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Me miré por última vez en el espejo ¿de verdad había sido buena idea aceptar la salida de Pablo?

Di media vuelta en frente del espejo para ver cómo me quedaba aquel vestido negro tan ajustado que resaltaba todas mis curvas.

Ya no había marcha atrás.

Miré mis tacones, sentía que en cualquier momento perdería el equilibrio y acabaría en el suelo y sería el hazme reír de la prensa una vez más.

Me hice dos fotos para Instagram, me dirigí al salón, puse la alarma de seguridad y salí buscando mi coche.

Notaba un cosquilleo en los dedos, no sabría si era buena señal o que, pero pronto lo descubriríamos.

Me dirigí hacia mi coche con paso firme, me subí, dejé el bolso a un lado, me miré el gloss por última vez en el espejo retrovisor y arranqué hacía la dirección que me había mandado Pablo.

Era un club a la afueras de la ciudad, se necesitaba contraseña para entrar, supongo que pasaría desapercibida entre tanta gente famosa.

Encendí la radio y puse música para motivarme en el trayecto, una parte de mi sólo quería llorar y estar en la cama y la otra me obligaba a salir de fiesta para no recordar lo miserable que era mi vida.

Amenicé el viaje con Bruno Mars, adoraba a ese hombre y a lo mejor con suerte esta noche lo conocería.

Poco a poco fui saliendo de la ciudad y fui adentrándome en los barrios de gente de dinero, veía las mansiones de lejos, el gps me indicaba que estaba a cinco minutos de llegar a mi trayecto, tuve que bajar la velocidad al ver que había seguridad parando los coches.

Me hicieron bajar la ventanilla.

-Contraseña- me miró un hombre corpulento con gafas negras.

Busqué el mensaje que Pablo me había enviado con la contraseña y la dije.

Él me indicó que podía pasar y los demás hombres que estaban a mitad de la calle se hicieron a un lado para que yo pasase.

Aún me quedaban unos cuantos metros para llegar al club pero ya notaba ambiente, había coches de lujo por todo el lugar, había un aparca, me acerqué le di las llaves de mi coche, agarré el bolso y me dirigí hacia la puerta.

Pablo ya estaría aquí pero no tenía prisas por encontrarlo, creo.

Alguien me abrió la puerta, era otro hombre de seguridad.

¿Me iba a pedir otra contraseña? Pablo no me había dado ninguna más.

-Buenas noches- me dijo aquel hombre.

-Buenas- respondí cortésmente.

Seguí mi camino al ver que no me pedía ninguna contraseña.

Se escuchaba música, estaba lo suficientemente alta como para poder mantener una conversación sin que los demás se enterasen de lo que decías.

Mi corazón se paró por un instante cuando vi a un grupo de modelos bailando al son de David Guetta.

¿Esas chicas son reales?

Tragué saliva y me recompuse.

Había una barra con dos camareros sirviendo a todo el mundo, me acerqué sin saber muy bien que pedir.

-Buenas ¿qué quieres?- me preguntó aquel chico.

-Me gustaría agua con hielo por favor.

El chico se agachó para buscar los vasos.

•Barbara Palvin y tú• Famous in love•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora