Parte 2. Capítulo 6

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Era sábado por la mañana y se estaba celebrando un evento de caridad en la mansión en honor a Mackenzie Black, la hija de la hermana de mi abuelo. En cualquier otra ocasión jamás habría sido invitada, pero como ahora tenía escrito en la frente el porcentaje de acciones que me otorgarían, todos me trataban distinto. Era parte de la familia de nuevo. O por lo menos lo sería hasta que dejara de serles de utilidad.

Miré el desarrollo de la fiesta matutina y casi deseé volver a la oficina para ser explotada por mi abusivo jefe. Era cierto que la pasaba mal en la empresa, pero por lo menos podía distraerme de todas mis preocupaciones con las montañas de documentos que tenía que revisar, y estar sentada en aquella mesa del jardín con la mirada asesina de Celia y Abigail posadas sobre mí era muchísimo peor que las quejas de Alexander.

Tomé la taza de té que me sirvió una de las criadas y deseé con todas mis fuerzas que se convirtiera en whisky. No era una gran celebración sino más bien una modesta y elegante reunión de damas donde todas y cada una de ellas darían grandes sumas de dinero a nombre de sus familias, así asegurarían los próximos negocios de sus maridos. Los eventos de caridad realmente funcionaban para ver quién era el más acaudalado y sobre todo, cuanto "valoraban" la amistad de la organizadora. En otras circunstancias me hubiera negado rotundamente a presentarme, pero como me beneficiaba ganarme la simpatía de los demás, necesitaba socializar con ellos lo más que pudiera. Volteé a ver a mi abuela quien se encontraba sentada a mi lado y por primera vez agradecí al cielo que haya tenido un cambio de corazón. Y es que la sorpresa que sentí cuando la miré entrar a mi habitación aquel día no se asemejó a nada que haya vivido antes. Si había algo de lo que estaba muy segura, era que nunca tendría el amor de mi familia. Pero verla ahí, tan frágil y arrepentida, me hizo sentir un poco culpable por cómo me estuve comportando con ella. A pesar de que Antonio Black no podía ser catalogado como un buen hombre, todos sabían lo mucho que respetaba a su esposa. Siempre le dio el lugar que se merecía y ella también lo quería. Ambos habían pasado casi toda su vida juntos, solamente apoyándose el uno en el otro y cuando éste falleció, podía imaginarme el vacío y la incertidumbre que le dejó. Lo entendía porque yo también lo experimenté. Porque yo al igual que ella pasé muchas noches sin poder conciliar el sueño, pensando en qué sería de mi porque estaba completamente sola. La empatía que fluía en mí ser hacia Gisella, no era suficiente para perdonarle todo lo que me hizo, pero por lo menos no seguiría siendo grosera con ella. Entonces al final terminé diciéndole que todo estaba bien y que no tenía que seguir preocupándose por eso. La miré retirarse con una sonrisa y no pude quitarme aquel extraño malestar en la boca del estómago por los siguientes días.

Podía decir que con aquella "reconciliación" la atmosfera en la casa mejoró bastante. Por lo menos mis tíos ya no se atrevían a molestarme a sus anchas. Era muy satisfactorio ver como se tragaban todo su odio y eso me tentaba constantemente a decirles algo que los hiciera perder los estribos. Sin embargo, todo iba llegar a su tiempo. No tenía que apresurarme por castigarlos.

—Me gustaría invitar a Abigail Black a decir unas palabras.

Mi nefasta prima se levantó de su asiento intentando lucir asombrada por ser elegida de repente para tal cosa. A simple vista daba la imagen de una chica dulce y modesta, pero cuando pasó a mi lado y me dedicó una mirada desdeñosa, sintiéndose victoriosa por conseguir algo que yo no tendría, supe que estaba podrida por dentro y que eso jamás cambiaría.

Desearía tener a Max aquí conmigo. Tuve toda la intención de invitar a mi mejor amigo para que me hiciera el evento mucho más sencillo de digerir hasta que escuché a mi tía advertirle a Brandon que se comportara y se quedara fuera de todo. La tendencia de acosar a las hijas de los socios de mi abuelo de mi primo era muy conocidas entre los mismos jóvenes del círculo social. Todos sabían lo desagradable que podía llegar a ser y las chicas tendían a evitar todo tipo de reunión donde él estuviera incluido. Pensaba en la impotencia que ellas debían sentir de no poder decir nada para acusarlo por miedo a la vergüenza que eso traería a su familia y a su apellido.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora