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Me dirigí hacia el baño de mi habitación, ante la atenta mirada de aquellos trabajadores, deseaba con todas mis fuerzas que se largaran, necesitaba hacer lo que iba a hacer sola.

Cerré la puerta con seguro y saqué la bolsita de mi pantalón, expandí el polvo blanco por aquella mesa de mármol, me di cuenta de que no tenía ni el billete ni la tarjeta para hacer lo que tenía que hacer, salí del baño y fui hacia la mesita de mi habitación, tenía la tarjeta del metro y mis cinco dólares de la suerte.

Volví a entrar e imité a la perfección al Paul de esta mañana en el baño del set.

Volví a mirarme en el espejo antes de volver a hacerlo ¿de verdad tenía que hacerlo? ¿Seguro que no podría cancelar mi reunión con la periodista de mierda?

Esnifé y volví a sentir los mismos ardores que hace unas horas.

Me limpié la nariz delante del espejo y salí a despedirme de los trabajadores, ya habían terminado, habían llenado mi nevera y mi armario, por fin algo bueno.

Me dirigí hacia mi armario, tenía que vestirme bien para mi reunión, tardé media hora en elegir todo y otra media hora en darme un baño lento con sales de baño.

¿Había vendido mi alma al diablo? Si me dicen que el diablo era mi manager reencarnado, diría que sí.

La periodista estaba apunto de venir y yo no tenía nada preparado.

He invitado a una zorra que me chantajea a mi casa.

Me peiné por última vez y salí a poner la mesa, decidí encender dos velitas, cualquiera diría que es una cita.

Llamé a mi ex compañero de piso para que me hiciera un favor y no tardó en venir a mi casa.

Nos abrazamos al vernos en aquel salón.

-Pensé que después de lo de ayer no te dejarían meter más gente en casa- sonrió.

-Es una celda pero una celda de lujo- Volví a abrazarle.

Nathan me dio la cámara de vídeo que le había pedido, él siempre grababa películas caseras para enseñárselas a sus padres, así que fue el primero en el que pensé cuando se me ocurrió ese disparatado plan.

Después de unos diez minutos hablando me despedí de Nathan, miré la videocámara recordando las instrucciones que me acababan de decir y fui a colocarla frente a mi cama, no estaba muy segura del plan pero algo había que hacer ante aquella zorra.

Recé para que la cámara aguantase lo que tuviese que aguantar, escuché el timbre y mis piernas comenzaron a temblar, fui nerviosa todo el camino hasta llegar a la puerta principal, abrí la puerta, ahí estaba la maldita desgraciada que me chantajeaba, con un vestido espectacular esperando que yo fuese su fiel sierva.

-Me alegra verte viva- ironizó.

-Gracias, espero no desmayarme esta noche- reí.

Le pedí la chaqueta para colgarla, ella accedió sorprendida al ver mi atención, se quedó más sorprendida al ver aquella cena con velas incluidas.

-Por favor, te saco más de diez años, no me hagas sonrojarme.

-No nos adelantemos a los acontecimientos- intenté reír de manera natural.

Aquella periodista y yo nos sentamos, era la primera vez que usaba esa mesa para comer y se me hacía extraño que fuese ella la primera y no Barbara.

-Me sorprendió que me escribieses tan rápido.

-Es la primera vez que me chantajean y no sé cuánto tiempo hay que esperar para escribir- reí.

-No es un chantaje, es un cambio de favores, por cierto me encanta tu loft, yo llevo más de quince años siendo periodista y no podría pagarme este loft.

-Gracias, no es del todo mío ¿qué favor necesitas?

-Intento llevarme bien con todos los jóvenes de Hollywood y quiero llevarme bien contigo- cruzó los manos.

-¿Quién te dio la foto?

-Primero comamos y luego hablamos de negocios.

Asentí mientras comía aquella comida del restaurante de abajo, esperaba que ella no se diese cuenta del fraude que yo era.

La cena fue todo lo bien que puede ir siendo una comida de chantaje, ella me decía cosas y yo tenía que reírme, fue lamentable.

-Por cierto, he oído que te has comprado un lamborghini ¿es cierto?

-Sí, y si quieres te doy una vuelta- le guiñé el ojo.

-Tu novia se pondrá muy mal si se entera que andas invitando a una mujer mayor a tu coche- bebió de su copa.

-Esto podría ser nuestro secreto, no sería ni el primero ni el último- sonreí.

-Me gusta por dónde vas- se lamió los labios.

Nos miramos a los ojos y sabía que tenía que besarla, no estaba nada mal y tenía que llevarla a mi cama para grabarla y luego poder hacerle chantaje yo también.

Me levanté de aquella silla y me acerqué a ella para besarla, ella no se interpuso, se sorprendió ante mi acto pero se dejó querer.

-¿Dónde tienes el lambo? Nunca he tenido sexo en uno- me susurró al oído.

-Me lo entregan mañana, pero mi cama es como un lambo- sugerí.

Aquella periodista me agarró de la mano y me llevó hasta el sofá blanco, nos besamos en aquel sofá pero yo la levanté y la llevé a mi cama, tenía que acostarme con ella ahí.

Ella empezó a desnudarse mientras yo miraba la videocámara de reojo, nunca había grabado un sextape y esperaba que esta fuese la última vez.

No sabía si estaba muy preparada para lo que iba a hacer, pero tenía que hacerlo, no podían sacar a la luz aquella fotografía, sería mi fin.

Barbara perdóname por lo que voy a hacer.

•Barbara Palvin y tú• Famous in love•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora