15. Hibiscus rosa sinensis.

1.9K 361 131
                                    

     Como lo vió venir, el señor Cipher pareció tomarse en serio el desafío del castaño, porque comenzó a visitarlos cada semana para hablar con ellos y traerles muchos regalos mientras hablaba sobre su trabajo y otros asuntos de su vida que a Dipper realmente no le interesaba.

Sin embargo a diferencia de él, Mabel escuchaba atentamente cada palabra provenir del hombre sin despegar su mirada de los ojos azules asintiendo maravillada a pesar de no entender nada de lo que hablaba el alfa. Solo maravillada por el suave tono de su voz e hipnotizada por la calidez que le transmitían sus ojos. Dipper tenía que escucharla cada noche fantaseando sobre cómo sería su boda con el señor Cipher cuando cumpliera 21, y cómo él sería el que arrojara flores por todo el camino antes de que se fueran a vivir felices para siempre los tres.

Dipper quería reír, pero prefería que su hermana se aferrara a esa vaga esperanza con el hombre mayor al menos hasta que pudiera alejarla de él cuando ya no le fuera de utilidad.

Todos los regalos del alfa eran exclusivamente para Mabel. Aunque el señor Cipher le llevara uno a cada uno, Dipper terminaba rechazándolo y su hermana lo tomaba más que feliz. Aunque Will lo sabía, no dejaba de traerle obsequios a él y Dipper solo podía suspirar al ver el patético intento del hombre por ganar su confianza.

Sin embargo, a pesar de su odio Dipper seguía siendo un niño curioso y amante del conocimiento. Por lo que cuando el señor Cipher llegó un día sonriente, con una gran caja en sus manos pensó que sería otro intento banal por llamar su atención. Grande fue su sorpresa cuando lo que vió en el interior, eran libros.

Libros de matemáticas, ciencias y física.

Mabel observó disgustada todos los libros, pero en el caso del castaño solo podía observar impresionado todos esos libros, y un montón de preguntas comenzaron a surgir en su mente estando seguro de que en ellos encontraría las respuestas.

—Estos libros han estado guardados por años, así que pensé quizá donarlos al orfanato.

Dipper sabía que el lugar no poseía una gran cantidad de libros, y los pocos que tenían solo eran para niños pequeños, los cuales ya había leído mínimo unas diez veces en su aburrimiento. Era el único que los leía, ya que nadie más en ese lugar apreciaba el conocimiento.

Cuando Will notó la mirada perdida del castaño, sonrió. Porque pensó que había encontrado la manera de poder lograr consentir un poco al pequeño.

—¿Te gustaría quedártelos, Dipper?

Ante la pregunta, Dipper apretó los puños. Sabía que le estaba dando la atención que quería al alfa, pero... no podía evitarlo. Quizás era la única oportunidad que tendría para conseguir algo de valor en aquel lugar de muerte, y aunque tuviera que mandar su orgullo al diablo, esos libros prometían mucho.

—Sí, por favor.

El mayor sonrió radiante al ver el pequeño y adorable sonrojo en el rostro del niño. Definitivamente no se había equivocado al tomar aquella caja de libros en casa de su hermano, por suerte le dejó llevársela antes de irse a su viaje de negocios. Estaba seguro de que Dipper disfrutaría leyéndolos, así como lo había hecho su hermano en su momento.

Cada que pensaba en las similitudes que poseían esos pequeños con ellos, causaba que la tristeza invadiera su corazón al recordar a su hermano y el cómo terminaron las cosas para ellos.

—Muchas gracias, señor Cipher.

Salió de su ensoñación cuando vió al castaño ojeando los libros, antes de tomar con dificultad la caja entre sus pequeños brazos. Will se acercó a él.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora