56. Familia real.

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     La vida definitivamente, era un absurdo juego de poder que constaba de sufrimiento para conseguir cumplir el objetivo de vida de cada individuo atrapado en su peligroso juego. Dipper lo supo desde siempre, al momento que se dio cuenta que era un simple jugador en la categoría más débiles de todas, supo que su sufrimiento sería mayor al haber crecido sin padres, siendo tan solo un omega.

Sin embargo, Dipper se había negado a caer ante ese reto, ante ese juego de la vida y fue capaz de superarse a si mismo, y las cosas que el mismo destino había preparado para él desde un principio.

Porque estaba dispuesto a jugar bajo su propio reglamento, y ni la vida ni el destino cambiarían lo que él era ahora.

Observó frente a él, al alfa de cabellos rubios mirarlo con aquella molesta sonrisa que siempre cargaba, y lo observaba con sus ridículamente brillantes ojos dorados. Parecía una especie de ángel, cubierto por la luz del sol del atardecer mientras su cabello se mecía por su rostro tan inocentemente que ocultaba la maldad guardada en su interior.

Ese mismo alfa, que segundos antes lo había besado, y que ahora se encontraba masajeando su mejilla, por el golpe que el castaño le había proporcionado al momento de recuperar el uso de la razón.

Decir que había tomado por sorpresa a Bill Cipher, sería decir mucho. El alfa como siempre, había leído a la perfección a Dipper, simplemente riendo como niño pequeño cuando sintió el golpe. El castaño se había escabullido para salir debajo de él, sin importarle los golpes que estaba dándole en el proceso. No le importó, en lo absoluto. De todos modos, el rubio parecía estarlo disfrutando más de lo que debería, y eso solo lo había hecho enojar más.

Pero aquel beso había pasado a segundo plano, cuando Dipper pensó nuevamente en la revelación que le había dicho segundos antes. No había podido reaccionar cuando Bill no se lo permitió, pero ahora cualquier rastro de enojo de su cuerpo había muerto, ni la vergüenza ni el deseo creciente en su pecho por acercarse nuevamente al Cipher, habían podido ganarle a esa inquietud que sentía en ese momento.

Observó nuevamente al alfa, quien luciendo tan apacible y sonriente, esperó que él hablara, como todo el caballero que no era.

—¿Estuviste planeando eso... todo este tiempo?

Bill Cipher asintió, sin borrar su sonrisa y sin mostrar rastro alguno de arrepentimiento. Dipper ya lo esperaba, por lo que simplemente entrecerró sus ojos, tratando de ver más allá de esa simple imagen frente a él.

—Era la única manera de sacar a esa basura de mi camino, sin ensuciarme las manos.

—¿Por eso planeaste usarme como recipiente para ocultar todo tu poder? ¿Por qué yo, y no alguien más? —cuestionó.

La sonrisa del mayor destelló cuando sus blancos dientes se asomaron, luciendo afilados y relucientes, así como aterradores.

—No te creas tan especial, mocoso. Claramente no fuiste mi primera opción —admitió, mientras cerraba sus ojos y negaba divertido—. Tenía que ser alguien digno, alguien manipulable que hiciera lo que quisiera y que diera todo por el bien de la compañía, aunque fuera a costa de su vida —sus ojos se entreabrieron, sus pupilas oscuras mirándolo fijamente—. Y ese no podrías haber sido tú, ni en un millón de años.

Dipper gruñó, molesto por sus palabras.

—¿Entonces por qué yo? ¿Por qué elegir a un mocoso que solo te causa problemas y va en contra de todo lo que dices?

Bill sonrió tranquilamente, casi como si hubiese esperado esa pregunta toda su vida.

—¿No es obvio? —preguntó divertido, antes de mirarlo de pies a cabeza—. Porque no hubiese sido nada divertido, tener a alguien obedeciendo mis órdenes como si fuese alguna clase de dios, y no fuera capaz de actuar por sí mismo.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora