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Despertarse esposada a la cama de Barbara Palvin no era tan bonito como yo había creído, Barbara era un ángel dormida y despierta, se me caía la baba al tenerla a centímetros hasta que recordé que no tenía derecho a tocarla.

Maldición.

Intenté moverme pero había olvidado las esposas, mis movimientos en aquella cama gigante hicieron el suficientes ruido como para despertar a Barbara, ya empezaba el día.

-¿Podrías hacer menos ruido?- susurró molesta.

-No es mi culpa que anoche estuviste hasta las tantas con el rubito- susurré rencorosa.

-¿Ya vas a empezar de buena mañana? ¿No es demasiado pronto para que pienses en Dylan?-se frotó los ojos.

-Si no me quieres aquí, ya sabes que hacer- señalé mi mano esposada.

-Tenía esperanzas de que mejorases al día siguiente pero sigues siendo la misma imbécil de siempre.

Me sorprendí ante ese reproche, Barbara se levantó poco a poco de aquella cama, se dirigió hacia su bolso y rebuscó en el, sacó la llave que me daba la libertad, me la ofreció de mala gana.

Me desaté rápidamente, sentía la sangre fluir por mi mano y fue una sensación maravillosa, mi mano comenzaba a tener color y era algo que agradecía, cerré los ojos de placer.

Barbara volvió a recostarse a la cama, algo me decía que seguía molesta.

-Ya te puedes ir- me golpeó con una almohada.

Me quedé en silencio en aquel lado de la cama pensando, debía portarme bien con ella, no la quiero perder.

-Me gustaría volver a pedirte disculpas por todo lo malo que te he hecho, sabes que yo te quiero pero me he dado cuenta de que no sé hacerlo bien, prometo quitarme esta mala fama que me estoy ganando y prometo cambiar porque te amo- sentí unos nervios al decir esas últimas palabras.

Esperé una respuesta pero Barbara se había vuelto a dormir y no había escuchado mi bajada de pantalones, decidí irme de aquella habitación de hotel, no tenía nada más que hacer ahí.

-Nos vemos en la gala benéfica y prometo portarme bien- me acerqué y le di un beso en la mejilla.

Me quedé mirándola desde la puerta de su habitación, era preciosa y yo una imbécil por hacerle tanto daño.

Resoplé y me fui de aquella habitación.

Era la primera vez que decía que amaba a alguien y esa persona estaba durmiendo, el día no puede ir mejor, no sé qué hora era, pero a mi ya me habían golpeado.

Al darle al botón de planta baja del ascensor me di cuenta de lo que estaba haciendo ¿habrá fotógrafos fuera? sentí unos nervios inexplicables, vaya donde vaya tengo a la puta prensa encima, esto es horrible ¿no puedo ser alguien normal por un día?

Las puertas se abrieron y el hall estaba completamente lleno, intenté pasar desapercibida hasta llegar a mi coche, pero por desgracia  mi coche no podía pasar de desapercibido.

El coche estaba a unos metros del hotel de Barbara, el plan era abrir el coche, entrar corriendo y salir enseguida como si la policía me siguiese por tráfico de drogas, recé por todo el camino para que ningún fotógrafo me hubiese captado saliendo a estas horas de la mañana del hotel de una de mis compañeras de reparto de la serie, me moría de sueño y tenía hambre, quería desayunar, tenía que volver a casa.

Aparqué y subí en el ascensor pensando en el desayuno que me daría, se me hacía la boca agua pensando en la comida que había en aquel loft, entré  y me asusté al ver a mi manager sentando en el sofá con una taza de café.

Maldita sea.

-Buenos días ¿no es muy temprano para vernos? ¿habíamos quedado?- tensé mi mandíbula.

-¿Dónde estabas? Con gente como tú se trabaja 24 horas- refunfuñó.

-Estaba dando una vuelta- cerré la puerta con cuidado.

-Y ¿vas tan elegante a dar una vuelta?- me señaló.

-Soy una persona conocida, tengo que ir elegante.

Me dirigí hacía el sofá, no me gustaba nada la idea de que mi manager tuviese llaves del loft y entrase cuando le diese la gana, me intimidaba mirarle a los ojos, pero aún así lo hice, no sabía con qué intenciones había venido a visitarme pero sabía que no eran buenas.

-Vengo a darte unas indicaciones sobre la gala de esta noche.

-Soy todo oídos- elevé las cejas.

-Quiero que hagas un escándalo.

-¿Perdón?- me senté irritada en aquel sofá.

-Necesitas un escándalo para seguir en la ola, esta noche en la gala benéfica tendrás que hacer algo.

-Se supone que si voy es para dar buena imagen.

-Vas para que sigan hablando de ti, lo importante es que hablen, bien o mal, pero que hablen.

-¿Entonces? Que tengo que hacer- resoplé.

-Emborráchate, golpéate con el camarero, que se te vea  con otra modelo, ya sabes lo que hay que hacer.

-Se supone que yo quiero cambiar, no quiero hacer nada de eso.

-Aquí hay un contrato y lo tienes que cumplir, mucha suerte para esta noche, estaré viéndote desde muy cerca- bebió de su taza de café.

-¿No puede ser en otro evento? Esto es una gala benéfica, por favor te lo pido.

-No, por cierto el manager de Pablo me contactó, grabarás el videoclip en esta semana y recuerda hacer las maletas para Nueva York.

-¿No podría tomarme un descanso? Casi me muero ¿recuerdas?

-Estás en números rojos por comprarte un lamborghini, vives por encima de tus posibilidades, trabajarás hasta que yo te diga tenemos el contrato.

Opté por levantarme de aquel sofá, me dirigí hacia la cocina a hacerme un café, ya no tenía nada más que hablar, me sentía furiosa, se supone que tengo que cambiar y por un contrato de mierda tengo que volver a fallarle a Barbara.

•Barbara Palvin y tú• Famous in love•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora