Día 60

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MARATÓN 2/3

Stassie Jones, la chica que muy pocas veces ha huido de la escuela, está aquí, bajando del auto de Hayes Grier justo en una plaza en la que jamás había estado; apuesto a que Katty tampoco sabía de ella, quizá sea porque está a una hora de donde vivimos.

-¿Por qué hemos venido aquí?- cuestiono.

- Porque si íbamos a una plaza cercana a la escuela nos encontrarían.

En las escaleras eléctricas le pregunto:

-¿Qué vamos a hacer aquí durante seis horas?- me cruzo de brazos- ¿Sentarnos y ver a la gente pasar o contar cuantas tiendas hay en el lugar?

- Podemos hablar y caminar.

Después de eso se queda callado, analizando si lo que acaba de decir es buena idea.

¿Qué rayos pensaste al salirte de la escuela? ¿Y con él? Dios mío.

La escalera eléctrica llega a su fin y damos un paso fuera de ella, atravesamos las puertas de cristal que se abren automáticamente y nos quedamos parados viendo a nuestro alrededor; personas vestidas con ropa de marca, lentes negros, perros enanos, precios altos y una plaza gigante bien adornada. Quizá sean unos ocho pisos, de los cuales tres son estacionamientos y, alguno una terraza de restaurantes.

-¿Quieres ir a alguna tienda a comprar ropa?- pregunta en tono sereno, como si quisiera arreglar esto.

- Bomeas, ¿cierto?

Niega con la cabeza.

- No compro demasiada ropa como para saber a qué tiendas ir- suspiro- Aparte, esto es demasiado caro, no tengo dinero para pagarlo- le susurro.

- Esto será aburrido.

- Entonces... ¿me haría el honor de aburrirse conmigo?- intento imitar lo que él hizo en la mañana.

Sonríe un poco.

- Claro que si.

Toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos, lo que provoca que sienta mariposas en el estómago y quiera gritar de la emoción.

Recorremos cada uno de los pisos y eso realmente es aburrido, lo único que me ha hecho seguir caminando y no poner atención a lo demás es que Hayes en ningún momento ha soltado mi mano, incluso a veces aprieta un poco más para llamar mi atención y enseñarme algo que él cree que me podría gustar.

Llegamos a la última planta, una terraza llena de restaurantes. Nos sentamos en unos sofás que están al aire libre y, como si ambos pensáramos lo mismo, nos volteamos a ver.

- Tengo hambre- decimos al unísono.

Abro mi mochila y busco mi cartera; sólo traigo dinero suficiente para el desayuno escolar, lo cual no alcanza para un helado en este lugar. Miro a Hayes e intento sonreír para ocultar mi cara de frustración.

- ¿Qué quieres comer?- me pregunta- Traigo suficiente dinero para comprar todo lo que quieras.

- Hayes...- comienzo.

- Creo que yo debo solucionar todo esto, fue mi decisión venir aquí- dice.
Le sonrió y siento como nos mejillas a sonrojan. Como si ya fuera costumbre, se acerca a mi y me besa. Me pone una mano en la cintura y otra en mi mejilla, yo pongo mis manos alrededor de su cuello. Como no opongo resistencia alguna, sigue besándome tan lento como la primera vez, y siento la misma emoción. Después de unos minutos se separa un poco y me dice en tono burlón.

- ¿Aún tienes hambre?

Lo miro de mala gana y me separo de él. ¿Por qué siempre arruina esos momentos?

100 días para enamorarlo ||Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora