50. Baile de la luz.

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     La luz y la oscuridad, siempre serían los opuestos complementarios que regían un orden en el mundo. Todo lo que existía, lo hacía en base a esa ley que regía sobre todo y generaba un sentido sobre cada cosa que existiera en el universo.

Will estaba seguro desde que tenía memoria, que ellos eran la representación de esa misma ley. Bill y él eran dos opuestos que nacieron con la misma sangre, pero crecieron desde un ángulo diferente que los volvió opuestos y, eventualmente, la reencarnación de la luz y la oscuridad.

Fueron criados bajo un mismo techo, con las mismas enseñanzas y rodeados del mismo mundo. Sin embargo, habían visto este mundo con diferentes ojos, y eso formaría a cada uno como lo que era ahora.

Él había visto belleza. Pudo ver magia en aquel mundo, en las personas que lo conformaban, en la manera tan impresionante que evolucionaba cada vez más y creaban maravillas imposibles de pensar. Había visto que el mundo, era un lugar hermoso en el que ocurrían cosas impresionantes. Podía ver que todo era bueno, y tenía una razón de ser. Había visto la luz de ese mundo, y sus ojos eran un reflejo de aquel cielo celeste que cubría con su magia todos y cada una de las cosas que los rodeaban.

Bill había visto maldad. Pudo ver que todo a su alrededor estaba podrido en suciedad y arrogancia. En las personas que decían ser sus amigos, las personas que decían ser su familia, los que decían ser buenos y ayudaban a los demás. Había visto que todo estaba manchado, las acciones de todos buscaban su beneficio propio y obtener poder y status social sin importar a quienes podrían dañar. Había visto la oscuridad de ese mundo, y sus ojos era un reflejo de las mismas llamas del infierno que quemaban cada vez más el mundo, dejando destrucción a su paso.

Ellos eran una representación de cada lado del mundo, y estaban destinados a seguir su camino del mismo modo que lo veían.

Sin embargo, Will comenzaba a pensar que quizá había estado equivocado todo este tiempo.

Observó a Bill, quien estaba a unos metros de él, observando por la ventana el paisaje de la enorme ciudad que los rodeaba. El rubio estaba cruzado de brazos, su mirada aburrida miraba un punto en específico en medio de todo, y aun así permanecía tan apacible que pensó que podría llegar a quedarse dormido.

Lentamente se acercó a él, permaneciendo unos pocos metros lejos y lo observó fijamente.

—Si tienes algo que decir, dilo de una buena vez.

Will pareció sorprenderse levemente, pero aun así no retrocedió, ni apartó su mirada del mayor.

—¿Por qué le dijiste eso a Pacífica? —cuestionó.

Una ligera sonrisa se asomó entre los labios de Bill, mientras llevaba sus manos a los bolsillos de su pantalón.

—¿No querías que le dijera la verdad? —preguntó, mirando de soslayo al de cabellos azules.

Will deseó poder apartar la mirada, pero se vio incapaz cuando Bill estaba siendo sincero con respecto a lo que hablaban, ya que temía que le mintiera si dejaba de observarlo.

—Pero eso fue mucho para ella... ¿y si termina diciéndoles todo?

Bill giró su rostro, viendo a su hermano apretar sus manos mientras desviaba la mirada al suelo. El pobre no había podido decir nada cuando Pacífica comenzó a llorar frente a ellos, Bill tuvo que decirle que se quedara callado antes de arruinarlo todo.

Rió levemente, mientras se alejaba de la ventana y se encaminaba hacia la silla de su escritorio.

—Cuento con eso.

Will lo observó sorprendido, sin esperar que dijera aquello.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó el menor, con cierto toque de desesperación.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora