6. Brillante constelación.

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     El sonido del agua goteando del grifo era lo único que hacía eco en aquella inmensa habitación, acompañado de los pequeños murmullos provenientes de los bebés que se encontraban en la bañera. Los pequeños jugaban entre sí, sintiéndose tan maravillados por aquella nueva sensación que tenían en esos momentos.

Tan felices, tan inocentes y siendo tan increíblemente adorables mientras trataban de atrapar el agua entre sus pequeñas manos, gruñendo cuando esta se deslizaba hasta desaparecer por completo.

Bill los observaba en silencio, sentado a un lado de la gran bañera. Sus ojos dorados tanto como el oro, pero opacados por el dolor que ocultaba en su ser y no les permitía brillar intensamente como el sol. Por primera vez desde que aquellos pequeños llegaron a su mansión, se permitió analizarlos detenidamente mientras les daba un baño.

Dos pequeños cachorros castaños, un niño y una niña. Lo descubrió al momento de dejarlos en la bañera y ver que no eran dos niños. La pequeña era un poco más grande que el pequeño, y a diferencia de este último, no poseía una marca a como lo hacía su hermano. Era mucho más hiperactiva que él, queriendo salir de la bañera múltiples veces y tomando todo lo que veía entre sus pequeñas manos para tratar de llevarlo a su boca o simplemente jugar con ello. Definitivamente era una pequeña tormenta que podría destruir su hogar si le dejaba el paso.

Sus ojos se posaron sobre el pequeño, y el menor por lo que podría deducir. Lo que resaltaba de él y le permitía diferenciarlo de su hermana, era la peculiar marca en su frente. De no ser por ella tendría que desnudarlos a cada momento para saber cuál era cuál, así que se sentía afortunado de tener aquello como referencia. A diferencia de su hermana, él pequeño era más tranquilo y prefería observar su alrededor. Podía notar su brillante mirada observar todo lo que le llamaba la atención, observaba cada detalle y podía pasar minutos así hasta decidirse por tocar algo. Para Bill, aquel bebé era definitivamente un pensador antes que impulsivo, lo que lo convertía en la contraparte de su hermana.

Sin embargo, cuando Bill aparecía en su campo de visión, el pequeño parecía olvidar todo eso y enfocarse en solo una sola cosa; arrancar sus ojos. De acuerdo, podía sonar algo exagerado, pero el pequeño en lo que Bill trataba de dejarlo en la bañera había tratado múltiples veces de escalar por sus brazos hasta llegar a su rostro. Por lo cual tuvo que alejarse lo suficiente para poder bañarlos sin problemas.

Suspiró, mientras con su mano tocaba el agua para asegurarse que la temperatura no bajara demasiado. Al hacerlo observó nuevamente al pequeño y vió aquel corte que permanecía en su espalda del accidente de hace unas horas. La culpa seguía en él, y aunque Bill continuara reacio a aceptar todo lo que estaba pasando relacionado con esos pequeños, sabía que no podía mantener más aquella actitud de mierda y debía tomar su responsabilidad de una buena vez por todas.

Mabel y Mason, ese era el nombre de aquellas pequeñas molestias que ahora lo atormentaban. Quienes Will le había impuesto a cambio de la parte de su herencia, y ahora debía cuidar si no quería perder mucho más que eso.

—¿Qué voy a hacer con ustedes? —susurró.

Los pequeños lo observaron, y a pesar de que no pudieran entender nada de lo que decía, aquellas miradas de alguna extraña manera, le expresaban un sentimiento de comprensión que podía llegar a perturbarlo si pensaba de más.

Decidió dejarlo ahí y tomar una toalla para poder secarlos, tomando primero entre sus brazos a la pequeña Mabel y dejándola sobre su regazo mientras secaba su cabello y su cuerpo. Ella reía mientras trataba de agarrar aquel trozo de tela y lo llevaba a su boca para morderlo con fuerza. Bill estaba seguro de que sus colmillos debían estar saliendo si podía retenerla de aquella manera.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora