Nyari: El Imperio Caído

PRÓLOGO

"Donde hay fuego alguien se debe quemar, sí existe una pequeña llama, esta se convertirá en el infierno más grande nunca antes visto en la tierra".

Pero solo aquellos más fuertes y dignos, serán los que aun en llamas, no los derriba nadie, son tan insensibles e indestructibles, cómo ellos dicen ¿Nada les afecta? ¿Nada los daña? ¿Nada los rompe? Dos personas tan iguales y tan distintas ¿podrán realmente congeniar y coexistir sin matarse en el intento? Nyari y Ethan, no son el prototipo de una relación perfecta ni mucho menos personas que pueden dar consejos de amor, no lo son y punto. No importa cuánto les claven la daga, tendrán el rostro frío y sereno, manteniendo siempre la calma, te aseguro que, si no los matas, ellos si te matarán a ti. Puedes ser tan despiadado como quieras, ellos siempre te superarán en todo.

Ethan, una persona que pasa por encima de todos sin importarle o sentir lástima, mucho menos empatía por aquellos que hozan desafiarlo, estos sin duda, son destrozados, pese a ello, no todos son dignos de ser llamados sus contrincantes, porque hasta para denominarse de dicho modo, hay estándares que se deben cumplir. Es apuesto, considerado por aquellas ingenuas el príncipe azul, sueño de muchas, protagonista de tantas fantasías ocasionadas por aquellas historias contadas por generaciones a las niñas pequeñas antes de dormir, sin duda es el hombre con el que toda mujer sueña casarse, para tener una vida plena, llena de calma y paz hasta envejecer juntos. Sin embargo, la realidad es distinta, él, no es un príncipe azul, ni el bueno de los cuentos, sino el Dios del averno y villano de las historias tanto infantiles como historias contadas a los adultos, el simple hecho de mencionar su nombre, es razón suficiente para salir corriendo; es cruel, despiadado, una verdadera pesadilla que paraliza solo con su presencia y de verdad, no quieren hacerlo enojar, ni despertar los demonios con los que nació.

Nyari, una mujer con los ovarios muy bien puestos, quién no es precisamente la damisela en peligro, ni la princesa que necesita ser salvada por su caballero en armadura, ella, se defiende sola sin necesidad de que nadie la salve, sabe cómo acabar con sus oponentes al igual que, Ethan, pero con el toque femenino; los destroza con gracia, belleza y un estilo inigualable, siempre con el mentón en alto y espalda recta, cualquier persona importante o insignificante, que tiene la fortuna de toparse con ella, queda atónito con su belleza, siendo así, imposible olvidarla, la capacidad que tiene para crear estrategias, donde todo se creía perdido, es algo difícil de encontrar y muy fácil de perder, nada la limita, nada la detiene, nada ni nadie le impide ser cruel, despiadada, toda una Diosa empoderada de la destrucción, si hozas enfrentarte a ella, lo más seguro es que no quede rastro alguno de tu existencia, evidentemente alguien a quién no se debe provocar jamás.

Pero ¿Qué pasa cuándo nuestros dos villanos, Ethan y Nyari, se topan cara a cara y aún peor, intentan pisotearse uno al otro como es costumbre para ellos? ¿Conseguirán hacerlo, o se estamparán con pared? ¿Podrán superarse a sí mismos o perderán en el intento? Dos personas que están acostumbradas a siempre salir victoriosos ¿Lograrán sus objetivos también esta vez?

—Sabes que no me gusta lo que hiciste —Ethan está molesto, pero no me importa, puede seguir enfadado toda la vida y no me afectaría en lo absoluto.

—¿Cuándo he preguntado por tu opinión? tú a tus cosas y yo a las mías, para que complicarnos la vida, suficientes problemas tenemos ya, como para agregar otro a la lista.

—¿Crees qué es correcto provocarme? sabiendo lo que soy —me mira con esos ojos que me enloquecen.

—En ningún momento mi intención fue provocarte, pero ya lo hice, no podemos cambiar el pasado, además no me arrepiento —digo en un tono despreocupado.

—Nyari, no podías elegir otra cosa, tenías que ser precisamente ese.

—Fue un impulso del momento, haces tanto drama por tan poco, puedes comprar 10 más sin ningún problema —tiene el dinero para comprar cualquier artículo que se le venga a la cabeza.