Día 82 (pt 1)

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Realmente no soy yo. La chica en el espejo no se parece ni un poco a mi; esa chica tiene el cabello acomodado, sujeto por dos pasadores negros a los lados, brillo labial, vestido rosa con flores. Me acomodo el vestido ya que siento que está demasiado arriba de mis rodillas.

Justo cuando tomo el celular para ver la hora, escucho el claxon del auto de Hayes. Los nervios aparecen en mi estómago de tan sólo pensar en lo que el idiota de Grier podría llegar a pensar. Tomo una bocanada de aire y me digo que nada malo va a pasar.

Me detengo antes de salir y nuevamente me acomodo el vestido. Me quedo perpleja cuando Hayes se detiene en la escaleras para mirarme con atención. Sus ojos recorren mi cuerpo de arriba a abajo, lo único que hago es quedarme parada en el umbral de la puerta con la mano en la perilla.

- Hola- saludo para tratar de romper el silencio incómodo y las miradas raras.

- Hola- responde.

Cierro la puerta detrás de mi y camino hacia Hayes. No hago contacto visual, me limito a sólo mirar mis converse negros.

- Creí que odiabas usar vestidos y faldas porque son incómodos- me dice una vez que estoy cerca de él- Y tu vestido es rosa, tú nunca usas ropa rosa, ¿Estás bien Stass?

No sé si sorprenderme por su comentario.

- Bueno, el novio de mi mamá me llevó a comprar ropa y pensé que sería buena idea cambiar un poco mi estilo.

- Te ves linda- me toma de la mano- A pesar de que pierdes tu raro estilo, debo admitir que te ves bien.

Una sonrisa se forma en mi rostro.

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- Entonces, ¿hace seis años que no vienes a una pista de hielo?- afirmo sin despegar la vista grande pista de hielo, en la que sólo hay quince personas patinando- Te dije que habría menos gente a esta hora.

- ¿Cuándo fue la ultima vez que viniste?- pregunto de repente.

- Creo que hace un año, en el cumpleaños de Nash- frunce las cejas pensativamente- ¿O fue hace dos?

Suelto una risa nerviosa, miro los patines y las afiladas navajas contra el piso.

- ¿Quieres entrar ya?

- ¿Seguro que no duele mucho cuando te caes?- pregunto insegura.

- Seguro, el trasero de Nash pasaba más tiempo en el hielo y estaba bien, así que tu no tendrías que llorar o algo por el estilo... A menos que un patín te corte el cuello.

Giro rápidamente para darle un golpe en el brazo.

- ¡Deja de bromear con eso! Quizá muera.

Entramos a la pista por la estrecha puerta. Un guardia lo obliga a que levante el brazo para mostrarle una pulsera que indica que podemos entrar. Con pasos nerviosos me sostengo del marco de la puerta. El patín toca el hielo y por instinto me sujeto más fuerte al marco. Me estoy arrepintiendo de haber venido. Cuando tengo los dos pies dentro de la pista, el guardia me pide que le muestre el brazalete. Estiro mi brazo para mostrarle el brazalete color verde.

- Adelante- sonríe.

Mis pies comienzan a resbalar lentamente sobre el hielo. Intento seguir a Hayes, pero mi miedo no me lo permite. Tomada de la barra comienzo a impulsarme, poco a poco dejo de sentir las piernas rígidas.

- ¡Creo que ya puedo!- digo felizmente ya sin sujetarme.

Muevo los pies de una manera extraña provocando que Hayes ría, me importa poco gracias a la emoción que me provoca patinar sin caerme aún.

- Ya puedo, ya pue...

Cierro la boca cuando mis pies chocan haciéndome perder el equilibrio, provocando que mi trasero toque el frio suelo. Escucho la escandalosa risa de Hayes que atrae la mirada de las pocas personas que pasan junto a nosotros. Como puedo me levanto y acomodo mi vestido, tomo mi tiempo para acortar el poco espacio que queda entre nosotros. Hayes sigue riendo, tiene las manos en el estómago, supongo que por el dolor causado por la risa.

- Tuviste que haber visto tu cara- dice en medio de la carcajada- Primero fue de emoción y después de pánico.

- No es gracioso- le digo enojada- No me dolió, pero es bastante grosero de tu parte que en lugar de haberme levantado lo único que hiciste fue reírte.

- Stass, lo siento, pero realmente fue gracioso

- Está bien, pero cuando tu caigas me voy a reír de ti.

- Stassie, Grier nunca se cae- me mira- Y puedo apostar a que si eso llegara a suceder, tu me ganarías en el número de caídas.

- No... esta fue mi primer y última caída, puedo apostar lo que sea a que te vas a caer más veces que yo.

Hayes sonríe y se cruza de brazos.

- Tengo una idea- sonríe ampliamente- Por cada caída tuya, me tienes que dar un beso. Y por cada caída mía tú....

- Te doy un golpe- contesto rápidamente.

- Pensé que dirías otra cosa... pero está bien ¿Trato hecho?- extiende su mano.

Tomo su mano y la estrecho. Nos soltamos, él comienza a patinar y yo pongo mis manos en el cristal para sostenerme y así evitar caer.

- Por cierto, no puedes sostenerte de nada- me mira burlonamente.

Me quejo en silencio, lentamente comienzo a patinar y retiro la mano del cristal. Después de unos diez minutos patino como si tuviera experiencia; sonrío al darme cuenta de que no me he caído. Minutos después, Hayes cae de la misma forma que yo. Una risa sale de mi boca y tengo que llevar una mano a ella para evitar que se oiga tan fuerte.

- Me debes un golpe- le digo.

Me acerco a él y mientras se pone de pie yo sigo riendo.

- ¿Dónde quieres el golpe?- le digo burlonamente.

- Maldita sea... aquí- señala su brazo.

Preparo el puño para pegarle, pero de un momento a otro tengo sus labios en los míos. No me quejo, ni hago un intento por alejarlo, simplemente lo acepto y sigo el beso. Toma con fuerza mi cintura y yo me cuelgo de su cuello. Después de todo, no fue mala idea.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2021 ⏰

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100 días para enamorarlo ||Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora