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Sólo había podido dormir cuatro horas, Barbara tenía la mañana libre pero yo había quedado con Diana para el contrato.

Además tenía que estar dos horas antes en el aeropuerto para volver a USA.

El café se me hizo demasiado corto, Barbara estaba en la cama dormida y yo en una silla tomando café.

Estaba preciosa, no sé qué pacto con el diablo habrá hecho pero esa chica lo tiene todo.

Me miré por última vez en el espejo, me acerqué a darle un beso a Barbara.

-Mándale saludos de mi parte a tu novia trastornada- respondió somnolienta.

-Vale, yo le mando lo que tú quieras, volveré a por ti- le di otro beso.

¿Me daría el día para todo lo que quiero hacer?

No tardé en llegar a mi destino, hacia un clima infernal, París definitivamente no sería mi hogar.

Entré a aquella cafetería, no había ni rastro de Diana pero si de Luca y Mike.

Ambos se levantaron al verme, me dieron un fuerte abrazo, yo sólo me fijé en la carpeta negra que había en la mesa delante de mi.

-Me gustaría saber cuáles son mis condiciones, sé que eres mi manager y no me harías firmar nada que fuese en mi contra- le miré.

-Sí, claro- Abrió la carpeta.

Habían un montón de hojas, yo sólo podía fijarme en la zona de la firma.

-Están son algunas cláusulas como que no puedes ser vista con otra pareja durante el tiempo del contrato.

-Espera que aquí viene Diana- Mike señaló la puerta.

Nos giramos todos a observarla, llevaba gafas de sol, la noche se le fue de las manos y no quería que la viésemos mal.

-Siento la espera, había mucho atasco- mintió mientras se sacaba las gafas.

-No te preocupes, _____ acaba de llegar.

Yo volví a mirar el contrato.

-Sigo explicando, el contrato perdurará tres meses ¿estáis de acuerdo con ello?

Diana y yo nos miramos sin saber muy bien que decir.

Ambas asentimos por compromiso.

-El contrato será de tres meses, no podéis ser vistos con nadie más en esos tres meses, tenéis que veros de media dos días a la semana, incluyendo galas de premios y fiestas como las de anoche.

Yo intenté prestar atención mientras me moría de sueño.

Una Diana Silvers estaba más dormida que yo.

No pude evitar sonreír al verla así.

-Este promance os favorece a ambas, así que haced bien vuestro papel- inquirió Mike.

-Por mi perfecto- Diana agarró el bolígrafo.

-______, el contrato acaba después de tu promoción con famous in love, tendrás que llevarte a Diana a esa promoción.

Asentí.

-Y tú, Diana, tendrás que llevártela a todas tus pasarelas.

Diana no pareció disgustada.

Luca me ofreció su boli para que firmase, primero firmó Diana.

Yo me quedé observando cómo Diana firmaba, me da que está sí está haciendo un pacto con el diablo.

Después de firmar nos dimos la manos los cuatro.

-Bueno, para empezar hoy os vais juntas en el avión de vuelta a casa ¿entendido?

Asentimos.

-Disfrutad de vuestras últimas horas en París, salís esta noche a las 10.

Diana y yo salimos de la cafetería, nos quedaban pocas horas en París y teníamos que aprovecharlas.

Nos quedamos de pie en la salida de aquella cafetería sin saber qué decir.

-¿Vamos juntas al aeropuerto?- la miré.

-Sí, está bien, por cierto tenemos que hablar de cómo llevaremos lo nuestro- se colocó las gafas.

Trague saliva.

-Claro ¿quieres hablarlo ahora? Podemos pedir un taxi y hablamos ahí- intenté mantener la calma.

-Veo que tienes prisa por ir a revolcarte con tu amiguita neurótica- encendió un cigarrillo.

-Me gustaría que dejases de llamarla amiguita neurótica, se llama Barbara.

-Bueno, pues ten cuidado con Barbara.

Un taxi se acercó al ver mi llamada, no sabía si Diana quería subirse para seguir la conversación o quería terminarse su cigarrillo.

El taxista se terminó yendo y yo me quedé esperando a que Diana acabase de fumar.

-Me da igual a quién metas en tu cama, siempre y cuando la prensa no se entere, de momento no quiero ser una cornuda- soltó el aire de aquel cigarrillo.

-¿Por qué piensas que tengo algo con Barbara?

-Nadie se presenta como se presentó anoche.

-Me gustaría saber que te dijo anoche.

-Lo hablaremos en el avión, cariño- sonrió mientras se terminaba su cigarro.

Nos subimos al taxi, íbamos hacia su hotel, no había conocido esa parte de Diana y no sabía si preocuparme.

-_____ ¿Puedo pedirte un favor?

La miré asintiendo.

-Podrías no tener ningún romance extra mientras estás conmigo ¿entiendes?

-No, no entiendo.

-Quiero que mantengas a tu amiguita neurótica lejos de tus pantalones.

Agradecí que el taxista no hablara nuestro idioma.

-Ahora sí lo entiendo, pero lo nuestro sólo es promoción y tú no me dirás con quién puedo revolcarme y con quién no.

-Mira, haz lo que tú quieras pero de verdad ¿no puedes estar tres meses de celibato y castidad?

-¿Se supone que tú estarás igual?- esbocé una sonrisa pícara.

-Sí, a no ser que tú y yo tengamos algo, sí estaré en celibato estos tres meses.

Diana salió de aquel taxi, no eran ni las 11 de la mañana y ya me habían jodido el día.

Barbara tenía razón, Diana es una trastornada.

Tengo una novia trastornada.

Mi hotel no estaba demasiado lejos, llegué en seguida.

Barbara seguía en mi cama, me recosté en la parte libre del colchón y besé su frente.

-¿Ya has vuelto? ¿Qué hora es?- abría los ojos con dificultad.

-Deberías levantarte, me voy esta noche y me gustaría hacer cosas contigo.

Barbara se desperezó ante mi atenta mirada.

-¿Has desayunado? Yo tengo mucha hambre.

-Ahora mismo llamo al servicio de habitaciones y comemos lo que tú quieras.

Barbara aplaudió y después me dio un corto beso.

Llamé al servicio de habitaciones para pedir media carta, Barbara empezó a dar vueltas por la habitación hasta llegar a la ventana donde se veía la torre Eiffel.

-Nos traerán la comida en veinte minutos- elevé la voz.

Barbara se había metido al baño ¿me habrá escuchado?

-Perfecto, tenemos  veinte minutos  ¿te duchas conmigo?- Barbara se asomó por la puerta del baño juguetonamente.

No me lo pensé dos veces.

•Barbara Palvin y tú• Famous in love•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora