61. Acobardado.

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     El viaje tomó unas cuantas horas, hasta que Dipper por fin pudiera regresar al hospital donde había estado hacía varias horas. Con las nubes grises cubriendo el cielo, las personas ignorando por completo el mundo a su alrededor, llegó a aquel lugar que había sido testigo de cómo los Cipher habían finalmente caído victimas de sus debilidades pasadas que casi arruinan su futuro.

Había pocas personas en el lugar, Dipper agradeció eso porque fue mucho más fácil moverse para llegar a la habitación donde le habían dicho, se encontraría descansando Bill. Luego de su tratamiento, el alfa solo necesitaba reponerse por unas horas antes de que finalmente le dieran de alta.

Para el castaño, había sido una enorme sorpresa el momento en el que había estado buscando la habitación, ya que se había encontrado con uno de los doctores que había atendido a Bill al momento de su llegada. Quizá había sido por el momento que su preocupación por el rubio le impidió pensar en otra cosa, pero ahora había analizado perfectamente a aquel sujeto de largos cabellos castaños, en realidad había sido uno de los alfas a los que se había enfrentado en la competencia de la escuela hacía varios años.

El hombre lo había reconocido desde antes, pero no se había atrevido a decirle nada a Dipper por la situación. Sin embargo, esa vez lo había mirado con cierto desconcierto que extrañó a Dipper. Pero antes de que pudiera decirle algo, el hombre había hablado.

—No pensé que fuéramos a encontrarnos en una situación como esta —había dicho el alfa, con una pequeña sonrisa y mirando el suelo.

Dipper levantó una ceja curioso, observando la actitud hosca del hombre.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó directo, sabía que ese sujeto quería algo, y odiaba cuando alguien daba tantas vueltas en una conversación en vez de ir directo al punto.

El alfa rió, cosa que desconcertó más a Dipper y enojó en cierto punto.

—¿Sabes? No has cambiado nada. Sigues siendo aquel caprichoso omega que se atrevió a retarnos y humillarnos hace algunos años.

El menor frunció el ceño, y bufó molesto dispuesto a irse e ignorar a aquel sujeto. Sin embargo, antes de hacerlo el otro continuó.

—Yo solo... quería agradecerte.

Parecía que la incredulidad de Dipper fue tan obvia, por la divertida reacción del alfa al verlo.

—¿Me estás agradeciendo por bajar tu trasero de las nubes? —cuestionó Dipper.

El alfa negó divertido, mientras miraba con ojos brillantes al otro.

—Agradecerte por mostrarme que los alfas, en realidad no son nada en este mundo —explicó, mientras un suspiro escapaba de entre sus labios—. Pensaba que, por el simple hecho de ser un alfa, tendría toda la vida ganada, en la palma de mi mano. Pero en realidad, no tenía nada y solo era un simple idiota presumido que deseaba humillar a los demás —el alfa castaño miró a Dipper, aquel omega de ojos fríos cafés que helaban la sangre de cualquiera y que jamás mostraban signo alguno de miedo—. Gracias a ti, que me humillaste y me hiciste ver la verdad de este mundo, quise hacer algo más en mi vida que ser un simple alfa viviente. Por eso me dediqué a estudiar, y ahora soy un médico titulado y próximo jefe en el área.

Dipper se sorprendió por sus palabras, e inevitablemente no pudo evitar sentirse un poco halagado por las palabras de él. Su intensión jamás había sido ayudar a otra persona, menos a alguien como un alfa detestable a como lo había sido ese sujeto en el pasado. Pero saber que de alguna forma había cambiado su vida de una forma tan drástica, le hizo ver que no todo estaba perdido en ese mundo y que los alfas podían ser buenas personas cuando lo desearan.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora