CAPÍTULO 22

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CAPÍTULO 22

Ethan

Bajo y Nyari, no está por ningún lado, no la veo desde anoche.

—Buenos días —habla la mujer de ojos verdes.

—¿Nyari no bajará? —a los minutos lo hace Alexei preguntando por Nyari.

—Seguramente salió muy temprano, no estaba en su habitación cuando subí —llega una mujer hablando en otra lengua, que solo entiende, Maya y Nyari al parecer— dice la mujer, que Nyari está con los niños practicando el arco, volverá al medio día —desayunamos y me voy a la terraza, recargo ambos codos en la baranda, a lo lejos identifico a Nyari, avanzar en mi dirección, el cabello le vuela con el viento cubriendo parte de su rostro, un hombre se le acerca y le entrega un tipo de artefacto, que no logro identificar, me ve y sonríe llevando con su mano el cabello detrás de la oreja. Nyari llega hasta donde nos encontramos.

—¿Quieres? —le ofrece algo a Maya en la mesa de la terraza, tiene su ordenador, sigue trabajando desde que llegamos.

—¿Qué es? —deja de ver el ordenador para poner atención a la mujer de pie.

—Coco, se veía rico cuándo lo comían.

—Lo probaste y no te gustó.

—Exacto —es inevitable no reír por dentro por cada cosa que sale de la boca de Nyari.

—Y me lo ofreces, solo porque tú no lo quieres.

—¡Hoy amaneciste muy asertiva! —ella disfruta burlarse de su amiga.

—¡Qué graciosa! Si no quieres las cosas, no se las recibas.

—Dije que se veía apetecible, no fue así y lo niños insistieron.

—Si comes cosas, que te ofrecen, te dará indigestión.

—No pasará, ya estoy trabajando en ello —asegura.

—¡Si tú lo dices! —agrega con ironía.

—¿Terminaste? —le pregunta Nyari a su amiga.

—Aún no.

—Si no te apresuras, te quedarás.

—Seré rápida, pero no soy tú, que hace sus deberes a la velocidad de la luz.

—Para que veas, que soy buena amiga, yo, me encargo de las embarcaciones.

—¿De verdad? —se emociona la amiga.

—Sí —saca dos tomos como de seiscientas hojas y a Nyari, se le borra la sonrisa, traga grueso.

—¡Pues cuánto trabajo tienes acumulado! —ve los dos tomos con asombro.

—No mucho, ya dijiste que sí, no puedes retractarte.

—No lo haré.

—Estaba pensando, que no es necesario que la veas.

—¿Tu propuesta es?

—Robemos el emblema y yo doy la audiencia —sugiere la amiga.

—Si hacemos lo que dices, te aseguro que está vez hacen más que congelar tus cuentas bancarias.

—Aceptaría el castigo por ti.

—Sería una excelente idea, si hubiera dicho tu nombre, no lo hice —pone el debo en su frente— vuelvo antes del anochecer —se vuelve a marchar.

—Okey, que te diviertas.

—¿Trabajando?

—Sí, lo dudo —bajo al primer piso con Alexei.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora