21. Hermandad inquebrantable.

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     Cuando el día arribó, Dipper sintió como algo caía sobre él robándole todo el aire y haciéndolo despertar de golpe. Se levantó tosiendo con fuerza, abriendo sus ojos con pánico para ver a Mabel con una sonrisa sobre él.

—¡Ya es de día! —gritó con fuerza, comenzando a patalear aún sobre el castaño.

Dipper gruñó, volviendo a acostarse tapándose con la manta por completo y empujó a su hermana quien cayó al suelo pero sin detener sus gritos. Los gritos de su hermana eran demasiado agudos y le molestaban a su cerebro. Por lo que veía aún era temprano, quería dormir más.

—Déjame dormir, Mabel.

—Pero Dipper, ¡ya vinieron a buscarnos para que bajemos a desayunar!

Ante sus palabras, Dipper recordó todo y que ahora ya no se encontraban en aquel sucio orfanato y ahora tenían una mansión a su disposición. Por mucho que sonara tentador permanecer durmiendo todo el día en aquella cómoda cama, primero tenía que explorar y saciar un poco las incertidumbres en su mente.

Suspiró, tomando impulso para levantarse y salir de la cama. Estiró su cuerpo, y al mirar a su hermana observó que tenía un lindo vestido púrpura que jamás le había visto.

—¿De dónde sacaste el vestido?

—Estaba en el armario, ¡hay mucha ropa para nosotros!

Dipper se acercó al dicho mueble, abriéndolo y observando sorprendido que había mucha ropa para él en un lado y para Mabel en el otro. No era ropa corriente como la que usaban en el orfanato, esa tela era demasiado fina y delicada como para serlo. Por lo que solo pudo pensar que Will había dejado todo listo para ellos, y le sorprendió que hubiera pensado en todo.

—Date prisa, tengo hambre.

La castaña se arrojó sobre su cama, mirando el techo mientras abrazaba un osito de felpa. El pequeño observaba todo el lugar con más detenimiento, no lo había hecho antes porque realmente estaba agotado y ahora que tenía más energías y la libertad de hacerlo, no iba a desaprovechar su tiempo.

—Ve adelantándote, te alcanzaré luego.

Mabel rápidamente se levantó y lo vio con un puchero.

—No quiero ir sola, me da miedo...

El castaño suspiró, pero sabiendo que dejar a su hermana sola rondando por una gigantesca mansión no era buena idea. Por mucho que deseara explorar cada rincón, primero tendrá que encontrar la forma de entretener a Mabel antes de que terminaran jugando a las muñecas, y él no deseaba eso.

Caminando hacia la salida, extendió su mano en dirección a la castaña.

—Vamos.

Ella sonrió feliz, corriendo hacia él y tomando su mano comenzando a caminar juntos en dirección al gran comedor.

Al llegar no pudo evitar sorprenderse al ver la cantidad de comida que se encontraba sobre aquella mesa. Era demasiado, incluso se atrevía a decir que era suficiente para alimentar a todos los niños del orfanato y a las encargadas durante al menos tres días. Había de todo lo que pudiera identificar, yendo desde un simple pavo y verduras hasta diferentes tipos de postres de todos los colores. Era impresionante, estaba seguro de que era más comida de la que podrían comer toda la vida.

Mabel soltó su mano, corriendo a la primera silla que vio, la cual estaba cerca a los postres y no esperó a comenzar a devorar lo que pudiera.

—¡Mabel, espera! —Dipper se acercó a ella, mirando de reojo en las esquinas de las habitaciones asegurándose de que no hubiera nadie observando—. No sabemos si toda esta comida es para nosotros.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora