Día 75 (parte 1)

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Le doy un último vistazo a mi atuendo y hago una mueca mientras muevo un poco incómoda los pies con los zapatos de piso color crema; creo que el vestido blanco con pequeñas flores rojas me hace parecer una pequeña de cinco años. Me siento rara con el cabello peinado de forma ondulada y fijado con spray. ¿Qué clase de hombre era el que vendría a cenar para obligarme a usar vestido? Seguramente de dinero o que de verdad le interesa e intenta hacerle creer que su hija es perfecta, supongo.

Suelto un suspiro y tomo mi celular, me tomo una foto y se la envío a Katty. Minutos después, recibo una llamada de ella.

- ¡Vaya, vaya, Stassie!- es lo primero que dice cuando contesto- ¡Pero que tierna te ves!

- Cállate- le digo- Estoy totalmente en desacuerdo con esto y de seguro odiaré al novio de mi madre.

- Bueno, te entiendo. Yo tampoco querría que mi papá y mamá se separen y comiencen su vida con otras personas.

Levanto la vista de mis tontos y brillosos zapatos de color crema.

- No quiero tener hermanastros...-suspiro- mucho menos una hermanastra de mi edad.

- Es curioso, yo tampoco quisiera tener uno. Sería como tener una guerra.

Tiene razón. Chicos de nuestra edad con diferentes personalidades y aspectos que son capaces de arruinarnos la vida.

- ¿Por qué presiento que algo malo ocurrirá?- le pregunto en un susurro.

- ¡Eso es obvio!- me grita- Dos familias diferentes que intentan ser una nunca acaban bien.

Escucho el timbre y decido despedirme de Katty. Bajo las escaleras y me topo con mamá a punto de abrir la puerta.

- Compórtate- susurra.

Mamá lleva un vestido negro de tirantes y con un escote en V enfrente y atrás, zapatillas negras, cabello lacio y suelto. Sonrío cuando abre la puerta.

- Hola- dice aquel hombre desconocido para mí.

Mamá se hace a un lado y deja pasar al señor y a sus dos hijos; debo admitir que el chico no está nada mal: alto, cabello negro, ojos oscuros y una bonita sonrisa; ella pone cara de "no me toques, valgo mucho", kilos de maquillaje y un vestido que nos deja ver casi de color son sus bragas, con un gran escote que muestra el gran busto que carga. Me miro discretamente el pecho y me siento un cerrito en comparación de aquel monte Everest. El señor se acerca a mí y veo su gran y radiante sonrisa intentando ganarme con sus encantos, pero lo único que consigue de mi parte es una mirada nada agradable. Él estira su mano para saludarme, pero le sonrío falsamente para que entienda que no estrecharé su mano.

- El señor- tan alto como mi papá y de ojos azules- da por hecho que no me agrada.

- Hola, querida- le dice a mamá mientras le da un sonoro beso en la mejilla.

Mi cara de horror se hace visible; cuando el chico lindo se pone frente a mí para saludarme, suelta una pequeña risa que trata de matizar su fingida tos. Se acerca para darme un beso en la mejilla pero instintivamente retrocedo. Su hermana, la chica monte Everest, se acerca a saludarme pero antes escudriña mi atuendo y hace una mueca al ver mi vestido. Me regala una sonrisa y se va con su padre. Maldita niña de papi con busto grande.

- La cena ya está lista, vamos a cenar- dice con alegría mi mamá.

Ella y yo les permitimos el paso a los demás.

Tomo discretamente mi celular y me mando un mensaje a Katty.

- "La chica tiene un vestido tan corto que le puedo ver las bragas, siendo sincera, creo que no trae ni tanga"

100 días para enamorarlo ||Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora