Capítulo 8

8.7K 517 34
                                    

No deberías estar así de nerviosa Clare, respira por favor, no te olvides de respirar.

Me miré con detenimiento en el espejo, revisé lo que llevaba puesto más de mil veces mientras intentaba deliberadamente ignorar todos los mensajes y llamadas pérdidas que tenía de Natalia. Sabía lo que quería decirme y más que nada, conocía qué buscaba que respondiera, pero lamentablemente aun no tenía nada concreto para contarle, así que era mejor esperar un poco antes de hacer algún comentario que después tuviera que retirar porque resultó ser falso.

Eran las dos de la tarde, faltaban tan solo dos horas para que Elliot llegara y no sabía cómo contener mi nerviosismo. Aun no estaba completamente segura de si debía creerle o no, ya que corroboré lo sencillo y natural que le resultaba mentir; pero a su vez, también sentía que se merecía el beneficio de la duda, ya que aunque Joaquín me advirtió de él no por eso lo echó a la calle después de auxiliarlo, lo que me daba entender que un tipo que lograba eso de él no debía ser tan mala persona.

Caminé de un lado a otro, bajé las escaleras y las volví a subir como una completa desquiciada. Tenía que planear algo.

Corrí de nuevo hacia dentro y busqué en la cajonera un bloc de notas. Apuntaría todas las dudas que poseía acerca de Elliot y le haría responderlas durante la cena. Puede que fuese un poco grosero hacer eso con una persona a la que tenías poco tiempo de conocer, pero si él quería seguir manteniendo contacto conmigo necesitaba quedar con una paz mental suficiente como para no estar pensando cada vez que me lo encontrara que me van a secuestrar o hacer algo extraño.

Escuché mi celular vibrar de nuevo y rodé los ojos. Realmente Natalia no se rendía jamás. Al levantarlo de la cama noté que no era ella, ni siquiera me dejaba ver el número como tal, sino que salía llamada privada. Dudé un poco pero al final me decidí por atender.

—¿Bueno?

Y nada.

Esperé por más de quince segundos y parecía no haber nadie detrás del teléfono.

—¿Quién habla?

Y de nuevo nada. Comencé a dudar bastante así que terminé colgando. No le encontraba ninguna respuesta lógica, así que me sacudí el mal sabor de boca que me dejó y continué con la lista de preguntas. Mientras estaba sumergida escribiendo, llamaron a la puerta.

Oh dios, creo que se me bajó la presión. ¿Es Elliot? Pero faltan dos horas para la cuatro, ¿qué voy a hacer?

Alisé mi cabello como pude mientras me acercaba a la puerta con el corazón desbocado, aún sin finalizar de prepararme mentalmente para ese momento. Sin embargo, cuando tomé el pomo y lo giré, no se encontraba la persona que pensaba.

—¿Qué haces aquí? —espeté secamente. De toda la gente habitando en el planeta, me buscaba la única persona de la que nunca lo esperaría.

—¿Es así como le hablas a tu abuelo, jovencita?

Rodé los ojos conteniendo mi impulso de soltar una grosería.

—Yo no tengo familia señor, la mía murió hace ya algunos años.

Y no era falso. Aquellas otras personas con las que compartía apellido no significaban absolutamente nada para mí, así como mis padres y yo no significamos nada para ellos en los momentos difíciles.

Carraspeó y me hizo a un lado. En mi mente pasaron todo tipo de respuestas vulgares y rudas para obligarlo a marcharse, pero en el fondo sabía que eso no tenía sentido alguno. Antonio Black era conocido por su poca paciencia y lo duro que podía llegar a ser para las personas que iban en su contra, y lo que menos deseaba era ocasionarle problemas a los señores Brown que tanto habían hecho por mí, además, si venía en persona a buscarme, debía ser por algún asunto urgente que necesitaba arreglar conmigo.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora