Día 71

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M A R A T Ó N  3/3

Tres vueltas después, de las casi cincuenta, sólo nos encontramos veinte personas corriendo. Katty, ya en las gradas, se echa aire con sus manos, mientras se quita el sudor de la cara. Katty se tropezó con su propio pie y por el cansancio ya no quiso levantarse de la grava, aunque se raspó un poco la rodilla. El idiota de Connor sigue corriendo sin problema alguno y yo sigo trotando e intento no jadear; no puedo darme un pequeño descanso porque la maestra de seguro me manda a las gradas. Siento gotas de sudor en la sien; apuesto que tengo las mejillas rojas. Tengo la boca seca y las piernas cansadas. El chico delante de mí se detiene un segundo y pone las manos en su estómago mientras regresa todo lo que comió en el receso. No lo miro y paso a su lado ignorando lo que hace y el olor que produce.

- ¡RICHARD, FUERA DEL CIRCUITO!- grita la maestra- ¡Ahora quién demonios va a limpiar eso!

Sigo trotando y llega otra bolita de chicos, que, supongo, harán también el examen. Entre ellos distingo a Hayes, que está en cuclillas amarrándose las agujetas. Mejor me concentro al frente porque sabiendo lo torpe que soy, terminaría tropezándome y con grava por toda la cara. No es mucho lo que recorro pero otros dos compañeros quedan fuera. Se me olvida cómo respirar con normalidad. Sigo trotando a pesar de que mis pulmones no dan más y el sol está cada vez más fuerte. Me detengo sólo un segundo; pongo mis manos en mis rodillas; siento la garganta seca y la falta de aire en mis pulmones. Comienzo a jadear para recuperarme, pero el aire no es suficiente.

- ¡Stassie, a las gradas!- grita la profesora.

Sin embargo, me siento en el suelo e intento respirar con normalidad, ya que la cabeza comienza a dolerme. Cierro los ojos y respiro profundamente. Abro los ojos otra vez y... no estoy sentada a orillas del campo de fútbol, sino en la enfermería.

- Vaya, parece que la señorita ha despertado- escucho la voz de la enfermera.

En seguida escucho sillas resbalarse y pasos hacia mi; todos son rostros familiares: Katty, Nash, Hayes y Fred.

- ¿Qué demonios hacen aquí?- pregunto- ¿No tendrían que estar haciendo su examen?

- Bueno...- balbucea Hayes- técnicamente los que estamos en el equipo ya tenemos un diez asegurado.

- ¿! Es broma verdad!?- Fred hace una expresión casi de susto- ¿Le di seis vueltas a la cancha en vano?

Hablando de vueltas y calificación... ¿cual habrá sido la mía? ¿Había aprobado la materia?

- ¿Aprobé el examen?- pregunta un poco espantada.

Todos se sorprenden con mi pregunta, incluso la enfermera.

- Te desmayaste por el cansancio y la insolación... ¿y te importa si aprobaste la materia de la maestra gruñona?- Katty me mira como si yo estuviera loca.

- Cariño, ella tiene razón. Creo que deberías descansar y tomar agua si no quieres que te dé una jaqueca terrible- la enfermera se acerca a mi; hace a un lado a Hayes y a Fred- Cariño, siéntate, por favor- lo hago y la cabeza comienza a dolerme un poco.

La enfermera palpa mi frente y revisa mis ojos.

- Deberías irte a casa y descansar el resto del día- me aconseja.

- Yo te llevo- propone Hayes.

Katty pone cara sospechosa, como si Hayes quisiera aprovecharse de la situación. Hayes me tiende una mano para ayudarme a parar.

- Tengo que ir por mis cosas- le recuerdo.

- Solucionado- Fred levanta mi mochila y, al parecer, tiene mi ropa hecha bolita dentro, ya que parece que va a explotar.

- Todo prevenido- Katty sonríe.

Me despido de la enfermera y le doy las gracias. Fred y Katty toman rumbo a clases, Hayes y yo nos dirigimos al estacionamiento.

Pasa una mano por mi cintura mientras me acerca a él, como si estuviera previniendo una caída que futuramente quizá suceda.

- Jamás en la vida había conocido a una chica que corriera lo mismo que un jugador de fútbol.

- ¿Por qué lo dices?- lo miro curiosa.

- Fuiste la única chica entre los últimos cuatro.

- ¿Es broma?- niega con la cabeza- Ah, entonces huir de los perros es un buen entrenamiento.

Hayes suelta una carcajada.

- Supongo que el desmayo valió la pena.

- Creo que sí, aunque me duele mucho la cabeza.

- ¿Quieres que te cargue de caballito?- lo miro un poco asustada- ¿De que te asustas? Ya lo hemos echo antes- sonrío.

- Como en los viejos tiempos- le digo.

- Eso sólo aplica cuando ha pasado mucho tiempo, y si no mal recuerdo, eso no tiene mucho tiempo- le golpeo el brazo.

Este es mi pequeño regalo de navidad para ustedes. Deseo que pasen una muy linda navidad. Espero que disfruten el maratón, amores ❤️.

100 días para enamorarlo ||Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora