CAPÍTULO 28

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CAPÍTULO 28

Ethan

Nyari permanece a mi espalda acomodándose la ropa. Miro molesto al imbécil de Alexei por jodido caos que dejó en mi piso.

—Alexei ¡Qué grata sorpresa! —dice Nyari, ya con la blusa y falda a medio arreglar, camina por mi lado dándole un beso en la mejilla, al imbécil que sigue con la boca abierta petrificado sin moverse por la escena que presenció.

—Yo —trata de hablar—...  Ustede —no puede dé la impresión... Su cara está pálida.

—Los dejo solos para que hablen —nos dice Nyari y luego agrega solo moviendo los labios para que yo entienda— "Estamos a mano" —tiene una sonrisa que disimula—. Te veo luego —le dice a Alexei. Nyari sale de mi vista yendo por el pasillo hacia mi habitación. En estos momentos ella, grita de emoción por lo sucedido.

—¡Tienes idea de lo que causaste! —le recrimino al imbécil que tengo frente a mí.

—¡Yo! —se ofende— Yo, soy él que debe molestarse, me explicas ¿Qué sucede? ¡¿Qué es toda esta situación?! —exclama con exageración.

—Largo —indico con mi índice.

—Ethan ¿Qué hacías con Nyari? —pregunta como sino fuera evidente.

—Que no es obvio, la besaba —bebo de mi vino de lo más tranquilo. No tengo idea de ¿Por qué exagera?

—No seas imbécil, sabes de que hablo —se acerca sin pisar el desastre del suelo que, él, causo.

—Nada que te incumba —vuelvo a señalar—. Largo.

—Soy tu mejor amigo y tengo derecho a saber —reclama.

—No tienes por qué saber nada —demando— y ni una palabra de lo que viste —lo amenazo con la mirada.

—¡Insinúas que soy chismoso! —pone la palma de su mano en su pecho con indignación.

—Solo comunicativo —lo sujeto de la chaqueta— Y a todo esto ¿Cómo carajo entraste? —que yo recuerde jamás le he dado llaves y jamás lo haré.

—Tus llaves que —me muestra las llaves—, dejaste en tu oficina del comando —las arrebato de su mano—. Exijo una explicación —se zafa de mi agarre y me desespera— Y ¿Por qué Nyari se fue a tu habitación? ¿Viven juntos? ¿Explícame para que pueda entender? —vuelvo a sujetarlo de la chaqueta y lo llevo a la puerta de mi departamento.

—Largo —digo en la puerta—. Y no entres a mi oficina de nuevo sin mi permiso.

—Etha... —le cierro la puerta en la cara.

Me toco el puente de la nariz, Alexei, no pudo ser más inoportuno. Arruinó mis planes, pero está me la paga.

Veo el desastre en el suelo y yo, no voy a limpiarlo. Me voy a mi habitación. Pensé que Nyari, se había ido, sin embargo, está en mi cama dentro de las cobijas acostada de lado. Me deshago de la camisa junto con el pantalón, los zapatos y entro a la cama.

—¿A qué santo le rezaste? —murmullo en su oído. Coloco mi brazo izquierdo bajo su nuca y con el derecho abrazo su cintura. Sé perfectamente que, aunque mantenga los ojos cerrados está despierta.

—Yo, no rezo —gira su cuerpo.

—No eres creyente —tiene una sonrisa en el rostro que no puede disimular.

—Nope y mira como resulto la situación —por dentro debe dar gritos de alegría.

—Al final si te salvaste —dejo mi mano en su cadera.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora