72

1.9K 159 27
                                    

Salí del set de rodaje entre lágrimas, mi semana no podía ir a peor, quería romper todo y no podía porque tenía que seguir dando una buena imagen.

El efecto de la cocaina iba decayendo, lo notaba, no había sido tan buena idea, la caída iba a ser terrible.

Intenté conducir como pude hasta mi loft, subí desesperada por aquel ascensor, la ansiedad me mataba, quería desgarrarme la ropa e intentar respirar un poco del supuesto aire que había a mi alrededor.

Seguía pensando en lo horrible que se estaban volviendo las cosas, tenía que fingir que estaba bien para todo el mundo, mientras por dentro estaba destrozada, sólo quería a alguien que me ayudase a salir de donde estaba.

Escuché como se abrían aquellas puertas del ascensor y me lancé como si de una carrera se tratase, mi nueva puerta era bonita pero no lo suficientemente bonita como para quitarme la ansiedad.

Me quité la ropa y la tiré al suelo, me dirigí hacia el balcón, hacía muchísimo frío, tuve que volver a meterme dentro, podrían haber paparazzis debajo del edificio esperando una foto mía sin ropa para chantajearme, como mi querida periodista.

Me tumbé en el sofá, coloqué mis manos en la nuca y miré el techo hasta el cansancio, era una casa enorme, demasiado grande para que sólo viviese una persona, no entendía como mi manager había elegido este lugar para mi.

Siempre quise vivir en un lugar grande hasta que me mudé aquí y eso que sólo llevaba un día, era una puta mazmorra, me sentía la princesa del castillo, estaba atrapada sin poder salir.

Me dirigí hacia la cocina hasta que recordé que no tenía nada comprado, pedí comida a domicilio y me tumbé a esperar.

¿Cómo voy a salir a comprar comida si a cada dos pasos me están haciendo fotos?

Decidí encender mi maravilloso televisor de plasma, hablaban de mi fiesta de anoche ¿de verdad a la gente le interesaba tanto mi fiesta?

Empecé a escuchar mi timbre, me levanté emocionada pensando que sería el repartidor, por fin tenía la alegría del día, mi cara cambió cuando vi que me había equivocado.

Mi manager estaba en la puerta esperando entrar.

-Pensé que tendrías llaves.

-Y tengo, pero no quería verte desnuda otra vez.

Me reí, estaba en ropa interior.

-¿Sabes? Deberías comprarte ropa- me señaló.

-Búscame algún patrocinio- reí.

Mi manager pasó y se sentó en el mismo lugar que esta mañana, no sabía que hacía ahí pero esperaba que se fuese pronto.

-Tú me dirás- comencé a vestirme.

-Vengo a hablar de la periodista ¿has recibido noticias?

-Justamente tengo un audio de ella- lo puse.

Escuchamos muy atentos las peticiones de aquella maldita periodista, yo sólo quería dormir y parece ser que tenía una reunión de amigas con aquella puta chantajista.

-¿Qué harás?- me miró.

-Lo primero será comer y luego dormiré.

Escuché el timbre y salí a recoger mi comida, me tocó firmarle una servilleta al repartidor y conseguí que me dejase en paz.

-Mira _____, he venido de buenas, te veras con aquella periodista y le harás todo lo que ella te pida.

Mientras mi manager hablaba yo destapaba el tupper, estaba caliente y se me hacía la boca agua, sólo quería que se marchara para poder comer en paz, mi manager se dio cuenta de que no le estaba prestando atención.

-Recuerda que si no fuera por mi estarías pendiente de la beca para poder seguir estudiando en la maldita universidad, así que déjate de tonterías y hazme caso- elevó la voz.

Dejé el tupper en la mesita y decidí fingir que le prestaba atención.

-Gracias a mi,estas donde estás, que nunca se te olvide- me señaló.

Rodé los ojos.

-Ahora mueve el culo y lárgate a convencer a la maldita periodista de que no filtre tu puta foto.

-Esta bien, dame dos horas y quedo con la puta periodista- Volví a coger el tupper.

-Te doy una hora y te prohíbo hacer fiestas, el contrato lo he firmado yo, en esta casa estás bajo mi responsabilidad, si quieres montarte orgias como la de esta mañana te las montas en otro lugar ¿entendido?

-Recuerda que soy humana, necesito mi tiempo.

-Habértelo pensado antes de comprarte un lamborghini de mierda, estás endeudada por un coche y tendrás que trabajar mucho para pagarlo.

-Podrías decirle a mi asistente que me llene la nevera y el armario.

-Eso está hecho, te mandaré ropa para que quedes con la periodista, dile que la verás aquí, no quiero que hagas el ridículo en un lugar público, espero noticias pronto.

Después del gran sermón mi manager decidió irse, mis fideos se quedaron congelados, me tocó seguir comiéndolos ya que no tenía nada más en la nevera.

Decidí pasar de mi manager e irme a dormir, la periodista podría esperar, no sabía si eran las pastillas o que pero caí rendida.

Me desperté por una pesadilla, estaba empapada, no quería volver a dormir más.

Oí como mi puerta se volvía a abrir ¿otra vez mi manager? ¿Me habrían entrado a robar?

En ese momento no me importaba que me robasen, tenía demasiado sueño, la periodista vendría en un rato y tendría que tener todo listo.

Decidí llamar a Paul, necesitaba más ayuda de la suya, me prometí que sería la última vez que tomaría de esa mierda.

Salí de mi habitación y me encontré a cuatro desconocidos en mi salón y en mi cocina.

-¿Hola?

Ellos me saludaron y siguieron con su trabajo, estaban llenándome la nevera de comida y lo agradecí, también habían traído ropa, cada paquete de ropa llevaba un sobre con mi nombre, era para que lo subiera a Instagram y  patrocinara su ropa.

Se me olvidaba que aquí no daban nada gratis.

Paul no tardó en llegar, llevaba el pómulo morado e hinchado pero se lo merecía, no sentía pena.

Paul intentó abrazarme pero lo aparte, él se dio cuenta del rechazo, sacó una bolsita de su americana y me lo entregó en un apretón de manos.

-¿Cuánto te debo?- susurré.

-A esta invita la casa, pero no te enganches- me guiñó un ojo.

-No te preocupes, es para una emergencia.

-¿Puedo pasar?- señaló mi loft.

-Tengo una entrevista, otro día vienes y hablamos- mentí.

Paul se fue en aquel ascensor pensando que las cosas estaban bien entre él y yo, maldito imbécil.

•Barbara Palvin y tú• Famous in love•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora