10. Tiempo pasado.

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     Cuando la alarma de su teléfono resonó en las paredes de su habitación, Bill abrió sus ojos con lentitud. La luz filtrándose por la delgada tela de las cortinas, y llegando hasta sus brillantes y cansados ojos dorados.

Observó el techo, tratando de despejar el sueño de su mente. Pensando en quién era, y lo que debía hacer. Siempre olvidaba hasta su existencia mientras dormía, en aquellos momentos era un simple desdichado que buscaba volver a dormir y olvidarse de todo, hasta de cómo vivir.

Sin embargo, cuando quiso cumplir su fantasía y cerró sus ojos, sintió una pequeña mano caer sobre sus párpados. Unas pequeñas risillas resonaron al lado de su cabeza, y luego sintió tres manos más jugar con su rostro.

Cuando sintió algo pegajoso caer en su mejilla y deslizarse, fue cuando lo recordó todo.

Correcto, era un guapo alfa millonario que estaba de niñero cuidando a dos molestias castañas que estaban babeando sobre su rostro. Que repugnante.

Abrió nuevamente sus ojos, notando las pequeñas cabezas de los bebés mirándolo fijamente, mientras reían. Sus manitas seguían en sus mejillas, y sentía como trataban de subirse a su cara, poniendo casi uno de sus pies en su boca. Tuvo que usar todo su control para no levantarse y lanzarlos fuera de sí. Debía recordar que seguían siendo solo unos molestos cachorros.

Llevando sus manos hacia ellos, los tomó con cuidado y se levantó pegándolos a su pecho mientras reían más fuerte.

—Esto es desagradable... —comentó mientras los dejaba sobre su regazo y tomaba su camisa para limpiar la saliva de su rostro.

Aún no podía creer completamente que pasó de ser todo un alfa temido que despertaba con cientos de omegas, betas, incluso alfas a despertar siendo babeado por unos mocosos. Era impresionante que hubiera caído tan bajo, todo por ellos.

Por Will, le reprendió su conciencia. Cierto, todo eso fue ocasionado por su hermanito que quiso actuar como buena persona. Aunque no debería de sorprenderle, Will siempre había sido un blando de corazón que no mataba ni a una cucaracha por pensar en sus amigos y familia. Pero nunca había llegado hasta el punto de arrastrarlo a él con eso. Era por ello que hasta ahora no creía que Will fuera capaz de manipularlo por conseguir cumplir sus objetivos.

Viendo que comenzaba a hacerse tarde, y que el olor de los cachorros comenzaba a ser desagradable, supo que tenía que iniciar el día lo más pronto posible. Así que agarrándolos fuertemente, se levantó con ellos en dirección hacia el baño mientras ellos luchaban entre sí por escalar por su pecho hasta su rostro.

Era una rutina curiosa, teniendo en cuenta que para Bill cada día consistía en despertar, comer, trabajar, divertirse y dormir. Era simple, y disfrutaba de ello siempre. O debía preocuparse por nada, y su vida era fácil teniendo todas las comodidades que ofrecía el dinero. No buscaba nada más, simplemente sacar el provecho a cada momento que le tuviera preparado la vida.

Claro que no se esperaba... esto. Eso pensaba cuando se encontraba bañando a los gemelos, quienes jugaban con el agua, salpicándola por fuera de la bañera, ensuciando el piso y más que nada, la ropa de Bill que no se salvó. Ahora sentía su pecho pegajoso y frío por el jabón.

—¡¿Pueden quedarse quietos, enanos?! —exclamó molesto, tratando de lavar el poco cabello que tenían.

Pero los bebés escapaban de sus manos, deslizándose por la bañera y riendo ante la frustración del mayor. Quien tuvo que estirar su cuerpo para agarrarlos, y en un movimiento falso terminó perdiendo el equilibrio y cayó dentro de la bañera en un estrepitoso golpe seco que causó que el agua restante saliera por los bordes y ahora que toda su ropa y él mismo estuvieran completamente empapados.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora