CAPÍTULO final parte II

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FELIZ CUMPLEAÑOS

Omnisciente

Hacía solo unos minutos en los que Ethan, había descubierto que Nyari, había desaparecido. El desayuno se enfriaba y la preocupación de Ethan aumentó a cada segundo.

Solo había revisado la habitación, fue al cuarto de dibujo, habitación que Ethan, había acondicionado específicamente para Nyari.

Abrió la puerta, ella, no estaba, solo algunos dibujos que Nyari dibujó estando aburrida. Cerró la puerta y revisó en todo el pent-house. Ella, en efecto, se había marchado.

Bajó al piso de Nyari y buscó por todo el lugar, tampoco estaba ahí.

Hizo una llamada.

—¿Dónde está? —Ethan cuestionó enojado hacia sus soldados.

—Ella sigue en su pent-house —respondieron al otro lado. Ethan, era consciente de las habilidades de Nyari, colgó la llamada, muy molesto.

Su móvil en su mano sonó, era su madre. Él atendió la llamada.

—Ethan —fue la voz de su madre al teléfono—, hoy es tu cumpleaños.

—No quiero hacer nada —dijo Ethan al teléfono.

—Lo sé —dijo la madre de Ethan—, pero es un día importante para ti.

—Te llamo más tarde —dijo Ethan, lo que menos le importaba, en ese momento, era su cumpleaños, Nyari, había desaparecido.

Nyari regresó a la casa en la que sus padres murieron, ella, era la que conducía el auto, era un lugar que le traía demasiados recuerdos amargos, fue una casa en la que vio por última vez a sus padres, se divirtieron, jugaron, rieron, sin saber que era la última vez, eso a Nyari, le dolía demasiado.

Las emociones de Nyari, se habían vuelto inestables, por más control que poseía, ese sello que había puesto, pronto iba a romperse, su respiración se agitó mientras codujo, el aire le faltó aún más cuando la casa apareció a su frente.

Las imágenes del pasado estaban en su cabeza y se repetían una y otra vez, haciendo más difícil olvidar.

Detuvo el auto en línea recta hacia la casa que, un día brilló y estaba iluminada. Casa por la que dos pequeños jugaban con sus padres y las risas, era lo único que existía.

Simplemente observó la casa desde la distancia y recordó como las risas, se esfumaron, como la luz se apagó, como la nieve color albo, era tornada en un intenso color a sangre fresca, como los rostros en los que hubo sonrisas, alegría y felicidad, se volvieron un rostro sin luz y apagado, fue un invierno que dolió y dolió mucho, pero eso no fue lo peor, sino lo que vino después, cuando a cada paso que daban, algo los golpeaba, algo los obligaba a retroceder y hacia más complejo el avanzar y seguir de pie.

La casa que si bien, un día fue alegre y estaba iluminada, ahora no lo estaba, no había luz y la alegría, solo estaba en recuerdos, recuerdos que pronto se desvanecerían.

Abrió la puerta del auto y cuando se dispuso a bajar y tocar en suelo con su zapatilla, el recuerdo del frío tocando sus pies regresó, lo cual hizo que Nyari, encogiera su pie de vuelta al auto, ella, estaba en la nieve y corría descalza al lado de su hermano, hasta que, en un punto, dejó de sentir, el frío en sus huesos se detuvo, su piel congelada también dejó de sentir, y su corazón, se congeló, la niña cálida, se apagó, las emociones, se esfumaron y el odio la inundó, el rencor de lo que había perdido, se hizo más fuerte, con cada pisada, con cada aliento de huida, porque eso era lo que hacía, huía, huía con su hermano, era la única forma de sobrevivir, esas imágenes del pasado estaban presente y era como si el pasado volviera y el tormento también.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora