EXTRA: NAVIDAD

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EXTRA: NAVIDAD

Ethan

Bajo al piso de Nyari. Ella, aun no percibe mi presencia, permanece en el suelo sentada con los ventanales de su sala abierta. La luz esta apagada, solo mantiene con ella, una lampara, parece sumamente concentrada en lo que hace, me acerco con cuidado y sigilo, sin hacer ningún tipo de ruido, veo lo que hace y es inevitable no reír o burlarme.

—¡Imbécil! —brinca del susto. Es tan fácil asustarla.

—No me digas que ahora tejes como una ancianita —me encanta burlarme de ella.

—No seas tonto, no entiendo ¿Por qué? pones estereotipos sobre las personas. No importa la edad para que a una persona le guste tejer —se defiende.

—¡Si tú lo dices! —me siento junto a ella— y bien ¡Mujer joven que teje! —le hago burla— ¿Qué se supone que es? —me refiero a que es lo que resultara del estambre que mueve con las agujas.

—Tejo un suéter —me da risa su actitud— ¿Qué te parece tan gracioso? —golpea mi hombro.

—Segura ¿Qué eso resultara en un suéter? —sigue moviendo las agujas con el estambre color rojo en sus manos. La verdad no tiene forma de nada.

—Lo será —asegura ella muy confiada.

—No estoy tan seguro —la molesto.

—Si este te causa gracia, el primero que hice, te mata de risa —no se molesta. De hecho, bromea conmigo.

—Apuesto que sí —la sigo observando tejer.

—¿Quieres intentar? —propone ofreciéndome el estambre.

—Y parecer una ancianita, paso —giro y me recuesto en el suelo observándola de frente, coloco el brazo en mi nuca y la observo tejer, según ella, un suéter—. A todo esto ¿Por qué el interés de tejer? —pregunto y ella, sigue concentrada en lo que hace.

—Con pesadillas demasiado frecuentes, debía buscar métodos que lo contrarrestaran —ella y su problema con el sueño.

—Decidiste tejer —digo sin dejar de observarla.

—Entre otras muchas actividades. Cualquier actividad que, me mantuviera ocupada lo suficiente para cansarme y poder conciliar el sueño.

—¿Funcionó? —pregunto con intriga.

—No —responde—, soy perfeccionista y no me gusta dejar nada sin terminar, cuando tejía un suéter, no lo dejaba hasta terminarlo, así que, salió peor la solución que el problema —sus palabras me causan risa.

—No te rías que no es nada gracioso —golpea levemente mi pecho.

—Es que, solo a ti, te ocurre lo que te ocurre.

—Imbécil —pone los ojos en blanco.

—Tus soluciones salen mas caras que el problema —la trato de enfadar.

—¡Qué no es gracioso! —sigo riendo. Ella, es tan tierna e ingenua que parece una niña.

—¿Y cuándo piensas terminarlo? Si es que lo terminas —aclaro al final.

—Si dejas de hablar y distraerme —piensa un poco y responde—, dos días o puede que menos.

—¡Dos días! —digo. Dudo que lo termine.

—¿Por qué suenas tan sorprendido? ¿Crees que no podre? —dice mirándome un tanto retadora.

—Yo, no dije que no podrías —mueve las manos muy rápido incluso lo hace sin ver.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora