23. El enigma del demonio.

1.9K 292 226
                                    

     El sentimiento de incomodidad, había sido algo que lo había abrumado completamente desde que había llegado a relacionarse con la familia Cipher. Ese sentimiento de sentirse perdido y de no encajar en algo, solo podía molestarlo cada vez más que pasaba tiempo en ese lugar. Odiaba por completo no tener el control de alguna situación y encontrarse rodeado de preguntas sin respuesta, era una tortura para él.

Dipper odiaba ser tomado desprevenido.

Observaba su desayuno, tantos platos que jamás podría terminar de comer, y más llegando a cada minuto a la gran mesa. Las criadas iban y venían, llevándose los platos vacíos y esperando por una orden pacientemente frente a ellos.

Era irritante.

Cada cosa que pasaba en aquella mansión, lo hacía de una forma extraña y desordenada a la que simplemente no podía encontrarle lógica alguna. Ellos estaban obligados a seguir un patrón cada día, que seguramente fue planeado por los dueños del lugar. Eran llevados a desayunar alrededor de las seis de la mañana, luego a comer a la una de la tarde y a cenar algo a las siete al anochecer.

Sin embargo, las horas siempre podían adelantarse o atrasarse por un minuto. Sonaría algo paranoico, pero Dipper había notado que esto realmente era algo intencional. Podía sentir a alguna de las criadas pararse frente a la puerta de su habitación varios minutos antes, y no hacer completamente nada hasta que finalmente tocaban la puerta en su llamado.

Se sintió aterrorizado.

Aquellas mujeres siempre se turnaban para llevarlos al comedor, y durante todo el camino guardaban silencio y sólo mantenían sus tétricas sonrisas. Simplemente no entendía su extraño comportamiento y a pesar de tratar de evitarlas siempre, de alguna manera era encontrado por alguna cuando pasaba más tiempo en la biblioteca del que debía según ellas, y cuando buscaba husmear en el lugar.

Le causaban pánico.

Aún así, a pesar de sus opiniones, Mabel lucía feliz, compartiendo su comida con ellas y hablándoles de todo, a pesar de no recibir respuesta alguna y solo algunos asentimientos y negaciones. Ella era feliz de recibir su atención, y siempre prefería pasar tiempo con ellas recorriendo la mansión y pidiendo más cosas de las que podía recordar.

Cuando sus miradas se cruzaron por un segundo, ella gruñó levemente e ignorándolo por completo, regresó su atención a su comida y la vacía conversación con aquellas mujeres sin alma ni libertad alguna que la miraban fijamente.

Ella lo había estado ignorando por completo desde la vez que regresó tarde a la habitación luego de su encuentro con Bill Cipher. La castaña no le habló en ningún momento y le había declarado la ley del hielo desde entonces. A pesar de los intentos de Dipper por aclararle lo sucedido y disculparse, ella no había querido ceder y terminó por romper cualquier comunicación con su hermano.

Era una rabieta absurda, pero Dipper no estaba dispuesto a volver a intentarlo habiendo sido ignorado una vez. Sabía lo realmente molesta que podía llegar a ser Mabel cuando se enojaba, y no planeaba seguir humillándose aun cuando el error fue suyo. Ya había intentado varias veces hacerlo, y no lo haría de nuevo solo para satisfacer el enojo de ella.

Aún tenía mucha dignidad que mantener y mejores cosas de las qué preocuparse en esos momentos.

Como el hecho de que no ha habido ninguna señal de ningún Cipher durante una semana.

Era completamente consciente de que ambos hermanos Cipher debían tener un montón de trabajo para seguir manteniendo un control en el mercado, tal como le había dicho Bill que hacían en su último encuentro y por el hecho de que Will les había dicho antes de partir que no regresaría en algunos días hasta terminar su trabajo.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora