CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18

Ethan

Es de madrugada y decido bajar al piso de Nyari, recorro la puerta de cristal, permanece acostada en su cama, conforme me acerco, noto que se mueve dormida, su frente está llena de sudor, sus manos sujetan las sábanas con excesiva fuerza, parece tener una pesadilla, camino a su cama habla, pero no logro entender lo que dice, arruga la frente, su mano sujeta su pecho como si le doliera, una lágrima sale de su ojo y sujeto sus hombros para despertarla.

—Nyar.... —se despierta de golpe, saca su arma y me apunta, su respiración es demasiado agitada, le cuesta respirar está envuelta en sudor frío— cálmate, soy yo —es como si su mente se desconectara de su cuerpo, sigo sujetando sus hombros y está temblando.

—Joder, ya te dije, que no aparezcas de ese modo —baja el arma—, pude haber disparado. 

—¿Todo en orden? —sale de la cama— parecías tener una pesadilla.

—No le des importancia —cambia su pijama por ropa deportiva, son las 4:36 am.

—¿Saldrás? —no responde, ata el cordón de su agujeta— cinco minutos —digo. 

—Te veo abajo —responde, subo y me cambio rápido, bajo y ella, espera en la entrada del edificio. Lo que acaba de ingerir dudo, que sea café, termina y guarda el recipiente metálico, corremos por unos kilómetros, Nyari, no habla en todo el recorrido, tiene una excelente condición, no está agitada o cansada, ella, no habla y yo no pregunto, no tengo idea que fue lo que soñó, sin embargo, Nyari, no es una mujer que actúe de ese modo por una simple pesadilla.

—¿Dónde tienes mi termo? —pregunta de la nada.

—¿Qué termo? —dejamos de correr.

—El que te di en el comando —¡ah! ese termo.

—En la basura.

—Te dije que lo cuidaras, era el único que tenía —se irrita.

—No estoy para cuidar pertenencias de otros —mascullo. 

—Fue un obsequio —reclama. 

—Debiste cuidarlo mejor —expongo. 

—Descarado —suelta molesta. 

—Tú, no debiste dármelo —aclaro. 

—Olvidémoslo y volvamos —damos la vuelta y, Nyari, toca la parte baja de su abdomen.

—¿Duele? —cuestiono. 

—No mucho.

—Podemos volver caminado si no puedes correr.

—Estoy bien ¿Qué te parece una carrera de vuelta? El perdedor prepara el desayuno —volvió, la Nyari de siempre.

—No voy a competir con una mujer. 

—¡Intimidado! —sus labios forman una sonrisa— ¿te asusta perder contra mí? —me provoca. 

—No.

—Ya que no quieres competir, te veo en casa —sale corriendo y hago lo mismo, veo mi edificio, no hay mucha gente en la calle, apenas va saliendo el sol. Llegamos al edificio y el ascensor está ocupado, así que, tomamos las escaleras corriendo, subo de dos en dos y antes de llegar a la puerta, Nyari, se queda atrás, sujeta mi brazo para que no avance e intenta hacerme tropezar con su pie y no lo logra.

—No hagas trampa —la sujeto del brazo, luego de la cintura y mi mano toca primero el pomo de la puerta ganando la carrera, agrego orgulloso— gané.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora