7. Padre primerizo.

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    La primera vez que Bill ve a un bebé, es cuando va a comprar a una tienda. Era una tarde lluviosa y todas las personas habían entrado a ese mismo lugar. Estaba en la fila esperando su turno, escuchando la suave melodía que se escuchaba por los altavoces y el ajetreo de las personas a su alrededor. Era un niño aún, por lo cual cuando sintió como tiraban de su cabello giró enojado y observó un pequeño humano calvo babeando mientras mantenía sus pequeños y regordetes dedos entre sus hebras doradas.

Lo primero que hizo fue golpear su mano, y aquella señora que se encontraba sosteniendo al molesto bebé gruñó, comenzando a gritarle a Bill llamando la atención de todas las personas a su alrededor.

El rubio la observó molesto, aquella mujer Alfa ¿quién se creía con el derecho de reprenderlo y de levantarle la voz de aquella manera?

Simplemente dejó sus cosas, arrojando un par de billetes en la caja y miró de reojo a la mujer.

"Las mascotas son para dejarlas en casa, señora"

Fue lo que dijo antes de tomar la bolsa donde estaban las cosas que le encargó su madre y se retiró, escuchando los alaridos de aquella molesta Alfa.

Nunca fue bueno tratando a los cachorros, los detestaba, podría decirlo sin problema alguno. Para él no tenía significado querer cuidar indefinidamente de uno, y no estaba en sus planes llegar a querer uno con la misma intensidad que lo hacían las personas a su alrededor.


Lastima.


Al despertar, fue recibido por los rayos del sol adornando su habitación. Seguido de los ronquidos y movimientos de aquellos pequeños cachorros que se encontraban sobre su pecho, babeando su costosa camisa Gucci. Tardó un poco en comprender la situación en la que estaba, antes de girar lanzando a los pequeños a su cama y levantándose para estirar las articulaciones de su cuerpo.

Observando por la ventana, notó que la nieve estaba comenzando a derretirse y la temperatura comenzaba a aumentar. Pronto acabaría el invierno, y Bill tendría que volver a trabajar en la empresa de sus padres dando como finalizadas sus vacaciones navideñas. No tendría tanto problema con ello, de no ser por dos pequeñas piedras en su camino que en esos momentos, se encontraban mordisqueando las mantas de ceda de su cama.

Suspirando agarró a ambos bebés, uno en cada brazo para ir hacia la cocina, dejándolos en sus sillas y atándolos para asegurarse no repetir lo de la otra vez. Pasando entre las mordidas que Mabel trataba de darle a sus dedos, y el cómo Dipper trataba de tomaros con sus propias manos, logró sujetarlos sin mucha fuerza para no lastimarlos.

Los cachorros lo observaron, y giraron sus caritas de lado observando al mayor. Bill estuvo a punto de responderles, pero al sentir una curiosa corriente de viento en su pecho observó en la misma dirección, notando que a su preciosa camisa, le faltaba un gran trozo que fue arrancado.

Mierda.

Bill tomó una silla, sentándose frente a los bebés que comenzaron a balbucear tratando de librarse. Acercando su mano tomó entre sus dedos el rostro de la pequeña, quien rió y trató de morderlos.

—Voy a tener que ponerte una cuerda y sacarte esos colmillos cuando crezcan...

Mabel solo rió, y la baba que caía de su boca llegó hasta sus dedos, causando que los alejara rápidamente y limpiara con su ahora destrozada camisa.

¿Era muy tarde para devolverlos a su caja y sacarlos por donde vinieron?

Gruñó cuando una pequeña afirmación se escuchó en su cabeza, mientras tomaba su teléfono y buscaba un número en específico. Al verlo lo presionó, observando su ropa sucia y desgastada. Necesitaba comprar ropa para su regreso a la empresa, pero no podría hacerlo mientras tuviera que encargarse de aquellos bebés.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora