones; pero la verdad era que quería conocer más de este, sin olvidar que no podía quitarme esa sensación de que todo lo que me decía de su persona no terminaba de convencerme.
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Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]
RomanceTodo comenzó aquel día en el que el gran juicio y moral de Clare, no le permitieron abandonar a un chico de su inminente muerte. Esta es la historia de cómo una chica le salva la vida al heredero del clan Eloy, el más famoso clan de mafia de Estado...