49. Promesas.

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     El ruido de todas las personas en el lugar, ni el fuerte aroma de los alfas que los rodeaban, fue suficiente para Mabel quien no se detuvo en ningún momento, sin esperar siquiera el elevador caminando en medio de todas las personas que trabajaban en el lugar. Comenzó a bajar las escaleras, sin mirar a ningún lado en ningún momento. Su mirada se había oscurecido, reflejando solo el debate mental que sentía en esos momentos, y sin ser consciente de su alrededor, siendo presa de sus emociones y pensamientos.

Fue solo cuando una mano se posó fuertemente en su hombro, que ella fue capaz de reaccionar y miró tras suyo a su hermano. Dipper lucía agotado, confundido y preocupado mientras la miraba con sus profundos ojos castaños.

—Detente, Mabel. Me estás lastimando.

Ella en ese momento, observó su mano y notó efectivamente que había cerrado la muñeca de Dipper con tanta fuerza que la piel se había enrojecido por completo alrededor de sus dedos. Horrorizada soltó a su hermano, mientras se alejaba de él varios pasos hasta tropezar en uno de los escalones que tenía tras ella. Dipper fue rápido, corriendo hasta donde estaba ella y tomó su mano, logrando atraerla hacia él antes de que terminara en un desastre causado por aquella caída.

Los castaños cayeron al suelo, sentados sobre el escalón mientras respiraban agitadamente. Mabel miraba el suelo, con un enorme vacío reflejado en sus ojos. Mientras Dipper suspiró pesadamente y soltó un quejido cuando sintió un fuerte dolor en su muñeca. Había caído sobre ella, probablemente se lastimó. Sin embargo, lo que más le preocupaba en esos momentos, era lo que había pasado hacía tan solo unos minutos.

Dipper era totalmente consciente de que Mabel era una persona que siempre mantenía una sonrisa, y nunca recorrería a la violencia como último recurso. Siempre mantenía la ignorancia como su más grande defensa en esa cruel sociedad que los rodeaba, protegiéndose a sí misma y las ilusiones que mantenía de ese mundo que le permitían seguir teniendo los mismos sueños de cuando era una niña.

Pero a pesar de todo ello, sabía que eventualmente llegaría un punto en el cual Mabel no podría seguir viendo al mundo desde un ángulo borroso, y terminaría encontrándose frente a frente con la decepción de saber que todo era realmente una falsa mentira.

Will fue una buena ilusión que les prometía felicidad, que les decía que no todo en el mundo era malo y que siempre podrían seguir sonriendo con sinceridad a pesar de que todo estuviera envuelto en fuego a su alrededor, porque el mundo era un hermoso lugar para soñar con el futuro. Pero Bill había sido aquella parte racional que aun los mantenía conscientes de la realidad. Él mismo era la representación de todo aquello a lo que le temían, alguien que les demostraba que no valían nada en ese mundo, que nada se hacía sin un interés de por medio, y que el más fuerte siempre pasará sobre los más débiles sin importar cuan brillante fuera su sonrisa.

Mabel había seguido con ojos ciegos la ilusión de Will, mientras Dipper fue dolorosamente consciente de la crueldad real de Bill. Pero ahora, ambos habían visto y vivido con cada parte de lo que ellos eran. Y tanto Mabel como Dipper sabían que la realidad en la que vivían, esa ilusión creada por los Cipher, no era nada más que un mero escenario creado por su conveniencia.

Mabel limpió las lágrimas que no sabía que había estado reteniendo con la manga de su suéter, mientras reía sin ninguna emoción.

—Realmente no valemos nada para ellos, ¿verdad? —cuestionó.

Dipper observó a su hermana, sus manos temblando ligeramente, mientras su débil sonrisa le decía que estaba resignada a seguir aquella ilusión a la que se aferraba tan fuertemente. Había llegado a su límite, y a pesar de sus esfuerzos por protegerla de la realidad, sabía que llegaría a este punto, y eso sería doloroso para ella.

Three || BillDipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora