CAPÍTULO 15

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CAPÍTULO 15

Ethan

Abro los ojos y, Nyari, ya no está en la cama, se despertó temprano, salgo al pasillo, la puerta dónde mantiene su sistema de seguridad, se encuentra abierta, pero ella, no está, escucho tararear algo que viene de la última habitación, avanzo hacia la puerta y, Nyari, deja de tararear.

—Despertaste —sale y cierra la puerta enseguida, se pone de puntillas para besarme, besa mi mejilla.

—¿Tienes hambre? —pregunto.

—Mucha —avanzamos a la entrada.

—Vamos a mi apartamento —decido.

—¿Así vestida? —se mira de pies a cabeza.

—Es mi apartamento y has estado con menos ropa —la miro de pies a cabeza y muestra una sonrisa pícara.

—Okey —acepta. Imaginé que tendría otra actitud por lo ocurrido ayer, pese a ello, mantiene la misma energía de siempre.

Entramos al ascensor, en su condición, no puede subir escalando, sigue tarareando lo que al parecer es una canción de cuna.

—Pon la mesa —le indico a Nyari.

—¿Cocinarás? —pregunta como si no lo creyera.

—Sí ¿Algún problema? ¡Crees que, por ser hombre, no puedo cocinar!

—Yo no tengo ningún problema con el género masculino, solo que tú por ser quién eres, me sorprende un poco... —confiesa.

—Pon la mesa, Nyari —respondo para que deje de hablar.

—¿Vas a envenenarme? —a eso me refiero con la actitud de siempre.

—Ganas no me faltan —su sonrisa desaparece— hazlo y deja de imaginar escenarios ficticios.

—Estaré observando —amenaza achicando los ojos azules que posee y señalando con su índice hacia mí.

—Tratas de intimidarme en mi propia casa —me acerco para besarla, beso su mejilla, me alejo y preparo lo que necesitaré.

Nyari, abre cada puerta y cajón que hay en la cocina buscando los materiales para poner la mesa, prefiere lidiar, que preguntar ¿Dónde está cada cosa? Después de hacer demasiado ruido, y azotar todo, encuentra las cosas, lo coloca en la mesa, termina y vuelve a la cocina.

Quiere subir a la barra, con el hombro lastimado no puede, dejo lo que tengo en la mano, la tomo de la cintura y la subo con cuidado, queda sentada sobre ella, juega con los pies moviéndolos al frente y atrás una y otra vez, trae puestos unos calcetines muy graciosos.

—Prueba —observa la comida con desconfianza.

—Tú primero —dice y pongo los ojos en blanco, acabo haciendo lo que pide.

—Contenta —le digo y asiente abriendo la boca.

—¿Qué tal? —pregunto por el sabor.

—He probado mejores —responde y le quito el resto—, pero no dije, que tuviera mal sabor —me arrebata el pedazo de carne—, anda, termina, que quiero más —dice moviendo los pies.

—Aprende, yo no te niego los alimentos.

—Yo tampoco —se defiende.

—Lo hiciste —le recuerdo.

—Sigues con lo mismo, al final te dejé probarla.

Coloco el desayuno en la mesa con ayuda de Nyari, está sentada a mi derecha.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora