2. Aquellos días felices.

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     Ser un adulto, significaba tener problemas siempre en la vida. Tener que tomar responsabilidades y convertirse en una persona capaz de adaptarse a todo mal pronóstico que vendría —porque siempre vendría—, y sacrificar la propia felicidad por construir un futuro estable donde se pudiera vivir cómodamente.

Sin embargo, para alguien como lo era Bill Cipher, aquello nunca fue un problema pasó de su juventud hasta su adultez. La riqueza de su familia y el enorme poder que tenían le permitió crecer como una persona llena de objetos y todo aquello que deseaba, volviéndolo tremendamente mimado y arrogante sintiendo que tenía el mundo al alcance de su mano.

Bill y Will fueron dos hermanos que tuvieron la suerte de nacer en el seno de una familia bien establecida económicamente, por lo cual nunca tuvieron problemas para sentirse felices durante toda su niñez y adolescencia. Sin embargo, a pesar de todas las comodidades que tenían, debían hacerse cargo de la compañía de su familia para continuar con el legado.

El amable y comprensivo Will Cipher, el alfa más joven de los dos, con una peculiaridad que le permitió conocer aquel lado difícil de la vida y poder ver desde una perspectiva más humana todo su alrededor. Siempre preocupándose por el bienestar de su familia y el de sus amigos, tratando de hacer lo correcto y siempre luchando sin importar las adversidades de la vida.

Por otro lado estaba Bill Cipher, el alfa mayor, lleno de arrogancia desde que era un cachorro y siempre pensando en él por sobre los demás. Un despiadado alfa que no teme deshacerse de nadie sin importar si era niño o adulto. Siendo siempre alguien muy travieso, malvado y ambicioso con conseguir lo que quería y siempre obteniéndolo con tal de cumplir sus objetivos.

Ambos siempre fueron opuestos desde que nacieron, y jamás estando de acuerdo en nada de lo que planeaban, razón por la cual la compañía se dividió en dos partes para cada uno. Y Bill, como el ambicioso que era, deseaba todo para él sin importarle si se trataba de su propio hermano menor.


. . .

El alfa llevó sus manos hasta sus oídos y apretó con fuerza cada lado, sintiendo como retumbaba cada parte de su cerebro. Observó el pequeño reloj en la mesa a su lado viendo que eran las seis de la mañana. Gruñó molesto dándose por vencido de conciliar el sueño y se levantó dispuesto a terminar con aquello.

Eras las jodidas seis de la mañana, y esas pequeñas basuras que Will había traído a su casa no se habían callado en un solo momento arruinando por completo todo su sueño. Maldita sea el momento en que quien quiera que sea decidió dejar a esas cosas en su puerta.

Cuando llegó a la sala de su casa, vió que aquel sillón donde había dejado a esos mugrientos cachorros solo. Observó la hora en su teléfono notando que pronto tendría que comenzar a trabajar, por lo cual dejó el pequeño aparato sobre el sillón y rápidamente comenzó a buscar por todo lugar tratando de encontrar alguna señal de esos, sin tener mucho éxito en ello.

Maldición, Will iba a matarlo.

Bill rápidamente comenzó a buscar por los alrededores tratando de encontrar a esos escurridizos pequeños, fracasando en cada lugar que buscaba. Seguía el rastro del horrible olor, pero lo sentía por todo lugar y eso lo frustraba porque ahora toda su casa apestaba a esas cosas y sería más difícil seguir el rastro del camino que habían tomado.

Gruñó nuevamente al darse cuenta de lo que estaba haciendo, alguien como él no debería de estar haciendo eso, sus empleadas deberían encargarse de ello mientras él estaba en su cama durmiendo sin pensar en aquellas basuras haciendo destrozos por todo su hogar. Sin embargo recordó que debido a las festividades tuvo que darles unos días a todos sus trabajadores para pasar tiempo con sus absurdas familias, y nuevamente se maldijo pensando en por qué no los despidió, ahora tendría más motivos para hacerlo.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora