3. Niñero sin opción.

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     Para Bill Cipher, la vida se trataba de vivir lleno de lujos y ser el número uno entre toda la insignificante población, para demostrar quién era el mejor y el que mandaba sobre toda la sociedad.

Desde siempre había sido criado con aquella fuerte mentalidad, de que solo puede haber un rey sobre todos y nadie puede rebajarlo del lugar en la cima que claramente fue hecho para él. Siendo el más aclamado logro convertirse en la persona que es ahora, quien lidera el país y cumple cada capricho suyo sin importarle ni un poco las personas bajo su nivel.

Sin embargo, contra todo pronóstico, cuando había alcanzado casi su meta de poseer todo aquello que sus padres habían dejado para él, las cosas cambiaron de rumbo drásticamente cuando su hermano se negó a dejarle la mitad de la empresa que por derecho debía ser suya. Y para rematar todo aquello sabiendo que él era muy perseverante hasta lograr sus objetivos, terminó metiéndose en un profundo hoyo en búsqueda de más poder y riquezas para tenerlo todo. Cayó en la trampa de su hermanito y ahora debía lidiar con dos molestias bestias lampiñas que en aquellos momentos jugaban por el mármol de su cocina mientras ensuciaban todo a su paso.

Los pequeños gemelos se habían sentido con total libertad de andar por el piso de su casa como si fuera suya, y estaban haciendo todo un desastre mientras dejaban aquel mugriento aroma por cada rincón.

Bill Cipher en definitiva odiaba a los niños, creía que eran una tremenda pérdida de tiempo y solo las personas desesperadas decidían tenerlos para traer algo de emoción a sus patéticas vidas. Tener a un cachorro gritando, llorando y armando desorden no era algo a lo que él pudiera llamar emoción dentro de lo que le gustaría. Lo odiaba con todo su ser, además de que su paciencia era nula, el hecho de tener que cuidar a esos mocosos solo lo irritaba cada vez más.

—¡Suelta eso, mocoso! —Bill tomó su abrigo del suelo, sacándolo de la boda del pequeño que tenía una marca en su frente.

El pequeño ante aquello frunció su carita y tomando aire soltó un grito que heló al adulto y el llanto se escuchó por todo el vecindario. Bill tapó sus oídos rápidamente alejando su mano derecha donde tenía el abrigo y había terminado pegando la parte llena de baba del pequeño en su mejilla.

Logró escuchar el sonido de algo romperse, y al mirar observó varios platos en el suelo, de la colección más costosa herencia de su madre. El otro pequeño estaba sobre la mesa, y estaba tirando todo lo que se encontrara mientras reía divertido.

Bill sintió su sangre arder ante esto, y tomando una larga respiración profunda soltó su abrigo y a pasos largos y apresurados caminó hasta la sala de su casa tomando la caja en la que habían venido aquellos pequeños. Regresó a la cocina y sin pensarlo mucho agarró desde los pañales que Will le había colocado a cada uno y los arrojó dentro de la caja. Los pequeños comenzaron a jugar entre ellos, riendo divertidos mientras mordían con sus boquitas sin dientes a cada uno, mientras el mayor trataba de mantener la caja equilibrada y no dejarla caer ante los movimientos de los mocosos.

Bill abrió la puerta de su casa y dejó la caja frente a la puerta de su casa y sin mirar atrás cerró la puerta dejando a los pequeños lejos de su vista.

Fue suficiente, no tenía por qué tolerar eso. Que Will se fuera al infierno, conseguiría aquella mitad como fuese necesario y no tendría que humillarse de aquella forma. ¿En qué estaba pensando en primer lugar al aceptar aquel trato? Aquellos mocosos eran unos enormes estorbos para él y solo estaban causando males en su hogar y para su salud si lo hacían enojar de aquella forma. No llevaban ni un día y Bill decidió que había sido suficiente.

Regresando a su cocina comenzó a recoger los trozos de lo que antes era una costosa vajilla, mientras arrugaba su nariz al sentir aquel molesto olor aun persistiendo dentro de su hogar. Maldecía a Will y el haberlo dejado jugar con él para tener a aquellas bestias en su hogar, prefería dejarlos donde los encontró, seguramente alguien más vendría por ellos y dejarían de ser su problema.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora