Three || BillDip

32. Alianza inaudita.

     La primera vez que Dipper fue a la escuela, supo que sería una experiencia interesante que aprovecharía bastante cuando conoció a todos sus nuevos compañeros de estudios.

El lugar estaba lleno de alfas, de poderosos linajes que gobernaban sobre todos los demás, y quienes tenían un gran y formado ego que se inflaba en sus cerebros borrando cualquier rastro de inteligencia. A simple vista podía verlos y decir que eran una manada de idiotas que buscaban enorgullecer a sus familiar y poner en alto su apellido, no se equivocada cuando los observaba tratando de destacar en todo, incluso peleando entre ellos mismos por conseguirlo todo para ellos.

Eran seres egoístas, y cuando un simple omega como lo era Dipper llegó al lugar a arrebatar sin ningún esfuerzo la cima que ellos habían estado puliendo, fue suficiente para que el enojo que todos aquellos bastardos se fueran sobre él. Sin embargo, cuando Dipper fue presentado como un "Cipher" eso pareció frenar a todos esos sedientos de sangre. Fue impresionante ver el temor brillando en los ojos tanto de los maestro como de los estudiantes, cuando ellos llegaron al lugar.

Eran vistos desde abajo, miradas llenas de envidia y curiosidad iban hacia ellos cada que arribaban al lugar. El apellido "Cipher" estaba lleno de grandes ventajas sobre esa mugrienta sociedad, era intocable y todos los alfas solo pudieron morderse las lenguas y gruñir por lo bajo mientras observaban a Dipper arrasar con todo desafío que se le pusiera en frente. Eran poderosos y más envidiados que nadie.

Al menos así fue, hasta cuando fueron revelados como omegas.

Las burlas no se hicieron esperar, siendo llamados como "Cipher defectuosos" cuando Bill lanzó el comunicado de que habían sido adoptados. Dejaron de temerles, y ahora se burlaban de ellos tratando de hacer sus vidas imposibles. Ahora siendo simples omegas, adoptados bajo un apellido poderoso pero sin valor para ellos, se convirtieron en los objetivos de burla de toda aquella escuela de oro.

Pero eso no impedía que Dipper se divirtiera enormemente desde las sombras.

No importaba con cuantos apodos despectivos lo llamaran, cuantas crueles y malvadas bromas hicieran a su persona y sus cosas ni tampoco importaba cuantas veces lo golpearan en cada ocasión que se les presentara. Porque a pesar de todo lo que hicieran esos alfas para hacerle saber su lugar, solo eso tenían que hacer para terminar de confirmarle que estaba mucho más allá de unos simples y violentos descerebrados.

Cerró sus ojos levemente, luego de varios minutos habiendo observado la mesa donde se reunían los alfas más influyentes del nivel superior en el que se encontraba. Estaban en medio de aquel ruidoso comedor, lleno de tantas personas juntas que el hedor de olores era insoportable para él. A pesar de estar sentado en la mesa más alejada del lugar y cerca de las ventanas, su olfato se había desarrollado a un gran nivel siendo tan sensible que podía detectar un olor a varios metros de distancia.

Era una desgracia para él que odiaba la combinación de horribles olores, pero una gran ventaja para poder encontrar fácilmente a posibles acechadores o personas indeseables.

Observó la comida en su plato, sabiendo a primera vista que no se encontraba en las mejores condiciones y que muy probablemente contendría sustancias indeseables que prefería no averiguar por mano propia. Era desagradable, los alfas idiotas con la influencia de sus apellidos habían logrado acceder a las comidas y varias cosas más para hacerle un poco más miserable la vida al castaño.

Dejó su plato de lado, ya estando a acostumbrado a sobrevivir con poca comida en su sistema por mucho tiempo. Sonrió levemente, recargando su quijada en la palma de su mano. Era enternecedor la forma en la que se esforzaban por arruinarle la vida, y eso solo lo hacía querer reír en medio del lugar. No había nada más lindo para él que observar a un ser miserable tratar de mantener el control de algo en su vida cuando ya estaba perfectamente arruinado.