CAPÍTULO 39

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CAPÍTULO 39

Nyari

Observo desde la terraza la vista desde mi departamento, aun es temprano.

—Querías verme —escucho a mi espalda. Doy la vuelta y hay un hombre junto a mi mejor amiga.

—Edel —camino hacia él.

—Pequeña diablilla —le abrazo y hace lo mismo. Maya sonríe.

—Cuanto lamento que me llames en estas circunstancias —revela.

—Sabías que en algún momento iba a necesitar de tus servicios —dejamos el abrazo.

—Lo que daría por que ambas, no se vieran envueltas en nada de esto —Edel mira tanto a su cuñada como a mí.

—No te pongas sentimental —Maya se burla de su cuñado.

—Cuándo aprenderás a respetarme —le reprende.

—Nunca —Maya disfruta discutir con el esposo de su hermana.

Tomamos asiento en la mesa de la terraza, Maya va por un poco de jugo.

—Finalmente paso lo que todos temíamos —habla Edel—, que te enfrentarás a Nicolás.

—Si te preocupa que tu cuñada se vea sumida, creme que cuando todo se complique, voy a apartarla —miro a Maya en la cocina.

—Ojalá fuera tan simple —comenta mirando en dirección a dónde se encuentra Maya—, Sabes que le quiero como a una hermana, pero no solo me preocupo por ella —me mira—, también eres importante en nuestras vidas, en la vida de Ostin y Mikel, ellos te aprecian tanto como a su tía Maya. Y Aloy, mi esposa, te ve como una hermana más a quien debe proteger.

—Entiendo tu preocupación Edel, pero no te llame para que me dieras un sermón.

—¿Por qué esas caras? —Maya coloca los vasos de jugo en la mesa.

—Siempre deberías ser así de servicial en casa, no la princesa que escapa de sus deberes —Edel molesta a Maya.

—Estoy en mi periodo vacacional —se defiende Maya—, no me molestes.

—¡Ay no! En toda la historia, jamás se ha visto que las princesas tengan periodos vacacionales.

—Soy quien marca la historia —me causan gracia sus comentarios. Pero Maya si marcará la historia.

—Increíble —alterna la vista entre ambas—, una es un diablillo —dice mirándome— y la otra una princesa que no aparenta serlo —mira a Maya, trata de enfadar a su pequeña cuñada.

—¡Oye! —le reclama Maya a su cuñado—, los sobrenombres deben ser justos. No discrimines a la hermana menor de tu esposa o perderás la cabeza.

—Además de no aparentar ser princesa, es injusta.

—Y si lo arrojamos por el balcón —propone Maya mirándome.

—Podemos hacerlo, pero primero que haga por lo que vino hasta Londres, después de ello, yo misma te ayudo a desaparecer el cuerpo.

—Ahora entiendo por qué Aloy, no puede con ambas. Están desquiciadas ¡Qué va a ser del mundo con ambas al frente!

—Pacífico —comento—, es seguro que no.

—No te preocupes, seguirá siendo mundo —habla mi amiga—, es lo importante.

—Se me había olvidado que cuando están juntas, no se puede mantener una conversación favorable. Al mundo debe preocuparle mucho su futuro en manos de ustedes —Edel logra sacarnos una sonrisa a Maya y a mí.

Nyari: El Imperio CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora