79- Don't touch

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Sí, estaba mal. 

Su pierna dolía horrores al igual que su costado derecho. Quizás tenía una o dos costillas rotas, nada grave. 

Había recibido palizas como para 5 personas, tal vez debería dejar de jugar a ser el héroe. No lo era, ya no. Todo había quedado atrás y prometió por lo que más quería que no volvería a hacerlo, pero allí estaba una vez más.

Cientos de peleas, algunas en la tierra y otras en otros planetas ¿curioso verdad? Cuando ahora caía por una puñalada de 3 ladrones que trataban de quitarle su dinero a un pobre vecino.

No estaba seguro de dónde estaba, tampoco de cómo saldría. No tenía dinero, mucho menos un teléfono y estaba lejos de casa, de eso estaba seguro.

Las luces blancas a su alrededor y el insistente sonido de la máquina que indicaba su pulso le molestaban. ¿Qué tan malo era apagarlas? No lo sabía y tampoco deseaba hacerlo. No estaba seguro de hacia dónde iría, otra duda más, pero se puso de pie como cuando hace tiempo atrás cuando su tía le decía que era su cumpleaños y había regalos esperando abajo. Todo estaba bien.

Se quitó las agujas, su costado crujió creando una punzada que le hizo cerrar los ojos y suspirar. Sus piernas también estaban golpeadas pero pudo ponerse de pie sin problema mientras se sostenía gracias a uno de los costados de la cama.

Nadie a su alrededor. Estaba sólo tal vez.

En la puerta frente a él no había más que un carrito, supuso que de comida que no se atrevió siquiera a mirar. Hacía frío, demasiado.

¿Qué hacía allí? 

Cierto, iba camino a una cita.

¿Con quién? 

Otra buena pregunta.

Tomó el cerrojo y abrió, una muchacha chocó con él.

-¿Ibas hacia alguna parte?- preguntó mostrando su brillante sonrisa.

Cabello marrón, ojos oscuros, tez morena, alta y delgada. Le resultaba familiar.

-N~no sólo quería ver dónde estaba.

-Éstas en un hospital. Te molieron a golpes.- soltó un suspiro- Peter ¿verdad?

-Ese mismo ¿quién es usted? 

-Michelle, soy enfermera aquí desde hace cerca de 1 año.

Su mano se acercó a la de la chica quien extendía la suya para poder saludarlo. Gustoso la tomó, pero algo similar a una corriente eléctrica fue lo que hizo que se alejara. Su brazo comenzó a teñirse de naranja, sus venas se mostraban fervientes y su mano se contraria. 

Comenzó a sudar y su vista se nubló, Michelle intentó acercarse a él pero la alejó volviendo a recuperar su respiración.

-¿Q~qué ocurrió? 

-Llamaré al médico.- murmuró la chica tocando uno de los números que la camilla traía a su lado.

El médico llegó y al instante fue puesto al tanto de la situación. Era un caso atípico, lo confirmó cuando intentó medir la presión del joven y por accidente rozó su brazo. Otra vez.

Fue entonces puesto en un área diferente del hospital, pasó su tarde entre análisis y tomas de sangre que no llegaban a ningún resultado. Todo en orden, a excepción de su rechazo a lo que parecía ser, la gente.

Con la intención de confirmar las teorías permaneció en el hospital una semana, tal vez más. Las pruebas de alergia jamás variaron pero ahí estaba, aislado a un lado de una sala, como si de un animal con rabia se tratase. El médico le pidió que regresara al menos una vez a la semana cuando fuera dado de alta, aún sin darle un diagnóstico fijo.

Dalia Negra- One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora