42- Identidad revelada II

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Unos brazos me jalaron. Salí de mi pequeño trance cuando golpeé cayendo al piso junto a Shuri.

-¡¿Estás loca?!- gritó ayudándome a ponerme de pié.

-Yo... Yo lo siento.- dije mirándola.

-Vamos adentro.- agregó tomando mi brazo.

Regresamos a la casa y pude ver como Betty se encontraba más pálida que de costumbre.

-¿Estás bien?- le pregunté.

-¡Niña!- me dijo tomándome por lo hombros como si fuese mi madre- ¡cómo se te ocurre salir con este frío con la ropa que traes puesta y encima correr hacia la calle sin ningún sentido! Casi me muero.- agregó.

-Lo lamento.- dije sin la capacidad de aguantar ni un minuto más mis lágrimas.

-Tranquila.- comentó Shuri mientras pasaba su mano por espalda dándome fuerza.

-¿Qué hice mal?- pregunté.

-Tú no hiciste nada.

-Si hice, me enamoré como prometí jamás hacer por miedo a esto.- oculté mi cara entre mis manos apoyadas sobre mis rodillas.

-Michelle, ¿escúchame, si? No es tu culpa. Cuando vea a Peter voy a matarlo.

-Debí hacerles caso a ellos, no soy para él y eso claro está. No soy nadie y al parecer ya lo notó.

-Michelle, por favor no vuelvas a decir eso. Yo digo que hablemos con él, le preguntemos en donde está y luego...- dijo señalando su cuello con su pulgar, deslizándolo de un lado al otro.

Reí sin ganas por su chiste aunque pareció no entender mi risa. Creo que hablaba enserio.

-Chicas, no quiero que nuestra noche se arruine por mi. Vean una película y diviertanse.

-¿Y tú?- preguntaron mientras yo me ponía de pié.

-Volveré en un momento, sólo quiero ir al baño.

Me alejé sabiendo que mi excusa había funcionado.

Salí del baño casi una hora después, gastando todo aquel tiempo en lágrimas que no podía controlar.

Regresé a la sala y me senté en el sofá junto a mis amigas, quienes a juzgar por su expresión de supuesto "disimulo", no habían visto nada de la película y sólo habían estado junto a la puerta del baño.

Me quedé dormida sin notarlo. La luz que ingresaba por la ventana del lugar me despertó.

Miré a mi alrededor y noté que ya no me encontraba en la sala, sino en la habitación de mi amiga.

Me tomó por sorpresa despertar allí, en la habitación, por lo que intenté recordar lo ocurrido hace apenas algunas horas. No había forma de llegar desde el sofá al cuarto sola.

Me puse de pié y caminé hasta la cocina, de la que me detuve a unos pocos pasos al oir una conversación que parecía importante. Se que no es respetuoso ni cortés oir conversaciones agenas, pero no pude evitar escucharla cuando mi nombre fue dicho en ella.

Dalia Negra- One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora