7. Su pálpito.

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Capítulo 7.

- ¡Hola chicas! – nos saludó mientras subía y se colocaba al lado de Empar.

Las cinco le saludamos con un “hola” entusiasta y algo de desconcierto. Como quién dice, había aparecido de la nada.

- ¿estáis emocionadas? – nos preguntó inclinando su cabeza para poder vernos a todas de una pasada.

- Lo están, mucho – respondió Big Kev desde delante.

- ¿Será vuestra primera vez? – volvió a preguntarnos Tom.

- ¿qué? – Mara le preguntó extrañada. Al saber que le habría pasado por la cabeza en ese instante.

- Se refiere a ir al estudio… - le dijo Esther al oído en español.

- ¡ah, vale! – Gritó – sí, será nuestra primera vez – le respondió finalmente.

- ¡Vaya, si sois españolas! Ya no me acordaba – ante el comentario de Tom nos quedamos mirándonos las unas a las otras extrañadas.

- ¿lo sabías? – le preguntó Jayne.

- Claro, los chicos y yo estuvimos hablándolo una hora después de que las dejáramos en el hotel – lo dijo tan contento, hizo hasta que pareciera normal, cosa que a mí no me lo parecía – no es difícil adivinarlo tampoco… estaban en un avión que salía de España.

- Pero no necesariamente por eso debemos ser españolas – interrumpió Zaira.

- Exacto, podríamos ser parisinas que volvemos a nuestra ciudad o inglesas que están haciendo un viaje por el mundo… o…- agregó Esther.

- Sí, ya… pero se nota que sois de España – intervino Big Kev en la conversación.

- ¿por qué? – pregunté riéndome. La verdad es que se nos nota a distancia, pero por pedir explicaciones…

- Vuestra forma de vestir – dijo Jayne mirando a Esther.

- ¿qué pasa con nuestra ropa? – pregunté mirándome de arriba a bajo.

- Nada, pero no sé, por ejemplo a… - Tom se quedó trabado intentando adivinar el nombre de mi amiga.

- Me llamo Esther – le informó amablemente.

- A Esther se le nota, no me preguntéis por qué – finalizó la frase.

- Genial, me siento orgullosa – a Esther le recorrió una sonrisa por la cara y se cruzó de piernas. Todas nos reímos al mirarla. Lo cierto es que el estilo de vestir de Esther es… especial… se podría definir así.

- Todas tenéis pinta de españolas menos Cristina y Empar – dijo de repente Jayne.

- Es verdad, Empar parece una de esas hippies de estados unidos que llevan el lema de “paz y amor” – Empar se quedó loca con el comentario de Tom – me encanta ese rollo que llevas – le dedicó una sonrisa y ésta le correspondió con otra. Era cierto, entre sus trencitas, su estilo de ropa hippie y su mentalidad abierta…

- ¿y yo qué? – pregunté expectante.

- Tú, pareces inglesa. – apuntó Tom cruzándose de brazos y luego encajando mi cara en un cuadrado creado por sus finos dedos.

- ¿inglesa, por? – pregunté riéndome. No era la primera vez que me lo decían. En el primer viaje a París me confundieron muchísimas veces con una inglesa y en los demás viajes… también.

- No sé, tu estilo de vestir y tu acento, pronuncias muy bien, tu cara… tienes cara de inglesa – empezó a reírse- y a parte estás bastante blanquita… ¿no se supone que en España hace sol? – empezó a reírse, al igual que los demás. Vale, nunca he sido la más bronceada de mis amigas pero…¿qué más dará…? - no te ofendas… - me dedicó una sonrisa que hizo arder mis mejillas.

- Ya se ha puesto roja… - informó Zaira para toda la furgoneta. Lo que hizo que me sonrojara aún más.

- Parar ya… - les pedí mirando al suelo de la furgoneta.

Después de las risitas de mis amigas y las de los extraños a lo que acompañábamos, miré hacia la ventana enfurruñada, odiaba que hicieran eso. ¡Si es que saben cómo soy! , no hace falta que informen del estado de mis mejillas y cara, no.

Veinte minutos después, entre más risas y miradas frustradas y de más, estacionamos en frente de un edificio enorme. Cuando bajé de la furgoneta comprobé que el sitio que estaba muy cerca de la torre Eiffel, la podía a través de unas fincas.

- Venga chicas, seguidnos – nos gritó Jayne ya en la puerta con Tom y Big Kev. Las cinco caminamos hacia ellos con paso firme y con las miradas puestas en los enormes ventanales que tenía el edificio.

- Venga, tenemos que coger el ascensor antes de que… – dijo Tom agitado.

- ¿qué? – pregunté mientras sentía que él me cogía de las muñecas y estiraba de mí.

Tuve que ponerme a correr detrás de él como una loca, al girarme vi que las demás hacían lo mismo que yo. De repente nos dirigimos a un ascensor, que tenía las puertas cerradas y nada más se abrieron Tom me empujó con fuerza, de tal manera que pasé precipitadamente por delante de él y acabé empotrándome contra la pared del interior del ascensor. – ¿pero, qué…?

- ¡Cristina cuidado! – oí la voz de Tom detrás de mí, me giré y de repente tenía su cuerpo encima del mío. Estábamos tan pegados que sentía su respiración agitada y el pálpito apresurado de su corazón. - ¿estáis todos bien? – preguntó riéndose, girando su cabeza para poder ver a los demás. Él aún seguía pegado a mí, no nos habíamos movido ni un centímetro. - ¿estás bien? Siento haberte empujado tan fuerte, es que estos ascensores son traicioneros y si no te das prisa te aplastan… literalmente. – vi sus ojos clavados en los míos y creo que me olvidé de cómo respirar. Al ver mi cara de preocupación se apartó delicadamente.

- Sí, sí… estoy bien – dije apresuradamente cogiendo una bocarada de aire. – la próxima vez busca una excusa mejor… - ¿por qué he dicho tal sandez?

- Claro, a ver cómo me las apaño para no ser tan brusco la próxima vez… - me hizo una mirada juguetona y luego se giró, dándome la espalda. - Kevin, si no pulsas el botón jamás nos elevaremos… - Tom le señaló los botones de las plantas, espera… ¿había más de 20 plantas? Esto era impresionante.

Cuando las puertas del ascensor se volvieron a abrir, salimos precipitadamente de allí. Esos ascensores me daban miedo no, lo siguiente. Cuando pude darme cuenta de lo que había a mi alrededor, sentí unos brazos que me rodeaban y mucho pelo castaño muy claro nublaban mi vista.

- Jay – reaccioné devolviéndole el abrazo. - ¡Hola!

- Has tardado en reaccionar eh… - empezó a reírse mientras me soltaba y se situaba con su amigo Tom, en frente mía.

- Mírala, ¡dime que no parece inglesa! – Tom me estaba señalando con ambas manos. – y ella es la típica hippie de USA, no me digas que no…

- Nadie te ha dicho que no Tom… - le respondí poniendo los ojos en blanco.

- Igualmente sí Tom, sí lo parecen… – Jay le dio unas palmaditas a la espalda, mientras lo giraba para ponerse a andar por un largo pasillo. Avanzaron delante nuestra empujándose y haciendo el tonto, parecían críos y eso me hizo reír en varias ocasiones.

El pasillo estaba repleto de discos colgados por las paredes pintadas de rojo intenso, y había puertas de color negro cada pocos pasos. Les seguimos y Mara se situó a mi lado, agarrándome de la mano.

- No sé tú, pero yo tengo miedo – me dijo presionando mi mano a medida que avanzábamos por la estancia… ¿Cuánto pasillo había?

- Yo tambi… - de repente el pasillo acabó dando a ver una gran sala llena de instrumentos y cuatro sofás de cuero negro. Habían pancartas colgadas que ponían cosas en inglés como: “Nathan canta para nosotras”; “la TW fanmily os quiere”…

Sinceramente, me quedé embobada mirando los carteles. ¿Qué es eso de “TW fanmily”?

- Bueno este es el estudio – Jay nos dio la bienvenida a aquella habitación gigante. Por lo que pude ver, las demás también se fijaron en los carteles. – ahora si queréis podéis pasar a vernos y oírnos grabar algunas de nuestras canciones – nos invitó amablemente a entrar a otra habitación.

Gold Forever L5F. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora