Día 82

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Abro los ojos y me doy cuenta de que ya es de día pero no tengo idea de si es muy tarde o muy temprano. Cierro nuevamente los ojos para tratar de conciliar el sueño, pero me resulta imposible.

Hayes ya no está acostado, así que me acomodo boca arriba y me dedico a ver el techo. Repentinamente todos los recuerdos de anoche llegan a mi mente y una sonrisa estúpida aparece en mi rostro. Después de unos segundo regreso a la realidad, levanto un poco las cobijas para asegurarme de que tengo ropa puesta, después de confirmarlo me relajo. Sin pensarlo, comienzo a preguntarme si todo fue un sueño, de esos en lo que todo se siente y parece real.

Busco mi pijama en el suelo. Salgo del cuarto de Hayes y observo que no hay nadie en el comedor. Camino despacio hasta las escaleras y bajo cruzada de brazos por el frío que hace en esta casa. Hay tanto silencio que comienzo a ponerme nerviosa ¿en dónde carajos está Hayes?

Cruzo de nuevo el comedor y me dirijo a la enorme cocina. Cuando entro, lo veo; tiene las manos en la cara, como si estuviera pensando en algo o se hubiera quedado dormido ahí... o quizás está muerto porque no se mueve.

- ¿Hayes?- pregunto para asegurarme de que sigue vivo.

Al escuchar mi vos da un pequeño salto y me mira con los ojos entrecerrados. No puedo evitar soltar una risa.

- ¿Por qué estás despierta tan temprano?- me pregunta y gira hacia mi.

- Bueno, creo que debería preguntar lo mismo.

Me acerco a la barra y me posiciono enfrente de el con los brazos cruzados. Espero su respuesta. Parece algo serio y confundido a la vez como si estuviera discutiendo con su yo interno.

- ¿Qué haces aquí?- le pregunto.

- No podía dormir...

- ¿Pero que haces aquí?

- No podía dormir...

- ¿Fue por lo que pasó anoche?

- No Stass, no tiene nada que ver- me interrumpe- Sólo, me puse a pensar muchas cosas y se me fue el sueño.

- ¿Quieres un abrazo?- sonrío.

Inmediatamente abre los brazos y me dirijo hacia él, me rodea fuertemente con sus brazos. Rodeo su torso desnudo con mis brazos, me posiciono entre sus piernas y recargo mi cabeza en su hombro. No me molestaría quedarme así por un buen rato.

- ¿Qué hora se supone que es?

- Las siete de la mañana- responde- Si quieres podemos volver a dormir.

🤍

- A las cuatro- le grito a Hayes desde la entrada.

- A las cuatro será- responde desde la ventana de su auto.

Sonrío al instante. En seguida de entrar a la casa, hay algo que no cuadra, todo está en total silencio como si algo malo hubiera pasado.

- ¿Mamá?- me atrevo a preguntar.

- No está- responde Nathan.

Camino hasta la cocina y lo veo sentado en la mesa comiendo un paquete de galletas.

- ¿Dónde están?

- Brooke salió con sus amigas. Tu madre y mi padre salieron- responde y le da un mordisco a su galleta- Por cierto ¿dónde has estado? Desde la "pelea" no te veo.

- En casa de Hayes.

Tomo una manzana del frutero y acerco una silla para poder sentarme.

- ¿Estuviste en su casa?

- Si... ¿por qué?- pregunto dudosa.

- ¿Qué estuvieron haciendo?

- Nada- respondo mientras le doy una mordida a mi manzana- Me quedé con él porque su familia se fue de vacaciones y no quiso ir.

Nathan me mira y desecha la envoltura de las galletas. ¿Qué demonios le pasa? ¿Acaso cree que tiene derecho de cuestionarme por lo que hago con mi vida?

- ¿Qué?

- Nada, sólo que hay algo que no cuadra.

Ignoro su comentario y me levanto de la silla para dirigirme a mi cuarto. Una vez en el veo todas las bolsas de ropa que Brooke pagó por mi... bueno, en realidad fue su papá. Me acuesto boca arriba. Tenía que vestirme de forma linda, o al menos intentarlo. Por segunda vez en mi vida, intentaré arreglarme para impresionar, ya que la primera no funcionó.

Hayes me había dicho que estaba aburrido de estar en su casa y que quería salir a algún lugar, entonces acordamos ir a la pista de hielo. Quedamos en que pasaría por mi a las cuatro, porque según él, a esa hora hay menos gente. Según mis recuerdos no había ido a una pista de hielo desde el cumpleaños de Katty... Katty. ¿Acaso aún sabrá que existo y que soy su mejor amiga? Me pongo una mano en la frente porque tengo un extraño sentimiento, como si hubiera perdido a una hermana.

Me levanto y tomo algunas de las tantas bolsas de ropa. Las vacío todas encima de la cama. Al ver tanta ropa me sorprendo. Incluso hay ropa que recuerdo no haber escogido. Saco otra de las dos bolsas restantes y me doy cuenta que una de ellas pesa más que las anteriores, así que antes de vaciarlas reviso que es lo que hay en su interior: zapatos. ¿Qué demonios voy a hacer con tantos zapatos?

¿En serio yo elegí esto? Porque jamás en mi vida yo compraría esto por voluntad propia.

Entre el montón de ropa elijo un vestido rosa con pequeñas flores blancas y unos converse negros. Realmente no recuerdo cuando elegí esto. Una vez hecha la elección es hora de tomar una ducha.

Chicas, mi intención no era dejar el maratón incompleto, no se preocupen, posiblemente más tarde lo continué o a mas tardar mañana.
Anyway, espero que les esté gustando 💓

100 días para enamorarlo ||Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora