CAPÍTULO 8

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CAPÍTULO 8

Nyari

—Todos, están de mal humor —habla, Saul, mientras ordenamos en el comedor.

—Yo no, yo estoy más fresca que una lechuga —es cierto, mi humor de hoy es muy bueno.

—Se nota —se burla, Sam-— por cierto ¿Por qué no respondías ayer?

—mmm no sé dónde dejé mi celular —después de lo Ethan, pero obvio no le diré nada de ello.

—Entonces ¿Cómo te enteraste del operativo? —pregunta Saul. Y yo...

—Aquí está su comida —informa el de la cocina, salvándome del momento incómodo.

—Los dejo para que coman —respondo ignorando la pregunta de Saul.

—¿No comerás con nosotros? —cuestiona Sam.

—Tengo actividades que realizar, los veo más tarde.

Salgo del comando yéndome a mi departamento. En el comando no puedo moverme ni investigar a mi antojo y sé que el ataque en Polonia, fue para debilitar a los Morrison, y ello afecta mi acuerdo, con Elliot Morrison en muchos aspectos.

Entra una llamada a mi celular, hace poco no sabía dónde estaba, pero lo encontré, pienso ignorarlo, pero veo que es Elliot.

Necesito hablar contigo, ¿estás en el comando? —pregunta al otro lado de la línea.

—No, estoy en mi departamento —aclaro tranquila.

-Hay un café cerca, te veo ahí.

—Okey —cuelgo la llamada.

Llego al café a unas cuadras de mi edificio.

—Hola, te ves diferente —dice, Elliot, en medio de un abrazo, es un hombre imponente e intimidante, ahora que lo observo con más cuidado, Ethan, tiene un gran parecido a su padre, los ojos, las facciones del rostro...

—Estoy más hermosa —es inevitable no responder de dicha forma.

—No lo dudo, toma asiento —recorre la silla por mí, como todo un caballero.

—No entiendo ¿Por qué insististe en presentar las pruebas? Pudiendo entrar directamente con un mejor rango que el de teniente.

—Ya habíamos hablado del tema en nuestra reunión pasada, accedí venir a Londres y estar en tus filas, pero sería a mi manera —reunión que se suscitó después de que su hijo, me disparara.

—Tan testaruda como tu madre —toma asiento frente a mí.

—Me alegra haber heredado algo de ella —lo digo de verdad.

—Eres su viva imagen a excepción del color de cabello y color de ojos, aunque no comprendo porque cubrirlos, si los tuyo son preciosos, sobre todo, únicos —sé a qué se refiere, me vio de niña, cuando aún no los cubría, pero en estos momentos prefiero no llamar la atención con su color natural, ya que no podrían pasar desapercibidos— no digo que el azul no se te vea hermoso —aclara.

—Digamos que es verdad lo que usted dice —sonrió ante su alago— ¿Qué sucede? ¿Para qué quería verme? —desvió el tema de mí, pasando a lo importante.

—Háblame de tu, que estamos en confianza, el usted me hace sentir viejo y aun soy muy joven —me causa gracia su comentario, que de viejo no tiene nada.

—Lo tendré en cuenta, Elliot Morrison.

—Así está mejor ¿te gustaron mis obsequios? —pregunta con cierta intriga.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora