Capítulo 2.
- Tenéis que salir ya, por favor – le dijo el señor a Esther.
- No, es que queremos bajar las últimas… si no es mucha molestia – le dijo ella un poco cortada con su excelente nivel de inglés.
- Veréis, no sé si sois fans o algo, pero los chicos no quieren agobios… así que por favor marchaos ahora – nos insistió serio.
- ¿fans, chicos, agobios… qué? – fue lo único que pude articular con la mirada perdida al fondo del avión. De repente se nos acercó una mujer, con el pelo muy rizado y con aspecto jovial.
- ¿qué pasa Kev? – preguntó posando su mano en el hombro del tal Kev.
- Nada, creo que son fans… habla tú con ellas – se giró y volvió con un grupo de chicos encapuchados.
- Bien chicas, ¿qué queréis de ellos? – nos preguntó cruzándose de brazos.
- Nada, solo queremos salir las últimas ¿tan complicado es de entender? – le contestó cansada Empar.
- ¿Me estáis diciendo que no los conocéis? – preguntó extrañada apuntando hacia su posición.
- Lo sentimos pero no, no los conocemos – dije negando con la cabeza, aferrada al respaldo de mi asiento.
- Vale, bueno en ese caso ahora saldremos nosotros, adiós y disculpar las molestias chicas – hizo un gesto a “ellos” y toda la tropa se acercaron a donde estábamos nosotras – En marcha chicos, París nos aguarda – les lanzó una sonrisa fugaz y todos pasaron por el pasillo, lentamente, delante de nosotras.
Pude ver a todos y cada uno de los llamados “ellos”. Primero estaba la mujer de rizos, detrás de ella fue el tal Kev. Después, pasó un chico con pantalones vaqueros oscuros, converse bajas blancas, y una chaqueta negra con detalles blancos, que dejaban ver que estaba fuerte, y capucha. Ésa le cubría por completo la cara, pero pude ver unas gafas que le asomaban. Detrás de él venía un chico delgado, pero la sudadera con capucha que llevaba me llamó la atención por los detalles en rosa eléctrico. El siguiente era alto, muy alto. Éste llevaba un gorro que se le ajustaba a la cabeza, dejando a la vista unos mechones de pelo rizado y unos ojos azules preciosos. Le seguía un chico más bajito que el anterior, éste llevaba una gorra morada y por encima una capucha, que pertenecía a la sudadera, del mismo color que la gorra. Y por último un chico muy alto, más o menos como el de ojos azules. Su tez era morena, e iba con pantalones negros pitillo, vans azules marino, y chaqueta con capucha del mismo color que las zapatillas. Todos salieron uno detrás del otro, sin mirarnos, sin girarse. Cuando el avión se quedó vacío me percaté de que todas nos habíamos quedado pilladísimas, perplejas al paso de esos cinco chicos. Pero cuando volvimos a nosotras, cogimos nuestras pertenencias y salimos del avión.
- Nuestras maletas habrán pegado ya por lo menos cinco vueltas – dije cuando llegamos a la cinta transportadora.
- Ya, pero bueno… ¡míralas están allí! – dijo Esther señalando la otra punta de la cinta.
- ¿dónde? No las veo – dijo Empar estirando el cuello.
- Tía, allí, donde están aquellos chicos… - a Mara se le cortaron las palabras al ver nuestras maletas justo al lado de los chicos de antes, los del avión.
Acto seguido, todas caímos en la cuenta de donde estaban las maletas con un gran “aaahh”.
- Vaya… ¿qué hacemos? – preguntó Esther confusa.
- Pues esperar a que den la vuelta ¿no? Ya han pegado cinco, por una más… - justo cuando Zaira dijo eso la cinta se detuvo. No sabíamos que pasaba pero decidimos ir a por ellas antes de que se las llevaran o algo.
Corrimos hasta ellas, pero antes de poder cogerlas unos guardias de seguridad nos lo impidieron.
- ¿qué creéis que estáis haciendo? – nos dijo un hombre alto, fuerte y con gafas de sol, uno de esos policías franceses “chulacos”.
- Em… ¿coger nuestras maletas? – respondí irónica, hablaban nuestro idioma.
- ¿pero son vuestras? – nos preguntó una chica que estaba al lado de él, con las mismas pintas.
- Sí, claro. Por eso venimos a cogerlas… - contestó lógicamente Mara. Pude ver como Kev, el hombre del avión se dirigía a nosotras.
- ¿qué pasa agente? – le preguntó en inglés y el policía le contó que estas maletas habían estado mucho tiempo rodando y que eran sospechosas de no sé qué…
- ¡pues abrirlas, no tenemos nada que ocultar! – interfirió de repente Empar.
- Empar… - dijimos todas al unísono girándonos hacia ella con expresión de “cállate, no la cagues más”
- Eso haremos – los policías bajaron cada maleta y las pusieron en el suelo. Todas llevaban candados así que nos pidieron a cada una que los abriéramos. La primera fue la de Empar, la abrió y los policías registraron toda la maleta. La pusieron hecha un desastre y la dejaron en paz. Lo mismo les pasó al resto de nuestras maletas. Una vez terminaron, hablaron con la mujer de rizos. Cuando nos disponíamos a irnos, cansadas y con caras de malhumoradas, nos volvieron a parar.
- Esperad, ¿estáis bien chicas? – nos preguntó la mujer de aspecto jovial poniendo un mano encima del hombro de Esther.
- Sí… solo molestas y cansadas – contestó mi amiga con una de sus sonrisas inocentes.
- Lo sentimos, ha sido culpa nuestra – nos quedamos mirándonos unas a otras con expresión molesta – los chicos necesitan seguridad y bueno, pensaron que podríais ser peligrosas, lo sentimos – se disculpó Kev.
- No pasa nada… - dijo Zaira haciendo un gesto con su mano derecha.
- Tranquilos, está olvidado… ahora si nos disculpáis estamos deseando llegar al hotel y aún nos queda camino. – dije restregándome los ojos.
- Sí, ¡disfrutad del viaje y eso! – Mara se despidió para no hacer el feo y acto seguido desaparecimos por la puerta de desembarque.
Para llegar al parking tuvimos traspasar una marea de chicas alborotadas que gritaban mucho. Más tarde cuando nos deshicimos de ellas, cogimos unos mapas que nos dieron cuando pillamos el coche de alquiler, que nos proporcionaba la empresa con la que íbamos a hacer las prácticas. Sí, lo tenemos todo pensado. Con tanto rollo, miré el reloj y eran las nueve de la mañana, suspiré con cansancio y nos dirigimos al aparcamiento.
- No caben las maletas en este coche… - dijo Mara perpleja al mini coche que nos habían dado.
- ¡menuda mierda de coche! – exasperé tirando las maletas al suelo.
- Vale, genial ¿ahora que hacemos? – preguntó Zaira cruzándose de brazos.
- Pedimos otro, con todo el morro… ¿qué no han visto las maletas que llevamos o qué? – dijo enfurruñada Empar al tiempo que cogía a Esther del brazo y se dirigían al puesto de alquileres de coches. – esperad aquí, no tardamos.
Y así lo hicimos, pero la frase “no tardamos” se convirtió media hora después en un “acomodaos que esto va para largo”. Media hora y un cuatro después vimos a Empar y Esther riendo con unos chicos que les acompañaban. Debía ser muy divertido lo que contaban… no dejaron de reírse ni cuando llegaron a nosotras.
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Gold Forever L5F. [Editando]
ФанфикCristina, Empar, Zaira, Esther y Mara. Amigas desde siempre y con vidas absolutamente normales. Nunca soñaron con algo más que cumplir unas expectativas comunes. Nunca pensaron que sus vidas pudiesen cambiar de tal forma. Nunca vieron que ellos eran...