119

857 92 1
                                    

Me miré en el espejo, quería matar a Pablo.

Maldito imbécil.

Me quite aquel vestido pegajoso, tendría que esperar a que se secase.

Me quedé abrazándome a mi misma por unos minutos hasta que empecé a tener escalofríos.

Miré el jacuzzi de reojo, no pasaría nada por meterme desnuda.

Me quité la poca ropa que me quedaba encima y decidí encender el jacuzzi, entré poco a poco, notaba los chorros de agua caliente tocando mis pies.

Me senté y esperé a que se llenase por completo de burbujas.

Fue un momento relajante en mi vida de locura.

Cerré los ojos e intenté descansar.

No se estaba nada mal.

Me fijé que había un espejo frente al jacuzzi, mi mente perversa pensó cosas que no debería.

¿Y sí?

Saqué mi mano de debajo del agua y comencé a observarla.

Negué entre risas mientras intentaba aguantar la compostura.

Quizás debería salir ya, el vestido seguía mojado pero se me estaban ocurriendo demasiadas cosas malas en este jacuzzi.

Cerraba los ojos y recordaba a Barbara en París.

No pude evitar morderme el labio.

Maldición.

Como siga así voy a acabar masturbándome mientras lloro.

Decidí levantarme y buscar un albornoz, debía secarme, buscaría un secador para secar el vestido y poder salir con los demás.

Abrí los cajones blancos de aquel lugar y empecé a buscar el secador, acabé encontrando velas aromáticas, las coloqué encima.

Miré alrededor por si había alguna encendedor pero ni rastro.

Hice un chasquido con la lengua y seguí buscando el secador.

Volví a agacharme y volví a buscar en el mismo lugar.

Maldije unas cuántas veces hasta que escuché cómo abrían la puerta y me asusté.

Me llevé la mano al pecho mientras veía a Anastasia entrando sin pedir permiso.

-Perdona ¿te he asustado?- decía con su adorable acento ruso.

Era imposible que me saliese una mala palabra con aquella chica.

-No, no te preocupes, simplemente no me lo esperaba- intenté quitarle importancia.

Ella entró y cerró la puerta.

Me la quedé mirando desde el suelo, yo estaba de cuclillas, desnuda en albornoz y ella estaba de pie, con un vestido espectacular a juego con sus tacones.

Si agachaba un poco mi cabeza juraría que podría ver su ropa interior, pero no podía tener ese pensamiento.

Cerré los ojos fuertemente intentando negar cualquier sentimiento.

-¿Qué haces ahí? ¿Te has metido al jacuzzi?¿te has metido sin mi?- dejó el vaso de mojito en el lavadero.

-Estoy buscando el secador.

Ella comenzó a desabrocharse el vestido.

Mis ojos se abrieron y me quedé observando sin saber muy bien que decir.

-Nunca he estado en un jacuzzi- dijo emocionada mientras se desabrochaba los tacones.

Noté que se iba a quitar la ropa interior y miré hacia el suelo, no debía incomodarla.

•Barbara Palvin y tú• Famous in love•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora